Y si realmente se va, qué haré? Ya hay lugares que me son extraños. He conocido murales, jardines, balcones y grafittis en esos paseos casi furtivos, impregnado en alcohol, ahogándome en mi barbijo. He convivido con el olor a lavandina dentro de mi casa, establecido reglas rígidas para mis zapatos, para mis parientes, para mis amigos. De pronto anuncian la llegada de ese ser mágico: la vacuna. La espada flamigera que hará el vade retro con esa malignidad que hace meses acampó por todo el mundo, volverán como nuevas normalidad las anteriores. Esas que hoy me son extrañas y que dejaron de ser hace tiempo. Me sacaré el barbijo, miraré las casas diezmadas por la peste. Caminando despacio recordaré los ausentes y me sentaré en plaza a mirar a los perros con dueños, a los chicos en los juegos, a los adolescentes jugando al fútbol y con desenfado tomaré una hamaca y trataré de balancearme alto, bien alto.
C.H.