lánguida de floresta
César Hazaki
Lánguida de Floresta
Mira fotos viejas, lo suele hacer como un ritual cada domingo bien
temprano, cuando todos duermen. Nada de imágenes en el celular, prefiere
las que están en papel, pese a que se van apagando sus colores. Ya lo sabe, el
tiempo deja su marca. En este caso borrando detalles y brillos. No ocurre lo
mismo con sus gestos, su cara se hizo más adusta y con dos surcos profundos en
su frente.
Siempre recorre las fotos con un orden establecido. Primero sus abuelos, luego
sus padres, las amigas del secundario y la frutilla del postre son sus novios.
Tiempos pretéritos donde fue muy hermosa y deseada. Se detiene especialmente en
aquellas fotos de los que fueron sus grandes amores. Relaciones pretéritas,
cenizas de fuegos enormes a las que el capricho, el desencuentro, la
incomprensión les escamoteó el futuro.
Cada una de las fotos le trae el sabor del amor, perdido en su cuerpo pero vivo en su memoria. Un velero en una isla de Brasil, un pequeño auto donde ella tejía y cebaba mate durante el trayecto. Como era de poco hablar cambiaba los casetes o preparaba bocados para su enamorado conductor.
El silencio era su estilo, pero también un arma, dado que se convertía en premura para la unión amorosa. Se bajaban del auto en cualquier bosque cercano y el fragor los devoraba. Todo está vivo en su memoria, que es su piel actual. Su erotismo encontrado y perdido, su melancolía como permiso para desear y estar en éste mundo.
Los familiares que conocen el ritual, no lo oculta pero tampoco dice lo
más pasional del recorrido por las fotos, le hacen alguna que otra broma al
respecto, no son intrusos pero sospechan que en ese encuentro en soledad
transcurre algo más que no logran atisbar. De todas formas respetan su forma
lánguida de recordar.
Lo cierto es que, ya hace tiempo, su corazón se ha secado. Vive con un hombre
que no ama y sus días de vino y rosa se han perdido.
No se ve apasionada por faltar al trabajo para ir a un encuentro amoroso,
tampoco a pasar más de una noche sin dormir por envolverse en abrazos pasionales.
En éste tránsito de ser una mujer mayor solo las fotos le acarician el alma.
César Hazaki
Isabel Marazina
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