mirar la lluvia
César Hazaki
Mirar la lluvia
Es inevitable algún día llueve torrencialmente y como consecuencia la verá salir disparada del lecho. Sabe que la curiosidad de ver caer las gotas pegar contra el piso le es imperiosa,. En eso piensa sin levantarse de la cama. La ve entusiasmarse, levantarse presurosa y correr cortinas para no perderse nada.
Ella mira hacia el patio registrando plantas y tratando de ubicar a la gata, espera que no caiga granizo. Le pide a su hombre que se acerque a mirar el espectáculo. Ha iluminado todo el dormitorio, no quiere que se duerma y que espera con ganas que venga a contemplar la lluvia. Le agrega: -todo el mundo quiere hacer el amor en un día de lluvia torrencial. Tal vez tendríamos que haber alargado el desayuno y esperar las primeras gotas.
Él no se siente seguro, teme lo que esa mujer que mira la lluvia disfruta, sí la desnudez y la luz no son parte de sus hábitos. Sabe perfectamente que hay un recuerdo imborrable, el de esa noche en que su madre entró sigilosa a su cuarto y lo sorprendió masturbándose. Era demasiado niño para entender tanto lo que hacía como los contenidos severos que disparaba su madre. Desde ese momento ese estar desnudo e iluminado se transformó en un tabú casi insuperable. Era como un Batman de la oscuridad, en ella todo estaba permitido pero a la luz y sin una sábana suave encima era un Clark Kent débil y timorato.
Ella sabe de sus dificultades y trata de sacarlo de esos antiguos miedos. También del intenso deseo que su cuerpo le impone a su hombre. –Si venís hay un premio especial apenas termine de llover. Se lo dice sin mirarlo, acerca sus dos manos sobre sus senos y los toma. Sabe que no tiene que agregar más.
Él vence sus inhibiciones, se acerca con precauciones, como un animal que teme la luz, y la toma por detrás. Pasa las manos por su cintura y le beso el cuello despacio.
Ella apoya su cabeza en el pecho del varón, de su varón y con suavidad le dice: -Haceme de corpiño.
Él sube sus manos hacia los senos, los aprieta abriendo cada uno de sus dedos para abarcarlos completamente sin dejar de besarle el cuello. Nada debe quedar fuera de sus manos, así como quiere esté en su vida. Ella suspira, es así como soñó estar en la vida de este varón al que anhelo en secreto mucho tiempo.
Ambos saben que se trata de esperar que pare la lluvia.
C.H.
