Casi por unanimidad parlamentaria, incluyendo a la bancada del FpV, se aprobó la polémica Ley de Dislexia. La misma fue impulsada por la Fundación INECO del neurólogo Facundo Manes (cuyo nombre suena cada vez con más fuerza para encabezar la lista del Senadores del PRO desde Buenos Aires para las elecciones del año próximo) y prevé importantes negociados para Manes y otras fundaciones de línea cognitiva-conductuales, ya que los maestros de todo el país ahora se capacitarán en ellas, para “identificar” casos de dislexia en las aulas.
La Ley de Dislexia, que contradice a las leyes nacionales de Educación, Salud Mental y de Protección Integral de los Derechos de la Niñez, habilita desde una ideología biologicista, un abordaje a esta problemática que desplaza a la función pedagógica y no contempla las problemáticas sociales de los alumnos, como el contexto socio-cultural-económico en los que se desarollan.
Uno de los puntos a destacar, que la ley no contempla, es que el proceso de lecto-escritura no proviene de los “genes”, no está grabado; sin embargo, y esto es lo peligroso, es lo que sostienen con esta ley.
El negocio y el riesgo de esta Ley de Dislexia, es que desde Cambiemos plantean que toda deficiencia es innata y la padecen entre el 5% y el 10% de la población escolar, atento a ello, los maestros tendrán que ser capacitados en instituciones como la Fundación INECO, de Facundo Manes y otras enmarcadas en el “paradigma” de las neurociencias, como un nuevo avance en la medicalización de la infancia.
Infobaires24 – 20/10/16
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