La Búsqueda

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César Hazaki

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Apr 3, 2018, 4:20:13 AM4/3/18
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La búsqueda

El pueblo estaba en alerta desde la madrugada, Leticia que había dormido muy mal, despertó con los gritos que venían de la calle. Al estirar la mano se dio cuenta que su esposo no estaba en la cama, al asomarse a la habitación de al lado vio que sus hijos, que dormían amontonados por la falta de espacio, se habían levantado dejando todo revuelto. Al salir se dio cuenta de la situación cuando otras madres venían a consolarla, al mismo tiempo que los hombres se organizaban para ir en busca de Negrita.

Lo que más le llamó la atención que al frente de los mismos se encontraba su esposo. Enérgico daba indicaciones, pedía a las niñas noticias sobre la desaparecida. Le parecía increíble que el hombre que tantas veces había despotricado contra su hija ahora estuviese tan dispuesto a ir en su búsqueda.

Las amigas de Negrita fueron interrogadas varias veces y todas respondían lo mismo: que había partido hacia la frontera con Paraguay, que les había contado de un hombre mayor que la iba a ayudar y que no pensaba volver. Eran tan sentido relatos que nadie se le ocurrió pensar que era un relato  acordado entre todas en la selva cuando se organizó la fuga. La que tenía el llanto más fácil no para casi de sollozar, otra se desmayaba, y las más pegan grititos clamando por su amiga. Todo esto enloquecía al padrastro que, hacha en mano, amenazaba al cielo pidiendo encontrar a ese hombre y partirle la cabeza.

Estas versiones de la dirección que tomó Negrita hizo cambiar los planes de búsqueda. Hacia el oeste quedaba la casa de la abuela, al sur la casa de la tía y todo indicaba que Negrita tendría que dirigirse hacia esos lugares conocidos donde sabía que conseguiría protección. Ese enigmático hombre, esa salida hacia la frontera mostraba el camino del secuestro de niñas que luego iban a parar a redes de trata. Nadie entendía cómo una niña tan hacendosa, tan recatada, tan educada podía ir hacia en esa dirección a sabiendas de lo que pasaba, no era la primera vez que secuestraban una niña en el pueblo. Mientras el hachero vociferaba y apuraba a la partida, Verónica rogaba para que no la encontraran y las otras madres aprovechaban para lanzar mensajes siniestros a las amigas de Negrita. Diez hombres armados y con vituallas para varios días salieron a buscar a Negrita por la ruta que llevaba hacia el Paraguay. Al perderse de vista nadie notó que las niñas dejaron de gritar y sollozar


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