(IVÁN): LA CASA DE DIOS: SALPICADA POR TI CON LA SANGRE DEFENSORA DE YESHUA, JESÚS:

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Sábado, 24 de Septiembre, 2016 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

(JESÚS, EL PRINCIPE DE PAZ REINA SOBRE TODO COLOMBIA: Todos nosotros celebramos el renacer de la paz de nuestra hermana nación colombiana. Que ya no haya más conflictos es la paz de muchos no solamente en la tierra de nuestras familias hermanas, pero para muchos más por todas partes de nuestro gran continente iberoamericano. Que nuestro Padre celestial bendiga grandemente la paz de todo Colombia, porque también es la paz de todos nosotros, en el nombre bendito de su Hijo Jesucristo se lo pedimos en oración. ¡Amén!)


LA CASA DE DIOS: SALPICADA POR TI CON LA SANGRE DEFENSORA DE YESHUA, JESÚS:

Nuestro Padre celestial se llevó a Abraham y a su esposa Sarah a la tierra que él había escogido para encontrarse con él, para que lo herede todo, ya que él había obedecido a su palabra para ir al lugar en donde él empezara su nueva relación con él, por medio de su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. Ésta es la tierra de Canaán a donde nuestro Padre celestial había llevado a Abraham y a su familia junto con todas sus posesiones personales, que consistían de ganados y de siervos (hijos adoptados de extranjeros por dinero), para darles un hogar en donde puedan vivir juntos y felices por siempre.

Y porque nuestro Padre celestial lo había visitado, además prometió darle a él la tierra en donde él lo había llamado, para reencontrarse con él junto con su esposa Sarah y toda su familia, entonces Abraham decidió levantar un altar para conmemorar la visita de Dios a él y a sus muy amados de siempre. Éste es el altar que nuestro Padre celestial estaba buscando que Abraham lo levante para él y para la gloria de su nombre bendito, porque él no solamente le había otorgado la tierra de Canaán pero también a sus hijos—sus hijos que lo heredaran todo en las futuras generaciones venideras, hacia toda la eternidad.

Éste es el altar de nuestro Padre celestial que Abraham tenia que levantar para él y para gloria de su nombre santo, porque sobre el altar él tenia que confirmar a los hijos prometidos por nacer e incontables como las estrellas del cielo y como la arena del mar—tan numerosos todos ellos que jamás han sido contados—y sólo por Dios. Ciertamente, que nuestro Padre celestial se sintió muy contento al ver a alguien como Abraham su siervo levantar su altar, en donde él mismo se encontraría con él junto con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, por ello el Padre decidió bendecirlo con un hijo muy especial, su mismo Hijo Jesucristo y su carne sagrada y con la sangre reparadora.

Porque fue sobre éste altar en que nuestro Padre celestial había de confirmar no solamente el numero de los hijos que son incontables perpetuamente, entregándoselos a través de las generaciones futuras como la nación hebrea, pero también, para que él llegue a ser padre de muchas naciones y así formar su gran reino celestial hacia toda la nueva eternidad venidera. Por lo tanto, fue sobre éste altar, en que nuestro Padre celestial se encontró feliz para entregarle a Abraham a su Hijo amado, el Rebbe Yeshua jaMashiax, Jesucristo, para que nazca como Isaac del vientre muerto de Sarah, por el Espíritu Santo: Y éste es el pacto de la carne sagrada, dándole así vida perpetuamente a la nación de sus sueños, Israel.

Y es sobre éste altar, en que Abraham había construido para nuestro Padre celestial entonces encontrarse con él y con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, para que lleguen a ser parte de su vida a través de su hijo Isaac por nacer en su familia—dándole abundante vida, al que crea en su nombre para perdón de sus pecados. Además, para nuestro Padre celestial sellar éste pacto con Abraham, entonces él tenia que no solamente hacer que esté en la presencia de su Hijo Jesucristo, pero también del Espíritu Santo: porque él ya estaba listo para recibir a su Hijo Jesucristo por el vientre estéril de Sarah como Isaac y lleno del amor prehistórico, descendido del cielo, por el Espíritu Santo.

Sobre éste altar, construido por Abraham para nuestro Padre celestial, fue no solamente para conmemorar su visita a él en Canaán, pero también para empezar una relación que él tenia que tener con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, porque con el nacimiento de Isaac entonces amor prehistórico descendería del cielo, encendiendo el altar de Dios para las naciones, perpetuamente. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial de que Abraham abandonara la casa de su padre junto con todo su país para ir a la tierra de Canaán, que él había preparado para que él viva con sus hijos incontables por nacer, y en donde levantaría el altar que ardería perpetuamente con el amor prehistórico, descendido del cielo.

Éste vendría a ser, en su día, el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, uniendo a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel cada siete días (el Sábado) para amar, servir y glorificarlo a él y a su nombre bendito todos juntos como una gran familia destinada a poseer pronto La Nueva Jerusalén celestial. Realmente, nuestro Padre celestial llamó a Abraham a Canaán, en donde él haría que su amor prehistórico descendiese del cielo, encendiendo así su altar con su amor lleno de su presencia y de la su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo: porque éste es el amor que le dará vida a la nación de sus sueños, Israel, y por muchas generaciones venideras.

Ya que, éste amor prehistórico, descendido del cielo, no solamente empezara la familia divina en la tierra que es su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo para hacer nacer a la nación hebrea de su sueño, pero también para regar su amor paterno hacia las familias de las naciones, para salvarlos a todos del pecado, Satanás, muerte y del infierno tormentoso, perpetuamente. Éste es el altar que nuestro Padre celestial necesitaba tener establecido en la tierra así como siempre lo ha tenido en el cielo ante sus huestes angelicales para alabar, exaltar y glorificarlo a él y a su nombre bendito sobre el monte Sión, para que Abraham con sus hijos haga lo mismo incesantemente, bendiciendo así a las naciones como se lo prometido inicialmente.

Éste es el altar, en donde nuestro Padre celestial finalmente llamaría a Abraham a traer a su sacrificio al monte del que siempre le hablara, porque aquí es en donde él le confirmara sus promesas no solamente para darle a su Hijo Jesucristo como Isaac, por medio del vientre estéril de Sarah, pero también para darle sus hijos en las generaciones venideras. Sin embargo, antes de que esto tome lugar entonces Abraham tenia que haber recibido a su único hijo Isaac, para que él aprenda a amarlo así como el Padre siempre lo ha amado a través de la eternidad y ante los ángeles, para que por su hijo Isaac entonces él aprenda a amarlo a él hacia toda la vida eterna del cielo.

Además, nuestro Padre celestial tenia que asegurarse de que Abraham había aprendido a amar a su Hijo Jesucristo, que realmente era Isaac, nacido del vientre estéril de Sarah, por el poder del Espíritu Santo, para que él lo ame a él y a su nombre bendito a través de su amor prehistórico, entrando así a la vida eterna del cielo eternamente enriquecido. Así nos dice también de que si Abraham hubiese fallado de recibir a su Hijo Jesucristo por medio del nacimiento de Isaac del vientre estéril de Sarah, entonces él hubiese fallado también eternamente de amarlo a él, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, para que su familia divina jamás nazca en la tierra para ser la nación de Israel.

Por eso, es que fue importante para su Hijo Jesucristo nacer no solamente para introducir vida eterna en la vida humana, por medio de la familia de Abraham, como la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora para el sacrificio continuo sobre el altar divino, pero también introducir el amor prehistórico para que todo hombre aprenda amar a Dios, perpetuamente. Ciertamente, únicamente por nacer Isaac el amor prehistórico de nuestro Padre celestial descendió del cielo con el Espíritu Santo, y fue importante no solamente para impartir amor en Abraham y en su familia, pero también en todas las naciones: y así aprendan todos a amar a Dios y a su nombre bendito sobre el monte Sión y su altar del sacrificio continuo.

Por ello, cuando Isaac finalmente nació del vientre estéril de Sarah, por los poderes del Espíritu Santo, entonces Sarah tubo que hablar por el poder del Espíritu Santo, pidiéndole terminantemente a Abraham que su hijo Ismael y con su madre Agar, la egipcia, abandonen su hogar: porque Isaac su hijo tenia que crecer sin conflicto alguno en su familia. Isaac necesitaba vivir lejos de Ismael y quien sea que diga ser hijo de Abraham, para que él viva conociendo únicamente el amor entre él, Abraham, Sarah y los hijos adoptados que vivian ya en aquellos días en el hogar de Abraham, para que su cuerpo santo se desarrolle normalmente junto con el amor prehistórico, descendido del cielo, para bendición de muchos.

Por eso, es que nuestro Padre celestial tubo que hablar con Abraham sobre Isaac, para que viva una vida normal entre él y su familia, para que conflictos no se manifiesten jamás, para que Isaac crezca en un ambiente saludable y rico, ayudando así a su amor divino dado a la humanidad entera a que se manifieste en su plenitud: salvándolos, perpetuamente. Aquí, Abraham finalmente entendió, que él tenia que obedecer a Sarah, por lo que decía de Ismael y de Agar, porque tenían que abandonar el hogar para ir a vivir a otro lado, para que Isaac crezca sin conflicto alguno en su mente, corazón, cuerpo y espíritu humano: dado que lo que saldría de él era muy precioso, para el sacrificio continuo.

Puesto que, éste era el único camino posible en que nuestro Padre celestial podía realmente ayudar a Isaac junto con el Espíritu Santo, para que se desarrolle en el espíritu de la familia humana su amor prehistórico, para que no solamente Abraham sea enriquecido divinamente con él, pero también todos los demás: porque su amor descendió para conquistar a las naciones, eventualmente. Éste movimiento de su amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, fue muy importante para nuestro Padre celestial establecer su vida prístina en la tierra, vistiendo así a todo su nuevo reino con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, dándole vida a sus hijos, renacidos milagrosamente de su imagen y de su alma viviente.

Éste es la extensión de su familia divina, que realmente es su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, no solamente manifestado por vez primera en el cielo angelical con Adán pero también con Eva, porque cuando Adán se movía por todo el reino de los cielos, entonces él entendió que no era bueno de que su Hijo viva solo. Aquí, Adán caminó hacia el epicentro del paraíso, en donde el árbol de la vida está, entonces él lo puso a dormir, para abrirle su quinta costilla, y de ella y la sangre creó a su compañera que vendría a ser no solamente su esposa pero también madre de sus hijos, para llenar la Creación con vida por todos lados, perpetuamente.

En el sueño profundo de Adán, entonces nuestro Padre celestial tomó su quinta costilla y la sangre de su corazón para formar a la primera mujer y cada hijo que nacería no solamente en el paraíso, si es que ellos no hubiesen comido del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, para llenar la tierra de vida abundantemente. Aquí es cuando, Adán empezó amar a nuestro Padre celestial, porque él le había dado a la compañera de su vida pero también a sus hijos, que serian como él con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre bendita: pompeando así por toda vena poder para amar, servir y glorificar a Dios y a su nombre bendito, para siempre.

No obstante, como ya conocemos, Eva fue engañada por la serpiente del Jardín del Edén para comer del fruto prohibido, que estaba destinado por el engaño de Satanás para que Adán lo coma, para que no solamente él muera sino también sus hijos que nacerían en las generaciones venideras, llenando así no solamente el cielo de vida sino también la tierra, eventualmente. Además, cuando Adán y Eva se dieron cuenta del error que habían cometido al comer del fruto prohibido, que nuestro Padre celestial les había prohibido tajantemente jamás comer de él, porque cuando lo coman, entonces ellos morirían en el paraíso junto con los hijos por nacer: y aquí sus ojos se abrieron conociendo el mal y el bien, para ser castigados divinamente.

Entonces ellos sentían miedo, como jamás lo habían conocido antes ante nada, porque al comer del fruto prohibido, el amor de nuestro Padre celestial que él ya les había manifestado por su Hijo Jesucristo (como el árbol de vida) y por el Espíritu Santo, entonces todo el amor había salido de ellos que ya no amaban más a Dios, sino sólo sentían miedo. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial se da cuenta de que ambos habían comido del fruto prohibido, porque cuando se acercó a ellos para interactuar divinamente como siempre, entonces él sintió que su amor ya no estaba en ellos para recibirlo, porque Adán y Eva dijeron: Te oímos caminar hacia nosotros, y sentimos miedo de encontrarnos contigo, para amarte como siempre.

Nuestro Padre celestial les preguntó: ¿Qué es lo que ustedes han hecho? Adán dijo: La mujer que tú me diste, ella me dio de comer del fruto prohibido, y por eso es que sentimos miedo cuando te oímos caminar hacia nosotros; y nos cubrimos de nuestra desnudes con las hojas de los árboles, porque sentimos vergüenza de que nos veas así. Y, entonces, nuestro Padre celestial les dijo a ambos: ¿Ustedes han comido del fruto que siempre les mande que jamás coman de él?

Y Adán le respondió al SEÑOR, diciéndole: Si, SEÑOR, ambos comimos de él. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial los empezó a juzgar, porque ahora se habían vaciado del amor prehistórico que él les había dado y puesto en ellos con tanto cariño, para que aprendan a amarlo a él y a su nombre bendito no solamente en el paraíso pero en toda la Creación, como por donde él los enviaría postreramente como sus hijos legítimos.

Ciertamente, Adán y Eva ausentes de su amor divino de familia que él había depositado en ellos y en sus hijos con tanta confianza y que nacerían en las generaciones venideras, para que llenen el paraíso y la tierra de su precioso amor prehistórico que sólo su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo lo conocen en toda su profundidad divina, entonces morían. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial les dijo a ambos, y a todos sus hijos por nacer aún: De la tierra los he recogido: pues a la tierra regresaran.

Por eso, es que Adán y Eva ya no podían permanecer en el paraíso, ellos tenían que abandonarlo, porque en la tierra devolverían sus cuerpos humanos al polvo de la muerte únicamente para que su Hijo Jesucristo los vuelva a vestir como antes, pero esta vez con su carne sagrada que ha derrotado y matado a Satanás y a la muerte, para siempre. Esto nos dice también que hasta el día de hoy y desde que Adán y Eva fueron clavados a su Hijo Jesucristo sobre el monte Sión, entonces ellos no son los únicos que visten la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, pero también sus hijos, incluyendo a toda la casa de Israel tendida en el Valle de los huesos secos.

Éste es el Plan de Salvación que nuestro Padre celestial tenia en mente para entregárselo a Adán y a Eva por haber comido el fruto prohibido, pero también a sus hijos que finalmente alcanzaran a las almas perdidas de Israel tendidos todos ellos en el Valle de muerte, para que reciban nuevamente la carne sagrada y llena de vida, perpetuamente. Por eso, es que era muy importante para Abraham abandonar a su país junto con sus parientes y hasta la casa de su padre también, porque nuestro Padre celestial necesitaba que él viajase hacia la nueva tierra preparada para él, para que levante su altar exactamente en donde lo necesitaba para derrotar a Satanás, el pecado y la muerte, para siempre.

Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba derrotar a Satanás y la muerte (incluyendo ángeles caídos) y el pecado, porque Satanás atacó y engañó a Adán y Eva en el paraíso y cerca del árbol de la vida, que es su Hijo Jesucristo, para él entonces destruirlo con todo su reino de mentiras, y sólo con la carne sagrada, derramando así su sangre reparadora. Aquí, nuestro Padre celestial estaba restaurando a Adán y Eva junto con sus hijos y la casa de Israel que yacía en el Valle de muerte a la carne sagrada, cuerpo glorioso que inicialmente recibieron de él, cuando nacían de su imagen para vivir conforme a la semejanza de su Hijo Jesucristo que derrotó a Satanás, el pecado, la muerte y el infierno.

Ciertamente, nuestro Padre celestial pudo haber derrotado a Satanás, el ángel de la muerte y el pecado en diferentes formas, ya sea en el paraíso, en la tierra o en cualquier lugar de su Creación, pero él definitivamente necesitaba derrotarlo con sus mentiras en la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, y ésta es la carne de cada uno de sus hijos. Innegablemente, nuestro padre celestial derrotó a Satanás, el ángel de la muerte y el pecado sobre el monte Sión y su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, porque él tenia que pagarle a Satanás y a sus malvados con la misma fruta del árbol de vida, que hizo pecar al hombre en contra de él.

Además, nuestro Padre celestial necesitaba levantar del polvo a Adán y Eva como los huesos secos de la tierra, para que la carne sagrada de su Hijo Jesucristo sea clavada a sus ancestros, incluyendo a la casa de Israel que yacía en el Valle de los huesos secos, obteniendo así una victoria total sobre el pecado y el infierno, para salvación eterna. Por eso, es que nuestro Padre celestial necesitaba que Abraham y su esposa Sarah le obedecieran en cada palabra que les había manifestado, ya sea por su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, incluyendo a la gente que él enviaba a ellos como el Rey Melquisedec, por ejemplo, para que finalmente hagan su voluntad perfecta en Canaán, honrando así su nombre bendito, perpetuamente.

Además, nuestro Padre celestial tenia en mente, como omnisciente y omnipotente que es, finalmente abolir toda carne que Satanás y con la serpiente del Edén había contaminado con sus mentiras y el fruto prohibido, para derrotar a Satanás, el ángel de la muerte y el pecado con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo. Ciertamente, cuando nuestro Padre celestial le dio a Moisés su nombre todopoderoso sobre el altar de Abraham e Isaac, ardiendo apasionadamente sobre el monte Sión, y descansando sobre el Sinaí, entonces fue para que Israel poseyera poderes importantes no solamente para escapar de Egipto con milagros y maravillas, pero también para que conozcan que tenían que bautizarse en el mar Rojo inmediatamente.

En aquellos días, únicamente Israel recibió el nombre todopoderoso de nuestro Padre celestial de parte de Moisés cuando descendió del monte Sinaí, porque es un nombre sumamente santo que él jamás confió en nadie para entregárselo: pero solamente en Moisés e Israel vio confianza por su pacto, para que todos escapen de la cautividad, después de sufrir por cuatrocientos años. Por eso, es que cada hombre, mujer, niño y niña conocía el nombre todopoderoso de nuestro Padre celestial y de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, porque lo recibieron con gran gozo de Moisés al descender del Sinaí y, además, vieron el despliegue de poderes asombrosos al ser invocado, creyendo en la gracia divina del Padre y del Espíritu Santo, perpetuamente.

Habiendo los israelitas no solamente aprendido el pronunciamiento del nombre todopoderoso del Padre celestial y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces estaban todos listos para abandonar la cautividad egipcia para ir a servir a Dios y a su Hijo Jesucristo, por los poderes asombrosos del Espíritu Santo, desplegados delante de ellos por donde los lleve su nueva vida. Lo primero que nuestro Padre celestial hizo, después que los hebreos se alejaban de Egipto, habiendo ellos pedido de ellos algunas de las riquezas que habían recibido abundantemente durante su estadía en sus tierras, entonces marcharon enriquecidos hacia las playas del mar, para recibir el bautismo en agua que urgentemente lo necesitaban, cumpliendo así con toda verdad y justicia divina.

Aquí es cuando, Moisés se encontró enfrente del mar listo para invocar a Dios, porque él estaba listo para cruzarlo con toda su gente que estaba asustada de sus olas reventando sobre sus playas—algo que jamás habían visto antes—porque los egipcios no los dejaban por ninguna razón acercarse a las playas por temor de que escapen, uniéndose a sus enemigos. Sin embargo, nuestro Padre celestial estaba observando todo el evento en desarrollo, porque deseaba ver a toda su gente renacido en las aguas, al su nombre todopoderoso ser invocado junto con el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que finalmente reciban la carne sagrada para amarle, servirle y glorificarle a él y a su nombre bendito, para siempre.

No obstante, nuestro Padre celestial se encontró sorprendido al ver a Moisés alzando sus manos hacia él en el cielo no solamente para invocar su nombre, el nombre que le había dado a él y para todo Israel sobre el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, pero también le pidió ayuda nuevamente con sus poderes divinos. Moisés se encontraba preocupado junto con todos los hebreos de que Faraón y su ejercito que se acercaba, y estaba ya tan cerca para cercarlos nuevamente, por ello él necesitaba a nuestro Padre celestial que los vuelva a salvar: porque todos estaban seguros de que iban a morir en cualquier momento una vez que el ejercito egipcio los vuelvan a capturar.

Ciertamente, nuestro Padre celestial estaba sorprendido de Moisés, alguien que había sido bautizado en el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con él, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, y él no estaba supuesto de estar temeroso de nada, sin embargo, él estaba clamando al cielo por ayuda, para recibir instrucciones necesarias para escapar el peligro que se acercaba. Y nuestro Padre celestial le respondió, diciendo: Ya te di mi nombre todopoderoso y ya sabes lo que debes hacer con él; entonces ¿por qué me llamas? ¡Toma a toda la gente y marcha a hacer lo que debes sin mirar más hacia atrás, para que no seas sobrecogido de miedo así como estás temeroso ahora y con todos alrededor de ti!

Avanza ya, muévete a hacer lo que ya te dije, nuestro Padre celestial le decía desde el cielo. Usa la vara de Aarón que tienes en tus manos y ponla sobre el mar, para que las aguas se dividan en paredes que se abrirán ampliamente como el Camino de Santidad para que Israel cruce hacia el otro lado, en donde me amaran, servirán y glorificaran al fin—por tanto, avanza y marcha en los poderes de mi nombre santo.

Éste es el momento en que nuestro Padre celestial había trabajo duramente por años, y él tenia que esperar junto con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo por cuatrocientos años no solamente para que Israel escapase de Egipto con los poderes de su nombre todopoderoso, invocado: pero también escapar de la carne pecadora que los llevaba hacia el infierno, eternamente perdidos. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial necesitaba ver a toda la casa de Israel alejándose del cautiverio Egipcio en busca de la nueva tierra, que él mismo la había preparado especialmente para ellos: pero también para verlos transformados en la carne sagrada, en un momento de fe y de oración, al Moisés invocar por su ayuda divina, entonces todos finalmente fueron bautizados.

Éste es el bautismo que nuestro Padre celestial tenia en mente para que Israel lleve obedientemente en cada hombre, mujer, niño y niña de sus doce tribus, porque ellos deberían escapar la carne pecadora y sus días malos para servir a su Dios y Padre, así como escaparon el mal del cautiverio Egipto, en busca de la tierra prometida de Canaán. Además, nuestro Padre celestial necesitaba bautizarlos a todos, invocando su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, porque éste es el único camino en que finalmente podían desconectarse de la carne pecadora que había pecado tanto en Egipto como cuatrocientos años: por ello, tenían que ser vestidos de la carne sagrada para servirle a él, al fin.

Ciertamente, esto es exactamente lo que pasó cuando toda la casa de Israel caminó por el Camino de Santidad al abrirse ampliamente con dos paredes de agua que se alejaban de entre ellos, dándoles así a todas las familias hebreas todo el espacio necesario para cruzar el mar con todas sus gentes y abundantes posesiones, como cantidades de ganado, por ejemplo. Y es aquí, en donde abandonaron sus carnes pecadoras con sus días malos, días preparados por Satanás y sus ángeles caídos para robar, matar y destruir: pero al cruzar el mar con el conocimiento de su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces finalmente recibieron la carne sagrada de su Hijo Jesucristo: en perfecta santidad infinita.

Indisputablemente, nuestro Padre celestial estuvo muy complacido al ver a cada hombre, mujer, niño y niña de las tribus hebreas vestidos en la carne sagrada y días bendecidos grandemente aún por vivir abundantemente, dado que, entonces ya tenían las ventanas del cielo abiertas para cada uno de ellos: para recibir sus bendiciones cotidianos de él, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. Ésta victoria fue de nuestro Padre celestial, porque él había derrotado a Satanás y a los ángeles caídos que cautivaban a Israel y hasta hacer adorarlo a él y a su reino de tinieblas, tinieblas preparadas en las Pirámides Egipcias, cuando verdaderamente Israel tiene que servir a Dios sobre el monte Sión en done nació del sacrificio interminable, ¡el Rey Mesías Jesucristo!

Ciertamente, nuestro Padre celestial tenia que llevar a Israel de regreso a su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, estacionado en Jerusalén, Canaán, para que le sirvan a él, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo: pero Satanás quería mantenerlos cautivos para que le sirvan a él en las Pirámides Egipcias. Por eso, es que era importante para nuestro Padre celestial no solamente de tener a Moisés salpicando la sangre del cordero sobre los linteles de las puertas de los hogares hebreos, protegiéndolos así del pecado, males y ángeles caídos de seguirlos tras de ellos al escapar de Egipto, pero también los bautizo en agua, para que todo mal descienda enteramente al infierno.

Nuestro Padre celestial realmente llevaba a todo Israel a Canaán, porque aquí es donde él había traído a su siervo Abraham para que le levante su altar bendito, pero también encienda el fuego del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, para que aprendan todos a servirle a él y a su nombre, y sólo en la carne sagrada. Además, nuestro Padre celestial necesitaba ganarse a cada hombre, mujer, niño y niña, empezando con su Hijo Jesucristo, cada gloria que Satanás y sus ángeles caídos le habían robado de su nombre bendito al tratar de exaltar su nombre inicuo en los corazones de los ángeles del reino, para que le sigan para convertir el reino de los cielos en tinieblas.

Incuestionablemente, Satanás tomó a Adán y Eva pero también a los hijos que nacerían en las generaciones futuras, porque todos ellos llevan el llamado de nuestro Padre celestial de llenar la tierra con muchas familias, para que él pueda ser parte de todos ellos, por medio de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo y de los poderes cotidianos del Espíritu Santo. Además, nuestro Padre celestial necesitaba ser parte de cada familia de las naciones, empezando por Israel, porque en cada corazón, alma, mente, cuerpo y espíritu humano de sus hijos tienen abundantes glorias para su nombre bendito, y ellos pueden entregarle a Dios éstas glorias únicamente por la carne sagrada de su Hijo Jesucristo: por ello, todos tienen que renacer del Espíritu Santo.

Y al ser parte de la familia humana, entonces nuestro Padre celestial podía introducir a cada uno de sus hijos a amar su vida prístina, y éste es su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, para que vengan todos a conocerlo a él por medio de ellos, a él hablar por sus bocas su palabra santa que sale de su boca bendita. En otras palabras, nuestro Padre celestial siempre continuara hablándoles su palabra bendita, y estos son los hijos renacidos del Espíritu Santo, cada palabra que sale de su boca bendita, entonces nuestro Señor Jesucristo les hablara también como el Espíritu Santo que siempre lo ha hecho así—palabras benditas del Padre que bendicen grandemente a todos sus hijos para hacer su voluntad eterna.

Ciertamente, que nuestro Padre celestial necesita que todos regresen a él, porque tienen que darle gloria a su nombre, ya que Satanás los contaminó con sus mentiras cuando Eva creyó en ellas, al comer del fruto prohibido, entonces ellos se contaminaron y fueron imposibilitados en darle gloria a su nombre santísimo: pero por la carne sagrada de Jesucristo entonces si pueden hacerlo nuevamente. Definitivamente, fue importante para nuestro Padre celestial que Abraham le siga, abandonando su país y la casa de su padre por una casa mejor, el monte Sión, en donde él no solamente se reencontrara con él, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo sobre el altar que levantaría a su nombre bendito: pero también para empezar el pacto de la carne sagrada.

Éste es el pacto de vida que nuestro Padre celestial buscaba establecerlo en la tierra, empezando con Abraham y su familia, y éste es su Jesucristo, el amor de su existencia celestial y terrenal, naciente del vientre estéril de Sarah como Isaac con su semilla (la sangre reparadora) y la carne sagrada: reconquisten glorias a su nombre de la humanidad entera, perpetuamente. Visto que, nuestro Padre celestial solamente puede recibir gloria a su nombre santísimo en la carne sagrada de su Hijo Jesucristo: la carne sagrada que él mismo vistió inicialmente a Adán y Eva junto con sus hijos por nacer innumerables como la arena del mar y, entonces, Abraham tenia que abandonar su país y sus parientes para levantar el altar del sacrificio continuo.

Y aquí, a donde nuestro Padre celestial llamó a Abraham para luego ascender con su único hijo Isaac el monte santo, para ofrecerlo como una ofrenda encendida hacia la eternidad con su amor prehistórico, descendido del cielo, para él postreramente clavar a su Hijo Jesucristo sobre el altar y así recobrar toda gloria a su nombre en toda alma viviente del hombre. Y es aquí, sobre el altar del amor prehistórico, ardiendo apasionadamente, en donde nuestro Padre celestial clavó a su Hijo Jesucristo nacido del vientre virgen de la hija de David, por el Espíritu Santo, y bautizado en el río Jordán por Juan el Bautista: entonces bautizo universalmente a Israel del Valle de muerte, cumpliendo así con toda verdad y justicia, perpetuamente.

Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente bautizar a las almas perdidas de Israel yaciendo en el Valle de muerte con el bautismo del Jordán de Jesucristo y el bautismo del Espíritu Santo, pero también derrotar a Satanás en el desierto del Sinaí, porque él hizo que Israel fundiera el becerro de oro, ofendiendo a Dios y a su Cordero Jesucristo. Nuestro Señor Jesucristo tenia que derrotar a Satanás con sus mentiras con el bautismo poderoso del agua del Jordán junto con el bautismo del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo había descendido del Padre como un don especial para que Israel se levante del Valle de los huesos secos, resucitando así para reconquistar a Canaán al fin hacia toda la eternidad venidera.

No solamente nuestro Señor Jesucristo derrotó junto con el Espíritu Santo a Satanás en el desierto del Sinaí por cuarenta días y cuarenta noches, pero también entró en Israel, destruyendo cada obra de maldad, para que él junto con el Espíritu Santo le den victorias a Israel al ser levantado por el Padre para ser clavado a la vida eterna, para siempre. Habiendo su Hijo Jesucristo derrotado a Satanás en todos sus terrenos de maldad y de tinieblas en el desierto del Sinaí y en las casas de los hebreos en Israel, entonces él declaró abiertamente, diciendo a toda voz santísima (y de juicio eterno del Padre que está en el cielo): ¡Muerte! ¡Yo soy tu muerte!

Aquí es cuando, nuestro Padre celestial estaba listo para recibir a su Hijo Jesucristo con el bautismo en agua del Jordán y del bautismo del Espíritu Santo, para finalmente ser clavado con los bautismos a Israel que yacía en el Valle de los huesos secos por generaciones, para que él pueda finalmente recibir glorias de ellos por medio de su carne sagrada. Sobre éste altar que nuestro Padre celestial llamó a Abraham para levantarlo, entonces él pudo derrotar a Satanás y a la serpiente mentirosa con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, derramada sobre las almas perdidas de Israel: para que vuelvan a vivir con los bautismos del Espíritu Santo y del Jordán, regresando así a Canaán.

Sobre el altar del amor prehistórico entre Abraham e Isaac, nuestro Padre celestial causó que los perdidos de Israel regresen a la vida, clavándolos a Adán y Eva, uniéndolos así perpetuamente a la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, para que finalmente reciban las palabras del Padre cuando dijo sobre el Jordán: Éste es mi Hijo amado en quien tengo complacencia—óiganlos. Éstas palabras, descendieron de nuestro Padre celestial después de dos mil años, para que Israel sea clavado a la carne sagrada de Jesucristo, recibiendo así el Espíritu Santo como un regalo especial del cielo junto con el bautismo del Jordán, para que regresen a casa con sus palabras de bienvenida, declaras así: Éste es mi Hijo en quien yo vivo complacido perpetuamente.

Ciertamente, nuestro Padre celestial finalmente unió a Israel tendido en el Valle de muerte, con el Santo de Israel que es la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, para que las victorias sobre Satanás y su reino de mentira junto con el bautismo del Espíritu Santo y del bautismo del Jordán sea parte de Israel, regresando así a la vida, eternamente justificado. Ahora, Israel está clavado a la carne sagrada de su Hijo Jesucristo junto con el bautismo del Espíritu Santo y el bautismo de las aguas del Jordán, para que regrese a Canaán ya, recibiéndolo todo del Padre nuevamente: pero, primero tienen que remover todo ídolo de adoración por completo de la tierra santa, satisfaciendo al Padre como sus antepasados lo hicieron inicialmente.

Aquí es cuando, nuestro Padre celestial finalmente cumplirá su palabra dada a Moisés, al asegurarle tajantemente: Tú e Israel regresaran a éste monte santo, el monte Sión y su altar del amor prehistórico, ardiendo apasionadamente con la sangre derramada de Jesucristo, que Abraham encendió inicialmente, para amar, servir y alabar a Dios en Canaán y en La Nueva Jerusalén celestial, para siempre. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial clavar a su Hijo Jesucristo a toda la casa de Israel levantada del Valle de muerte por muchos años ya, para que él pueda salpicar su semilla de vida, que es la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, para que ellos sean sellado con luz y el pacto de vida eterna, perpetuamente.

Porque al nuestro Padre celestial salpicar la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo sobre las almas perdidas de la casa de Israel, entonces él les estaba dando de su vida nuevamente, cuando aceptaba la oración intercesora de su Hijo Jesucristo, al decir: Padre, perdónalos, porque no saben lo que han hecho—y el Padre los perdonó, destruyendo todo pecado instantáneamente. Y cuando su Hijo Jesucristo dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, entonces nuestro Padre celestial no solamente aceptó el espíritu de su Hijo amado pero también el espíritu de cada hombre, mujer, niño y niña de la casa de Israel para que regresen a sus tierras y la vida eterna ya pronto, después de haberle demostrado que lo aman incesantemente.

Ya que, Israel está listo para regresar a Canaán para reconquistarla, destruyendo cada ídolo de adoración, porque nuestro Padre celestial tiene que devolverles Canaán, pero sin ídolos, y esta vez perpetuamente, porque al fin recibirán el altar del amor prehistórico para amarlo grandemente y hasta que les envíe a conquistar las naciones, demostrándoles ellos así que lo aman, conquistando almas para él. Finalmente, nuestro Padre celestial recobró a los hijos de Abraham, uniéndolos a la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, clavados todos a los bautismos legales por el Espíritu Santo, para que él derrame de su semilla (sangre de su Hijo amado) sobre ellos, para que finalmente su vida prístina reine perpetuamente en todo espíritu humano.

Por ello, cantamos victorias sobre Satanás y sus mentiras, porque Adán y Eva junto con sus hijos y la casa de Israel tendida sobre el Valle de muerte: están todos clavados a la carne sagrada que derrotó a Satanás, la serpiente, los ángeles caídos, la muerte y el infierno tormentoso, porque nuestros nombres ya están escritos en el libro del Cordero de Dios. Nosotros vivimos clavados para siempre sobre el altar de nuestro Padre celestial y del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, en donde el Padre clavó a su Hijo Jesucristo a Adán, Eva y junto con todos sus muy amados: y esto es a ti también con los tuyos, para que tengas vida eterna abundantemente, siempre. ¡Amén!

OVER THE ALTAR: ISRAEL DRESSED THE SACRED-FLESH: FOR LASTING SALVATION:

Our heavenly Father had taken Abraham and his wife Sarah to the land that He had called him to meet Him, so he may inherit it, because he had obeyed His called to go the place where He will start a new relationship with him through His Son Jesus Christ and the Holy Spirit. This is the land of Canaan that our heavenly Father had taken Abraham and his family along with his personal wealth that consisted of live-stock and servants (adoptive children that he had bought with money from foreigners).

And because our heavenly Father had visited him, moreover promised to give him the land where He had called to meet Him along with his wife Sarah and his entire household, then Abraham decided to build an altar to commemorate the Lord’s visit to him and his loved ones. This is the altar that our heavenly Father was looking forward that Abraham will build it for Him and the glory of His name, because He had not only granted him to have the land of Canaan but also the children that will inhabit it for generations to come well into all eternity.

This is the altar that our heavenly Father needed Abraham to build it for Him and for the glory of His holy name, because over this altar He had to confirm the children that He had promised to give him that were countless as the stars from heaven above and the sand on the seashore. Certainly, our heavenly Father was very happy to see that finally someone on earth as Abraham His servant had built Him an altar where He could meet with him along with His Son Jesus Christ and the Holy Spirit, and this is the reason that our Father decided to bless him with a very especial child.

Because, it was over this altar that our heavenly Father had confirmed not only the number of children that are countless that He will give him over the generations to come thus for Abraham to have a nation, but also, to become the father of many nations throughout the world thus to form His new kingdom to come into eternity. Therefore, it was over this altar that our heavenly Father was very pleased to grant him His Son, the Rebbe Yeshua HaMoshiach, Jesus Christ, so he will be born from his wife Sarah’s barren-womb by the power of the Holy Spirit as Isaac, the pact of the sacred-flesh, giving birth to the nation of His dreams, Israel.

It is over this altar that Abraham had built for our heavenly Father where he met also His Son Jesus Christ and the Holy Spirit, so they may become part of his life through his son Isaac that was about to be born within his family—the one that will grant abundant life to everyone believing in his name for forgiveness. Further, for our heavenly Father to seal this pact with Abraham, then He had not only to get him to be in His Son Jesus Christ’s presence but also of the Holy Spirit’s, because he was about to receive His Son through his wife Sarah’s barren-womb as Isaac filled with the prehistoric love, descended from heaven above, by the Holy Spirit’s power.

Over this altar, built by Abraham for our heavenly Father, it was certainly not only to commemorate His visit to him in Canaan but also to begin the relationship that he needed to have with His Son and the Holy Spirit, because with the birth of Isaac then he had the prehistoric love that will light up God’s altar for the nations. That is why, that it was important for our heavenly Father to have Abraham abandon his relatives, friends, His father’s home and land to go to the land of Canaan that our Father had prepared for him to live with his countless children, and where he will build His altar that will burn forever with His prehistoric love, descended from heaven above.

This will become, in due time, the altar of the prehistoric love, descended from heaven above with Isaac and the Holy Spirit, that will unite every man, woman and child from Israel every seventh-day (the Sabbath) thus to love, serve and worship Him and His name together as one family heavenly bound to possess with love someday: The New celestial Jerusalem! Really, our heavenly Father had called Abraham to Canaan where He will cause His prehistoric love to descend from heaven above, igniting His altar with love fire that it is filled with His holy presence and that of His Son and of the Holy Spirit, because this is the love that will give birth to His dream nation Israel through the generations.

For this prehistoric love, descended from heaven above, it will not only start His divine family on earth that is His Son Jesus Christ and the Holy Spirit thus to give birth to His dream nation of Israel but also to spread it into the families of the nations, so He may save them from sin, Satan, death and hell’s torment, forever. This is the altar that our heavenly Father needed to have established on earth as He has always had it in heaven’s glory with the angelical hosts that worship, exalt and glorify Him and His holy name over Mount Zion, so Abraham along with his children may do the same thus to bless the nations as promised to Abraham initially.

This is the altar, where our heavenly Father will finally call Abraham to bring up his sacrifice to the mountaintop that He will always speak about, because this is the altar where He confirmed His promises not only to give him His Son Jesus Christ as Isaac through Sarah’s barren-womb, but also the rest of the children into generations to come. However, before this was to take place then Abraham had to have had received his only son Isaac, so he may learn to love him just as our heavenly Father has loved him in heaven’s glory through the eternities and before His angelical hosts, so through his son Isaac he may learn truly to love Him into all eternal life to come.

Moreover, our heavenly Father had to make sure that Abraham had learned to love His Son Jesus Christ that really was Isaac born from Sarah’s barren-womb by the Holy Spirit, so he may love Him and His holy name through the prehistoric love, descended from heaven, so he may enter life at last to live in heaven’s glory forever enriched, into eternity. That is to say, also that if Abraham had failed to receive His Son Jesus Christ through Isaac’s birth from his wife Sarah’s barren-womb, then he would have failed forever to love our heavenly Father, His Son Jesus Christ and the Holy Spirit, so His divine family may finally extend upon earth thus to become the nation of Israel heavenly bound.

That is why, that it was very important for His Son Jesus Christ to be born on earth not only to introduce life into the human race, through Abraham’s family, the sacred-flesh, the unbreakable bones and the atoning-blood for the eternal sacrifice over our heavenly Father’s altar, but also the prehistoric love so man may learn to love God eventually into everlasting. Therefore, only through the birth of Isaac our heavenly Father’s prehistoric love, descended from heaven above with Isaac and the Holy Spirit, was important not only to impart love into Abraham and his family but also the families of the nations, so they may learn to love Him and His holy name over Mount Zion and the altar of the continuous sacrifice.

Thus, when Isaac was finally born from Sarah’s barren-womb by the Holy Spirit’s powers, then Sarah had to speak out by the power of the Holy Spirit to ask Abraham to have his son Ishmael along with his mother Hagar, the Egyptian, to abandon the home, because Isaac had to grow without any conflicts in the family. Isaac needed to live away from Ishmael and any one else claiming to be Abraham’s son, so he may live only knowing love between him, Abraham, Sarah and the adoptive children that were living with them in those days thus for his sacred-body to develop normally along with the prehistoric love, descended from heaven.

That is why, that our heavenly Father had to speak to Abraham about his son Isaac to live a normal life between him and the entire family, so no conflicts should manifest at any given time, so Isaac may grow in a healthy and wealthy environment that will help his divine love given to humankind to manifest to the full fore everyone’s salvation. This is when, Abraham finally realized that he had to obey what Sarah was saying about Ishmael and Hagar, because they had to leave the family’s home to go to live somewhere, so Isaac may grow without any conflicts within his mind, heart, body and human spirit, because what was to emerge from him was very precious for the continuous sacrifice.

For this was the only way possible that our heavenly Father could help Isaac along with the Holy Spirit to develop within the human family spirit His prehistoric love, descended from heaven above, so not only Abraham may become blessed with His divine love but also everyone else everywhere within humankind, because His love had landed to conquer the nations, forever. This move of His prehistoric love, descended from heaven above with Isaac and the Holy Spirit, it was very important for our heavenly Father to establish His pristine life on earth thus to dress His entire new kingdom with the sacred-flesh, the unbreakable bones and the atoning-blood, giving life to every one of His children, reborn from His image and living-soul.

This is the extension of His divine family that is really His Son Jesus Christ and the Holy Spirit not only manifested for the first time in heaven’s glory with Adam but also with Eve, because as Adam moved around the kingdom of heaven, then He realized that it was not good that His son will continue to live alone. This is when, as Adam began to walk to the epicenter of paradise, where His tree of life was, then He put him to sleep, so He may open his fifth rib, and from this flesh and blood create his companion that will not only be his wife but also the mother of his children, to fill Creation with life everywhere, everlastingly.

In Adam’s deep sleep, then our heavenly Father took his fifth rib and with the blood of his heart created the first woman and every child that was to born not only in paradise, have they stayed and fail to eat from the forbidden fruit, from the tree of knowledge of good and evil, thus to fill the earth with life abundantly. This is when, Adam began to love our heavenly Father because He had given him the companion of his life but also the children that they will be as him with the sacred-flesh, the unbreakable bones and the atoning-blood pumping through their veins power to love, serve and glorify Him and His name in heaven’s glory forever into eternity.

However, as we all know Eve was deceived by the serpent from the Garden of Eden to eat from the forbidden fruit that was aimed by Satan’s lies to have Adam eat from it, so not only he will die but also his children that were to be born in the future generations to come. Furthermore, Adam and Eve when they realized the mistake that they had made by eating from the forbidden fruit that our heavenly Father had forbidden them to eat from it, because the day that they will eat from it then they will die in paradise along with the children that were to be born yet: their eyes opened for evil and good.

They became suddenly afraid, as they have never been afraid of anything before, because as they ate from the forbidden fruit then our heavenly Father’s love that He had manifested through His Son Jesus Christ, the Holy Spirit and even the angelical hosts, then it was all gone from them that they failed to feel any love towards God, but only fear. This is how our heavenly Father realized that they had both eaten from the forbidden fruit, because as He approached them thus to interact as usually with them, then He sensed that His love was no longer in them, because Adam and Eve said: We heard you coming, and we became afraid to meet you as usual.

Our heavenly Father asked them: what have you done? Adam said: the woman that you have given to me, she gave me to eat from the forbidden fruit, and that is why that we feel fear when you come close to us; and we have covered our nakedness with leaves from the Garden, because we felt shame. And so, our heavenly said to both of them: you have eaten from the fruit that I told you never to eat from it?

Adam replied by saying: Yes, Lord, we ate from it. This is when our heavenly Father began to judge Adam and Eve because now they have emptied themselves from all the love that He had so kindly placed in them, so they may learn to love Him and His holy name not just in paradise but throughout His entire Creation as to where He was planning to send them as His children.

Certainly, Adam and Eve were absent from all His divine-family love that He had placed in them and for the children that were to be born in the generations to come, so they may fill paradise and the earth with His precious love. This is when our heavenly Father said to both of them, and the children to be born yet: From the earth I have taken you: then to the earth you will return.

That is why, that Adam and Eve could no longer stay in paradise, they had to abandon it, because on earth they will return their bodies to the dust of death only for His Son Jesus Christ to dress them again, but this time with the sacred-flesh that has defeated and killed forever Satan along with the angel of death. That is to say, also that to this day since Adam and Eve were nailed to His Son Jesus Christ over Jerusalem’s holy hill, then they are not the only the ones dressing the sacred-flesh, the unbreakable bones and the atoning-blood, but also the children, including the entire house of Israel lying in the Valley of the dried bones.

This is the Plan of Salvation that our heavenly Father had in mind to grant to Adam and Eve for having eaten from the forbidden fruit, but also the children that finally reached the lost souls of the house of Israel that were lying in the Valley of death, so they may receive again the sacred-flesh but filled with life, everlastingly. That is why, that it was very important for Abraham to abandon his land along with relatives and even his father house, because our heavenly Father needed him to travel towards a new land that He had personally prepared for him, so he may raise His altar exactly where He needed to defeat Satan, the angel of death and sin, forever.

Now, our heavenly Father needed to defeat Satan, the angel of death (that included all the fallen angels) and sin, because Satan had attacked and deceived Adam and Eve in paradise and near the tree of life that is His Son Jesus Christ, so He may destroy Satan and his kingdom of lies with the sacred-flesh again, by shedding the atoning-blood. Here our heavenly was restoring Adam and Eve along with the children and the house of Israel lying at the Valley of the dried bones to the sacred-flesh that initially they had received from Him, as they were born from His image in heaven thus to live in His Son’s likeness, the glorified-body that defeated Satan, sin, hell, and death forever.

Certainly, our heavenly Father could have defeated Satan, the angel of death and sin in many different ways, whether this could very well be in paradise, on earth or in any other place in His entire Creation, but He definitely needed to defeat him and his lies with His Son’s sacred-flesh, and this is the human-flesh of every one of His children. Surely, our heavenly Father defeated Satan, the angel of death and sin over Jerusalem’s holy hill and the altar of the prehistoric love, descended from heaven above with Isaac and the Holy Spirit, because He had to pay Satan and his wicked cronies with the same fruit (the tree of life) that he caused Adam and Eve to sin against it.

Besides, our heavenly Father needed to rise from the dust Adam and Eve as the dried bones from the earth, so His Son Jesus Christ’s sacred-flesh, unbreakable bones and the atoning-blood may be nailed to our ancestros along with the children, including the house of Israel lying at the Valley of the dried bones, for complete victory over sin, everlastingly. That is why, that our heavenly Father needed Abraham and his wife Sarah to obey Him in every word that He had manifested to them, whether this may be through His Son Jesus Christ and the Holy Spirit, including the people that He had to send to them as King Melchizedek, for example, so they may finally do His will in Canaan.

Moreover, our heavenly Father had in mind, being omniscient, omnipresent, finally to abolish all the flesh that Satan and the serpent from the Garden of Eden that they had contaminated with lies and the forbidden fruit, so they may defeat Satan, the angel of death and sin with His Son Jesus Christ’s sacred-flesh, unbreakable bones and the atoning-blood heavenly bound, into everlasting. Certainly, when our heavenly Father gave Moses His holy name over the altar of Abraham and Isaac burning wildly over Mount Zion, resting over Mount Sinai, then it was for Israel to possess powers necessary not only to escape Egypt with miracles and awesome wonders, but also to teach them that they had the powers to get baptized at the Red sea.

In those days, only Israel received our heavenly Father’s holy name from Moses that descended from Mount Sinai, because this is a very holy name that our heavenly Father had never entrusted it to any one on earth but now He had granted it to Moses and Israel, so they may escape the captivity that they had suffered for four-hundred years. That is to say, that every man, woman and child knew our heavenly Father’s holy name and that of His Son Jesus Christ and of the Holy Spirit, because they received it gladly from Moses as he descended from Mount Sinai, but also they witnessed the display of powers emanating from it as it is invoked believing in God’s amazing grace.

Having the Israelites not only learned to pronounce our heavenly Father’s holy name and that of His Son and of the Holy Spirit, then they were ready to abandon Egypt’s captivity to go to serve the Lord God and His Son by the Holy Spirit’s amazing powers displayed before them wherever they may go in life to do His will always. The first thing that our heavenly Father did after the Israelites began to walk away from Egypt, having them asked the Egyptian to give them some of the richness that they had received from God while they live with them, then they marched very wealthy to the shores of the Red sea, so they may get the water baptism that they urgently needed.

This is when Moses stood at the seashore ready to call on God, because he was ready to cross it with his people that were afraid of it and its chapping waters—something that they had failed to see before—because the Egyptians never allowed them to go anywhere much less to the seafront from where they could easily have escaped. Nevertheless, our heavenly Father was in heaven watching the entire event unfold before His holy eyes and was ready to see His people become born again within the waters as His holy name is invoked along with His Son and the Holy Spirit, so they may receive the sacred-flesh at last to love, serve and glorify Him and His holy name always.

However, then our heavenly Father was surprised to see Moses lifting his hands towards Him in heaven’s glory not only to call on His name, the name that He had given him for Israel over the altar of the prehistoric love, descended from heaven with Isaac and the Holy Spirit, but to ask Him to help them again with His divine-powers. Moses was concerned along with the Israelites that Pharaoh with his army was approaching, and they were about to close in them, so Moses needed our heavenly Father to save them again this time, because they were sure that they were going to die at any moment once the Egyptian army had arrived to take them back into slavery.

Our heavenly Father was surprised that Moses, someone baptized already at the altar of the prehistoric love, descended from heaven above with Him, His Son and the Holy Spirit, and he was not to be afraid of anything, but yet, he was crying out for help towards heaven, so he may get the instructions necessary to escape the approaching danger. Our heavenly Father responded to him by saying: I have given you mine name already and you know what to do with it; then why are you crying out to me, take the people and march on and just do not look back, so you may not be overwhelmed with fear as you are right now with every one around you!

Go ahead, and do what I told you already, our heavenly Father said. Use Aaron’s staff that you have in your hands and stretch it out over the Red sea, so the waters may divide into walls that will open the Highway of Holiness for Israel to cross to the other side, where they will love, serve and glorify me at last—and so, go ahead and march on in mine holy name’s powers.

This is the moment that our heavenly Father had worked so hard over the years, and He had to wait along with His Son Jesus Christ and the Holy Spirit for about four-hundred years not only for Israel to escape Egypt with His holy name’s powers, but also escape the wicked flesh that was taken them into hell’s torment forever cursed. This is when our heavenly Father needed to see the entire house of Israel running away from Egypt’s captivity to find the new land that He had prepared especially for them, but also to transform themselves into the perfect sacred-flesh in a moment of faith and prayer, as Moses cried out to our Father for help, then they were finally baptized.

This is the baptism that our heavenly Father had in mind for Israel to go through with every man, woman and child from the twelve tribes of Israel, because they needed to escape from the sinful-flesh and it wicked days thus to serve Him just as they had to escape Egypt’s captivity in search for the new land of Canaan. Besides, our heavenly Father needed them to get baptized by invoking His holy name along that of His Son Jesus Christ and of the Holy Spirit, because this is the only way that they will finally get rid of the sinful-flesh that had sinned so much within Egypt for about four-hundred years, and so, they needed to dress His sacred-flesh immediately.

Certainly, this is exactly what happened when the entire house of Israel began to walk in the Highway of Holiness that opened very wide and with the two long and high walls of water separating from each other thus to grant the Israelites all the ground they needed to cross along with their possessions and abundant live-stock to safety. It is here, where they abandoned their sinful-flesh with their evil days that were prepared by Satan and his fallen angels to steal, to kill and to destroy them, but as they crossed the Red sea with the knowledge of His holy name and that of His Son and of the Holy Spirit, then they received His Son’s sacred-flesh in perfect holiness.

Indisputably, our heavenly Father was very pleased to see every man, woman and child from the twelve tribes of Israel dressed in the sacred-flesh and with blessed eternal days ahead of them, given that, now they had the windows of heaven opened for each one of them thus to receive their daily blessing from Him, His Son Jesus Christ and the Holy Spirit. This was a victory for our heavenly Father, because He had defeated Satan and his fallen angels that wanted to keep Israel within captivity until they will finally cause them to worship him and his kingdom of darkness that he had prepared for them at the Pyramids of Egypt, when Israel was really born at Jerusalem’s holy hill to serve God, forever.

Surely, our heavenly Father needed to take Israel back to His altar of the prehistoric love, descended from heaven above with Isaac and the Holy Spirit that was stationed already within Canaan, so they may serve Him, His Son and the Holy Spirit forever, but Satan wanted to keep them so they may serve him at the Pyramids of Egypt, forever. That is why, that it was important for our heavenly Father not only to have Moses sprinkle the blood of the lamb on every doorpost of the Israelites homes thus to protect them from sin, wickedness and fallen spirits to follow them as they escape Egypt for Canaan, but also baptized them in water so evil will descend into hell, forever.

Our heavenly Father was taken the house of Israel to the land of Canaan because this is where He had his servant Abraham to start not only his altar but also the fire of the prehistoric love, descended from heaven above with Isaac and the Holy Spirit, so they may learn to serve Him and His holy name always in the sacred-flesh. Besides, our heavenly Father needed to win back from every man, woman and child, beginning with His Son Jesus Christ, every glory that Satan and his fallen had stolen from His holy name as he tried to exalt his wicked name within the holy angel’s heart, so they may all follow him to take over the kingdom of heaven for wickedness.

Unquestionably, Satan was as far as taking with him not only Adam and Eve but also the children that were to be born from them in the generations ahead, because they had our heavenly Father’s call to fill the earth with family life, so He may become part of them through His Son Jesus Christ’s sacred-flesh and the Holy Spirit’s mighty powers. Moreover, our heavenly Father needed to become part of every family throughout the nations, beginning with Israel, because every one of their children has within his heart, soul, mind, body and human spirit abundant glories to His holy name, and they can only deliver these glories to Him through His Son’s sacred-flesh, so that is why that they most be Holy Spirit born.

And by becoming part of the human family, then He could introduce each one of them to the love of His life in heaven’s glory, and this is His Son Jesus Christ and the Holy Spirit, so they may come to know Him through them as they may speak to them through the words that will come out from His mouth. In other words, our heavenly Father will continue to speak to them, and this is all the children reborn from the Holy Spirit, every word that will come out from His mouth, then His Son will speak to them as well the Holy Spirit will speak only His words—and these are His words to do His will, pleasing Him always.

Certainly, our heavenly Father needed them to return to Him, because each one of them has to give Him glory to His holy name, because by Satan contaminated them with his lies as Eve believed them, by eating from the forbidden fruit, then they became contaminated and impossible to give His holy name glory, but through His Son’s sacred-flesh they could again. That is why, that it was important for our heavenly Father to get Abraham to follow Him by abandoning his country and father’s home for a better home, where he will not only meet Him, His Son Jesus Christ and the Holy Spirit over the altar that he was to build in His honor, but also start a pact of the sacred-flesh.

This is the pact of life that our heavenly Father was looking for to establish with humankind, beginning with Abraham and his family, and this is His Son Jesus Christ, the love of His existence in heaven and on earth, to be born from Sarah’s barren-womb as Isaac thus for His seed (the-atoning-blood) and sacred-flesh to regain humankind to His name glory, everlastingly. For our heavenly Father can only get glory to His holy name through His Son Jesus Christ’s sacred-flesh, the sacred-flesh that He personally placed, dressed, Adam and Eve along the children to be born as countless as the seashore sand, and so, He had to call Abraham to abandon his country and relatives to built His glorious altar for His final restoration-work.

It is here, where our heavenly Father called Abraham later to ascend with his only beloved son Isaac thus to offer him as a burnt sacrifice that will burn forever into eternity with the prehistoric love, descended from heaven above, so He may finally place His only Son Jesus Christ over the same altar retaking every human living-soul to His name’s glory. It is here, over the altar of the prehistoric love burning wildly as ever, where our heavenly Father had to nail His Son Jesus Christ born from David’s virgin daughter by the Holy Spirit’s power, so he may as baptized at the Jordan river by John the Baptize then widely baptize Israel from the Valley of death, fulfilling truth and justice perpetually.

Really, our heavenly Father needed not only to baptize the lost souls of Israel lying at the Valley of death with His Son Jesus Christ and the Holy Spirit’s baptism at the Jordan, but also defeat Satan in the Sinai’s desert, because Satan caused Israel to fashion the golden calf that finally offended Him and His Lamb Jesus Christ. Our Lord Jesus Christ had to defeat Satan and his lies with the mighty baptism of water at the Jordan along with the Holy Spirit, because the Holy Spirit had descended from our heavenly Father as an especial gift to Israel that was lying at the Valley of the dried bones thus to resurrect to life again to conquer Canaán at last.

Not only did His Son Jesus Christ along with the Holy Spirit defeat Satan in the Sinai’s desert for forty-days and forty-nights, but also entered Israel to destroy every wicked work within Canaan, so he may along with the Holy Spirit give victories to Israel as they were elevated by our heavenly Father to be nailed to eternal life again, perpetually. Having His Son Jesus Christ defeated Satan in all his fields of wickedness and darkness in the Sinai’s desert and in Israel, then he said: Angel of death, I am your death!

This is when our heavenly Father was ready to receive His Son Jesus Christ with the baptism of water at the Jordan but also with the Holy Spirit’s baptism, finally to be nailed to Israel that had been lying at the Valley of the dried bones for centuries, so He may finally receive glory from them through the sacred-flesh. Over this altar that our heavenly Father called Abraham to build it, then He was able to defeat Satan and the serpent with His Son Jesus Christ’s sacred-flesh, unbreakable bones and the atoning-blood shed only by Him over Israel’s lost souls, so they may live again with all the baptisms of the Holy Spirit and of the Jordan, returning to Israel finally.

Over this altar of the prehistoric love between Abraham and Isaac, our heavenly Father caused Israel’s lost souls to return to life by nailing them to Adam and Eve and to His Son Jesus Christ’s sacred-flesh, so they may finally receive the words that He said at the Jordan: This is my Son in whom I am well pleased—listen to them. These are our heavenly Father’s words that descended from heaven as the windows opened for Israel after two-thousand years, so Israel may be nailed to His Son’s sacred-flesh, receive the Holy Spirit as an especial gift from heaven along with the Jordan’s baptism, so they may return home with His welcoming-words, declaring: This is my Son in whom I am well pleased.

Indeed, our heavenly Father had finally united Israel that was dead at the Valley of the dried bones, with the Holy One of Israel that is His Son Jesus Christ’s sacred-flesh, so all these victories over Satan along with the Holy Spirit’s baptisms and with the Jordan’s baptism in water may become part of Israel to return to life, forever justified. Now, Israel is nailed to His Son Jesus Christ’s sacred-flesh along with the Holy Spirit’s baptism and the Jordan’s baptism in water, so they may all return to the land of Israel to receive it again from our heavenly Father, but, first they have to remove all idol worship from it to receive it entirely finally, as their ancestors did initially.

This is when our heavenly Father will lastly fulfill His words given to Moses, as He said: You and Israel will return to this mountaintop, meaning the altar of the prehistoric love, so Abraham may start the fire thus to love, serve and worship God forever into everlasting, not only in Canaan but also in the New celestial Jerusalem. That is why, that it was very important for our heavenly Father to nail His Son Jesus Christ to the house of Israel lying over the Valley of death for centuries, so He may sprinkle His seed of life that is in His Son’s atoning-blood thus for them to be sealed with light and The New Pact of Life, forever.

Because by our heavenly Father sprinkling His Son Jesus Christ’s atoning-blood over the lost souls of the house of Israel, then He was granting life again, as He accepted His Son’s prayer that said: Father, forgive them because they know not what they done—and our Father forgave their sins by putting an end to sin, forever into eternity. And when His Son Jesus Christ said: Father, in your hands I commend my spirit, then our heavenly Father not only accept His Son’s spirit but also every spirit from the lost souls of the house of Israel thus to return to Israel and eternal life in heaven’s glory someday, especially after they have proven that they love Him.

For Israel is to return to Canaan to conquer it again, by destroying every idol worship, for our heavenly Father to give it back to them, and this time forever, because they will receive also the altar of the prehistoric love to love Him forever until He sends Israel to conquer the nations with their testimonies, proving that they love Him perpetually. At last, our heavenly Father has already returned all the souls of the children of Abraham fastened perpetually to His Son Jesus Christ’s sacred-flesh, unbreakable bones and the atoning-blood by nailing them, by the Holy Spirit’s amazing powers, so He may spill His seed (His Son atoning-blood) upon them for His eternal life to thrive in the human spirit, forever into eternity.

That is why, that we can sing victory over Satan and his lies, because Adam and Eve along the children and the entire house of Israel lying at the Valley of dried bones are nailed to the sacred-flesh to defeat Satan, the serpent, the fallen angels, death and hell’s torment, because our names are already written in the Lamb’s book of life. We will be nailed to our heavenly Father’s altar of the prehistoric love, descended from heaven with Isaac and the Holy Spirit, where our heavenly Father nailed His Son Jesus Christ to Adam and Eve along with His loved ones, and this is you too these days, so you may have life and have it abundantly always. Amen!

¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!

Saludos cordiales a todos

Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en el nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo.


ORACIÓN DEL PERDÓN

Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ”. Juan 14:

NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.

¡CONFÍA EN JESÚS HOY!

MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y su MUERTE.

Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete):

Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.

QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR.

¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____?

¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?

Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de Cristo a los demás.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender más de Jesús y de su palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia, para ver que clase de libros están a tu disposición, para que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: “Vivan tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y tranquilidad en tus palacios, Jerusalén”. Por causa de mis hermanos y de mis amigos, diré yo: “Haya paz en ti, siempre Jerusalén”. Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre.

El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso! Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y como siempre, para la eternidad.


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http://www.faithcomesbyhearing.com/ambassador/free-audio-bible-download

http://radioalerta.com

http://www.youtube.com/watch?v=rsYA-M0r-w4&playnext=1&list=PLEF344CEAC8A8F474&feature=results_main

http://www.youtube.com/watch?v=yw5qBHyVtoQ&list=PLjMWsAQ3-rfnNnBq-wn0ATM5vaHi9HA3Q

http://www.youtube.com/watch?v=nZKtwRuutnY&list=PL3C9EC193E2A7CB7B

http://www.youtube.com/watch?v=hOVdjxtnsH8&h d=1

https://www.youtube.com/watch?v=s7kj1Wx5ffs

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https://www.youtube.com/watch?v=1khhFySfO-s&list=PL54B204D72BF2799A

https://www.youtube.com/watch?v=BTpaVXvSbZE

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