Contexto ideológico. Nacional e internacional
El Frente de Artistas del Borda es una experiencia que
surge a fines del año 1984, con el objetivo de producir arte como
herramienta de denuncia y transformación social desde artistas
internados y externados en el Hospital Borda, posibilitando que, a
través de diferentes formas de presentaciones, las producciones
artísticas generen un continuo vínculo con la sociedad. “Ir al frente”,
exponerse a salir, cuestionando de esa manera el imaginario social
respecto a la locura.
En esos años Argentina atravesaba un momento político crucial, en el
que se daba fin a una de las más cruentas dictaduras militares y se
iniciaba la democracia. Este cambio político fue lo que permitió la
emergencia de múltiples prácticas y discursos críticos, reprimidos tras
varios años de autoritarismo. En el área de salud mental, se dió nuevo
comienzo al planteo que, a nivel mundial, se venía sosteniendo desde lo
que se conoció como “reforma psiquiátrica”, ocupando el centro de su
crítica el manicomio, la internación y el trato rígidamente jerarquizado
que estos auspiciaban.
Esta corriente de transformación institucional plantea la necesidad de
un cambio radical de las instituciones manicomiales, tan proclives a
sobreagregar un padecimiento adicional al que ya sufre la persona que
ingresa a la institución. La fragmentación de lazos sociales junto con
el temor permanente conlleva a la resignación y el desinterés ante una
situación que se percibe como sin salida, lo que suele dar paso al
aislamiento y a la paulatina desaparición de la conciencia crítica. En
estos lugares, la persona va siendo sometida a una serie de despojos: la
pérdida de su identidad, la fragmentación de los lazos sociales y
afectivos, el arrasamiento de sus deseos, la privación de su intimidad,
el menoscabo de sus derechos civiles y políticos. En fin, de todo
aquello que es más propio y singular de un ser humano. Estas privaciones
cobran tal valor de naturalidad que quienes componen el sistema
institucional pierden sensibilidad, pensamiento crítico, y por sobre
todo, capacidad creativa.
Por otro lado, la situación exterior de exclusión social hace del
“caer” en la institución una trampa de muy difícil salida, ya que a la
dificultad de volver a vivir fuera del hospital se agrega la situación
desventajosa del estigma social, con lo cual la institución cambia en
muchos casos del rol para el cual se dice que ha sido creada, asistir,
atender, acompañar, para convertirse en el único medio de vida para
personas que sufren entonces un doble desamparo, el de su propio
padecimiento y el del la exclusión social.
Dentro de esta corriente crítica a nivel mundial se genera un
movimiento de transformación de la atención de la salud mental, de
abolición de los manicomios, llamado Desmanicomialización. La primera
experiencia, en Trieste, Italia, dirigida por el Doctor Franco Basaglia,
logra el cierre del manicomio y la introducción de toda una estructura
comunitaria en la atención de la salud mental. Los puntales más fuertes
de este proceso se centraron en la instauración de la modalidad de
internaciones breves, a las que se apela como recurso de última
instancia, y en la puesta en marcha de diversos dispositivos de
integración.
La Argentina, en ese momento también estaba interesada en ese proceso
de transformación. Incluso desde el gobierno central y desde la
Dirección Nacional de Salud Mental, había un proyecto de producir una
experiencia similar a la de Trieste. Aquí se intenta una experiencia
afín en tres lugares. Uno de ellos es Río Negro, en donde un pequeño
Hospital Psiquiátrico, el Hospital de Allen, se transforma en Hospital
General y se establece una estructura parecida a la italiana con
distintos niveles de aciertos. Este representa quizá el intento más
avanzado en el sentido de que es allí en donde la experiencia logra
cierta legitimación a través de una ley 2440, promulgada en 1991.
También se intenta en Córdoba, en donde evoluciona hasta un punto y
luego se cristaliza.
El tercer lugar fue Buenos Aires, en el Hospital Borda. Ahí se
convocaron a varios profesionales: a los Doctores José Grandinetti,
Ricardo Grimnson, Alberto Méndez, entre otros. La experiencia
Desmanicomializadora no se concretó por limitaciones políticas,
económicas e ideológicas. Pero a pesar de ello quedaron instaladas
ciertas propuestas renovadoras en el campo de la salud mental, entre
ellas el Frente de Artistas del Borda, conformándose como un movimiento
artístico e ideológico independiente -si bien funciona físicamente
dentro del hospital Borda- al que concurren internos, externos, y
personas que se atienden en consultorios externos, y que desde 1998 está
abierto a la comunidad en general.
Así emerge el F.A.B., casi desde una trinchera, siempre resistiendo,
luchando, avanzando. Y así seguimos, realizando una práctica de
Desmanicomialización, siendo nuestro objetivo final su elaboración y
concreción. En relación a esto último y frente a los discursos engañosos
que han asociado este proceso con la pérdida de la fuente laboral de
los trabajadores y con el desamparo de personas desde el FAB decimos
que:
DESMANICOMIALIZAR
NO es el cierre del Hospital Público
NO es dejar a los imternos en la calle
NO es dejar a los trabajadores de la salud sin sus puestos de trabajo
NO es privatizar la atención de la salud pública
NO es sobremedicación
NO es encierro
NO es segregación
NO es violencia física, psíquica y química
NO es depósito de las personas
NO es abandono ni desamparo
NO es judicialización de la internación