En el mundo del cine, como en cualquier parte, hay gente que dedica su vida al chisme. Tienen muy poco trabajo y malgastan el tiempo inventándose historias sobre los demás. Historias carentes de fundamento.
Cuando la Generalitat nos robó el Festival de Sitges, los pobrecitos se tenían que justificar inventándose pasados franquistas. Pero lo más increíble fue una patraña de alguien que recibía anónimos desde Mallorca, población en la estuve por vez primera muchos años después.
Para acceder a la isla se recurre al avión o al barco, ambos medios utilizan un registro de viajeros del que no puedes escapar.
Pues bien. Hete aquí el cuento que narraban sin ningún pudor.
Estoy a media noche en mi cama de Reus, me da un pasmo y escribo cartas injuriosas. Me voy andando a Salou, me meto en el mar y me voy nadando a Mallorca. Tiro la carta seca a un buzón. Regreso al mar y nadando llego a Salou.
Camino hasta Reus, me meto en la cama y a la mañana siguiente me despierto y no recuerdo nada.
No miento. Esta historia es la que contaron para desacreditarme. Menos mal que nadie les creyó.
Salvador