La Escuela de Gestores y Animadores Culturales (EGAC) de Chile nos propone la siguiente pregunta ¿Cuándo se puede decir que una actividad cultural efectivamente es comunitaria? ¿Cuáles serían sus principales características?
Sugerimos revisar la conferencia de Roberto Guerra - fundador de la EGAC - quien da varias pistas sobre esta pregunta.
Comparto una experiencia de cuando comencé a trabajar en la promotora cultural Abarrotera Mexicana.
En aquel tiempo tenía la idea de que lo comunitario se refería a ciertos contextos: áreas rurales o habitacionales de las clases populares. Pensaba que los proyectos se volvían comunitarios al ubicarlos en estos contextos y que ello permitía “llevar la cultura” a donde aparentemente no la hay.
Con estas ideas emprendí la tarea de abrir una galería de arte contemporáneo en el barrio de Mexicaltzingo en la ciudad de Guadalajara. Uno de los objetivos del proyecto era “dar acceso” al arte contemporáneo, aunque nunca hubo una estrategia educativa o de vinculación efectiva con los habitantes del barrio.
La noche de apertura se hizo una fiesta que duró toda la madrugada alrededor de un mural que retrataba a Jesucristo como un cantante de rock; empezamos con el pie izquierdo y los vecinos no tardaron en mostrarse molestos por la llegad de la galería.
La beca que mantenía el proyecto se acabó y así llegó el cierre del espacio. Las alternativas de financiamiento se reducían al no tener el respaldo de los vecinos y comerciantes del barrio. Me convertí en persona non grata para la asociación de vecinos y el colectivo Abarrotera Mexicana se desintegró.
A lo largo de un año pude reflexionar lo que había sucedido y con apoyo de nuevos colegas busqué reparar los errores y resarcir la relación con los vecinos del barrio. Mis compañeros Alan y Bayardo se acercaron a la asociación de vecinos y a los comerciantes para apoyar sus actividades a través de eventos culturales de su interés.
Más adelante comprendimos los verdaderos intereses del barrio. Eventualmente abrimos un centro cultural en el mismo sitio donde había estado la galería pero dedicado a la recuperación de la memoria histórica de Mexicaltzingo: La Tienda de los Güeros.
Fueron casi cuatro años de trabajo y amistad con los vecinos. Fue en Mexicaltzingo que aprendí que lo comunitario se refiere a las dinámicas que se generan en lo cotidiano, a los lazos afectivos que se tejen, a los procesos de largo aliento, a la economía solidaria que sostiene los proyectos y al potencial transformador de un proyecto. Entendí también el rol del gestor y la tensión entre la "cultura de la gestión" (programática) y las dinámicas comunitarias (no programáticas).
Hola a todas y todos. En plan de aportar a esta conversación, diría que en una primera aproximación se puede concluir que la práctica cultural comunitaria refiere a iniciativas circunscritas a un territorio, que presentan diversas posibilidades de participar en ellas, son impulsadas por la propia comunidad o determinadas grupalidades y respecto de sus finalidades, buscan la generación de cambios positivos en el entorno.
Sin embargo, resulta importante distinguir entre existen actividades que surgen de, desde, con y para la comunidad.
Así, no resulta ser lo mismo cuando la acción cultural se piensa para la comunidad, que cuando se piensa con dicha comunidad, pudiendo transitar una misma iniciativa desde las conocidas prácticas asistencialistas, a las promocionales, dependiendo de cómo se entienda este proceso. Esto no quiere decir que sólo la comunidad en sentido general y excluyente, sea propietaria de la iniciativa en este tipo de acciones. Muchas actividades son impulsadas por grupos o líderes locales que no necesariamente poseen la representación formal o simbólica de dicha comunidad, pero que desarrollan su labor en dicho territorio.
De este modo, un proyecto cultural –en el sentido amplio del término- no será comunitario sólo por apellidarlo de ese modo, sino que finalmente por el proceso que le da origen y sentido.
En fin, es un tema complejo y fascinante para compartir en el Mitote.