Por Mempo
Giardinelli
A propósito del Museo de la Lengua
recientemente inaugurado en la Biblioteca Nacional, en varias notas de diarios,
revistas y radios se lo identifica como “de la lengua española”. Y es curioso,
porque tal categoría es un error conceptual, además de que no es la denominación
oficial que le ha dado la BN al flamante museo.
Pero este yerro ya está instalado en el imaginario nacional
contemporáneo. Lo que obliga a hacer algunas precisiones, porque nosotros
hablamos Castellano, no Español.
Es claro que,
como se dice comúnmente, hablamos la lengua de Cervantes. Pero es también la
lengua de Sor Juana y de Sarmiento, la de Borges y Cortázar, y la de Neruda,
García Márquez, Rulfo y tantos y tantas más que han creado una magnífica
literatura que hoy nos expresa a más de 500 millones de personas, y es, después
del chino mandarín, la lengua más hablada y leída del planeta por el número de
personas que la tienen como lengua materna.
El Castellano es la lengua romance que ha logrado mayor difusión en el
mundo contemporáneo. Es uno de los seis idiomas oficiales de las Naciones
Unidas; el segundo más estudiado en el mundo después del Inglés y el tercero más
usado en Internet.
Pero es Castellano. No
Español, como se popularizó en el mundo última y equivocadamente, y por diversas
razones políticas y económicas. Entre ellas, el avance de Telefónica en América
y la creación del Instituto Cervantes como avanzada política cultural de España
en el mundo. Lo cual estuvo muy bien para ellos, pero limitó el término
“castellano” a designar el dialecto románico nacido en el Reino de Castilla
durante la Edad Media, y que se habla en esa región. Contribuyó a ello la fácil
traducción del gentilicio: Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, espanhol,
etc.
“El término español resulta más
recomendable por carecer de ambigüedad”, declara ambiguamente el Diccionario
Panhispánico de Dudas, en su edición de 2005. Pero entre nosotros hace ya 200
años que ese enorme lingüista que fue Andrés Bello advirtió el eje de la
cuestión, al titular su obra principal, Gramática de la lengua castellana
destinada al uso de los americanos. Un título perfecto.
Bello explicaba: “Se llama lengua castellana (y con menos
propiedad española) la que se habla en Castilla y que con las armas y las leyes
pasó a América, y es hoy el idioma común de los Estados
hispanoamericanos”.
“Hoy no hay foco de
conflicto con la RAE porque tiene un nivel de comprensión de las singularidades
dialectales en América latina”, razona Horacio González. Lo que es cierto, pero
no clausura la cuestión. De hecho, y no dudo de que HG lo comparte, el asunto
está vigente entre nosotros, e incluso no termina de resolverse en España. La
vigente Constitución Española de 1978, posterior a la caída del franquismo,
define: “El castellano es la lengua española oficial del Estado (...) Las demás
lenguas serán también oficiales en las respectivas Comunidades
Autónomas”.
No es dato menor que fue a partir
de los ’90 que se inició la reconquista de la América latina por algunas grandes
casas editoriales de España, que se transnacionalizaron comprando empresas
locales, de México a Buenos Aires.
Nuestra
lengua viene de la península, desde ya, pero se ha enriquecido y complejizado
con muchísimos aportes propios, y hoy se compone de elementos lingüísticos
extraeuropeos que merecen estudio y reconocimiento y la hacen otra, una y
múltiple. El Castellano Americano que nos identifica y hermana políticamente
recoge tradiciones propias y enlaza parentescos nacidos de esta tierra
prodigiosa a la que vinieron millones de extranjeros para asimilarse y
enriquecer su carácter, creando una cultura latinoamericana que necesariamente
es un fruto plural y que tiene expresiones peculiares y su propia y riquísima
tradición literaria. Y así es leída en todo el continente, porque ha sido y es
escrita en el Castellano de América.
Hace
poco, en la Universidad Federal de Niterói, en Brasil, me tocó inaugurar el 14º
Congreso de Hispanistas de ese país, donde nuestro idioma está adquiriendo un
notable desarrollo gracias a políticas públicas que advierten la importancia de
la lengua que los rodea en todo el continente y que expresa a casi 40 millones
de latinoamericanos de todos los países (excepto Chile) con los que Brasil tiene
fronteras. Y allí observé el mismo fenómeno: la cuasi imposición de la
denominación Español para una lengua –la nuestra– que en realidad es el
Castellano Americano que se habla, escribe y lee en Nuestra
América.
El asunto no es nuevo. En tiempos de
Perón, por cierto, se estudiaba “Lenguaje Nacional”. Y cuando yo era chico
estudiábamos “Castellano” de primero, segundo y tercer año; y luego, en cuarto y
quinto, Literatura Universal e Hispanoamericana. Hoy se impuso una deslavada e
imprecisa “Lengua” mientras se populariza la creencia de que hablamos
“Español”.
La importancia del idioma en la
formación de una identidad, así como la propiedad, el uso coloquial y la
enseñanza de la Literatura no son asuntos menores ni superfluos. Ya Don Juan
Filloy lo subrayaba en los albores de la democracia, cuando resaltaba la pobreza
coloquial de los argentinos, que usaban poco más de mil vocablos de una lengua
que tenía entonces 73.000.
Un cuarto de siglo
después las cosas no han mejorado. Hoy, con los aportes de todas las academias
correspondientes de la América hispana, nuestro idioma supera los 90.000
vocablos, pero sigue siendo urgente detener la pobreza lexical, la pauperización
expresiva y la extranjerización agresiva y aculturizante de nuestro pueblo. Y si
ni siquiera sabemos el nombre correcto de la lengua que hablamos, la cosa es más
grave aún.
¿El que hablan los guatemaltecos o el que hablan los porteños de Buenos Aires? Me parece que entre ellos hay tantas o mas diferencias que las que cada uno de ellos guarda con el que habla un madrileño.
Ergo: habría que referirse a un Castellano Argentino, otro Chileno y así siguiendo. Quizas podemos afinar más: un castellano jujeño y otro Castellano de la Villa 31. ¿Qué te pa? (Que te parece?...que te pasa?... Que te.....)
Las lenguas vivas son aquellas que estan en permanente transformación, adquiriendo nuevos vocablos y desechando por el olvido otros. El latin y el griego antiguo no han vuelto a incorporar ningun vocablo nuevo hace ya muchos años.
Esto es lo que los ingleses saben hace mucho y por eso no tienen una academia de letras que "fije" las normas de la lengua escrita o hablada, como si la hay en Francia y España. Lo consideraron antidemocrático por que pensaron que son los pueblos los que van decidiendo el uso del idioma y no debe hacerlo un grupo de elegidos. Y la Real Academia de la lengua Española, que tiene como emblema el "limpia, fija y da esplendor", hoy lo tiene por tradición y nada más, sobre todo eso de"fija" y cada vez aceptan con mas liberalidad los cambios que se van produciendo en el idioma, incluso aquellos que van rompiendo las reglas establecidas.
Enviado desde mi BlackBerry de Movistar
Luis de las Morenas
-----Mensaje original-----
De: Adelmo Arguello [mailto:adelmoa...@hotmail.com]
Enviado el: lunes, 24 de octubre de 2011 23:28
Para: Bachilleres Colegio Nacional
Asunto: RE: [bachilleres1960 3404] La lengua que hablamos: ¡Castellano!
________________________________
Un abrazo
Carlos Saracino.
2011/10/24 Adelmo Arguello <adelmoa...@hotmail.com>
Por Mempo Giardinelli
A propósito del Museo de la Lengua recientemente inaugurado en la Biblioteca Nacional, en varias notas de diarios, revistas y radios se lo identifica como "de la lengua española". Y es curioso, porque tal categoría es un error conceptual, además de que no es la denominación oficial que le ha dado la BN al flamante museo.
Pero este yerro ya está instalado en el imaginario nacional contemporáneo. Lo que obliga a hacer algunas precisiones, porque nosotros hablamos Castellano, no Español.
Es claro que, como se dice comúnmente, hablamos la lengua de Cervantes. Pero es también la lengua de Sor Juana y de Sarmiento, la de Borges y Cortázar, y la de Neruda, García Márquez, Rulfo y tantos y tantas más que han creado una magnífica literatura que hoy nos expresa a más de 500 millones de personas, y es, después del chino mandarín, la lengua más hablada y leída del planeta por el número de personas que la tienen como lengua materna.
El Castellano es la lengua romance que ha logrado mayor difusión en el mundo contemporáneo. Es uno de los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas; el segundo más estudiado en el mundo después del Inglés y el tercero más usado en Internet.
Pero es Castellano. No Español, como se popularizó en el mundo última y equivocadamente, y por diversas razones políticas y económicas. Entre ellas, el avance de Telefónica en América y la creación del Instituto Cervantes como avanzada política cultural de España en el mundo. Lo cual estuvo muy bien para ellos, pero limitó el término "castellano" a designar el dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, y que se habla en esa región. Contribuyó a ello la fácil traducción del gentilicio: Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, espanhol, etc.
"El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad", declara ambiguamente el Diccionario Panhispánico de Dudas, en su edición de 2005. Pero entre nosotros hace ya 200 años que ese enorme lingüista que fue Andrés Bello advirtió el eje de la cuestión, al titular su obra principal, Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. Un título perfecto.
Bello explicaba: "Se llama lengua castellana (y con menos propiedad española) la que se habla en Castilla y que con las armas y las leyes pasó a América, y es hoy el idioma común de los Estados hispanoamericanos".
"Hoy no hay foco de conflicto con la RAE porque tiene un nivel de comprensión de las singularidades dialectales en América latina", razona Horacio González. Lo que es cierto, pero no clausura la cuestión. De hecho, y no dudo de que HG lo comparte, el asunto está vigente entre nosotros, e incluso no termina de resolverse en España. La vigente Constitución Española de 1978, posterior a la caída del franquismo, define: "El castellano es la lengua española oficial del Estado (...) Las demás lenguas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas".
No es dato menor que fue a partir de los '90 que se inició la reconquista de la América latina por algunas grandes casas editoriales de España, que se transnacionalizaron comprando empresas locales, de México a Buenos Aires.
Nuestra lengua viene de la península, desde ya, pero se ha enriquecido y complejizado con muchísimos aportes propios, y hoy se compone de elementos lingüísticos extraeuropeos que merecen estudio y reconocimiento y la hacen otra, una y múltiple. El Castellano Americano que nos identifica y hermana políticamente recoge tradiciones propias y enlaza parentescos nacidos de esta tierra prodigiosa a la que vinieron millones de extranjeros para asimilarse y enriquecer su carácter, creando una cultura latinoamericana que necesariamente es un fruto plural y que tiene expresiones peculiares y su propia y riquísima tradición literaria. Y así es leída en todo el continente, porque ha sido y es escrita en el Castellano de América.
Hace poco, en la Universidad Federal de Niterói, en Brasil, me tocó inaugurar el 14º Congreso de Hispanistas de ese país, donde nuestro idioma está adquiriendo un notable desarrollo gracias a políticas públicas que advierten la importancia de la lengua que los rodea en todo el continente y que expresa a casi 40 millones de latinoamericanos de todos los países (excepto Chile) con los que Brasil tiene fronteras. Y allí observé el mismo fenómeno: la cuasi imposición de la denominación Español para una lengua -la nuestra- que en realidad es el Castellano Americano que se habla, escribe y lee en Nuestra América.
Ma' cuando il vigore ha morto, avanti con il orto
Estimados
Hoy me toca corregirlo a Adelmo
Caro signore Adelmo debo dire che:
Le cuattro condizzione per essere felice sono:
-Acqua fredda
-Vino puro
-Ficca stretta
-E catzo duro
E, se tutto va bene
Avanti col pene
Se la forza mingua
avanti con la lingua
e se lo’sforzo e nullo
Avanti per il culo
¡¡ma sempre avanti!!!
¿Hai capito figlio mio?
Ing. Luis de las Morenas
División Argentina
L.N.Alem 712– 11º Piso (C1001AAP)
Ciudad Aut. Buenos Aires, República Argentina
Fax: +54 (11) 5273-6803 / Ctdor: +54 (11) 5273-6800
E-mail: luis.del...@sener.com.ar
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