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Tratando de pensar con cabeza fria

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Carlos Th

unread,
Feb 25, 2002, 1:24:31 PM2/25/02
to
En el libro sobre Carlos Castaño "Mi confesión", el jefe político de las
Autodefensas Unidas de Colombia dice que todo lo que él dice es la
verdad pero que él no está diciendo toda la verdad, que sólo cuando en
el país podamos decirnos toda la verdad es que las cosas se solucionan
pero que mientras tanto ejército, guerrillas y autodefenzas no somos más
que peones de los grandes intereses internacionales.

(No he leído el libro aún y la frase anterior la puedo estar citando
mal.)

Ahora, soy conciente que porque Carlos Castaño diga que es la verdad,
esto no lo hace automáticamente la verdad. Según muchos analistas, de
confesión el libro tiene poco y no es más que una justificación de su
accionar: justificación de por qué mataron a quien mataron o por qué
están involucrados en los negocios de drogas en los que están
involucrados, entre muchas otras cosas.

Pero entra la duda ¿sómos simples peones de un juego de intereses
internacionales? ¿podemos conocer la verdad? Siempre hay algo
atractivo en las teorías de conspiración y a decir verdad la parte más
atractiva de las teorías de conspiración es que nos libera de la carga
de asumir nuestra responsabilidad: "si los gringos quieren que haya
guerra tendremos guerra" y no nos preocupamos realmente por evitar la
guerra.

Por otro lado no podemos taparnos los ojos y asumir que no existen tales
intereses internacionales. Estos existen y son muy reales, lo que no es
claro es qué tan poderosos son y donde no estoy de acuerdo (aunque esto
no es más que una profesión de fe) es que sea omnipotentes.

Estamos entrando en una guerra (bueno, continuando y arreciando la
existente) ¿a quién le sirve esta guerra?

¿A las FARC? En varias declaraciones ellos han expresado que no le
temen a la guerra así que podemos creer que no han hecho más que
provocarnos para que la guerra continúe. ¿Les serviría mejor la paz?
Con seguridad que les serviría mejor una paz bajo sus términos, pero el
problema es que la paz que el establecimiento colombiano (lo que quiera
que esto signifique) está dispuesto a dar no les conviene a los actuales
combatientes de las FARC. No les conviene dejarse masacrar como a la
Unión Patriótica, ni cambiar el poder actual que les otorgan las armas
por el que les otorgarán las urnas si se desmovilizan hoy mismo.

A muchos les gusta pensar en las FARC como simples delincuentes, pero si
nos tomamos el trabajo de contrastar lo que dicen con lo que hacen, las
FARC son consistentes con una línea política y un accionar dentro de la
misma. Yo podré no estar de acuerdo con su línea política ni con sus
métodos, pero debo reconocer que son consistentes sin necesidad de
recurrir a una simplificación de calificar su accionar como netamente
criminal.

¿Le conviene la guerra al gobierno y al estado constitucional?
Empecemos por darnos cuenta que el gobierno, y mucho menos el estado
constitucional, es un ente uniforme con un propósito claro y definido
dentro de nuestro país. Existe el gobierno nacional, encabezado por el
Presidente de la República con su gabinete y sus asesores. Existen las
fuerzas militares constitucionales, nominalmente comandadas por el
Presidente de la República pero operativamente comandada por sus
generales. Está el congreso, las cortes nacionales, los gobiernos
departamentales, distritales y municipales. Están las empresas
estatales, también; lo ministerios y secretarías, etc.

Así:

¿Le conviene al gobierno nacional en cabeza del Presidente? Sin duda,
como la persona que decretó el fin del proceso de paz en el Caguán,
algún interés personal, nacional o internacional debió motivar al
presidente, luego sí, lo beneficia o bien como Presidente de la
República de Colombia o como Andrés Pastrana Arango. Si juzgamos por
las encuestas, Pastrana subió ante la opinión rompiendo el proceso de
paz; el problema es que no es claro como puede capitalizar esta
popularidad cuando en seis meses entrega el mando y como ex presidente
haber sido popular o impopular no le aportará ni quitará nada. No logra
la continuación de sus políticas bandera al pasar su popularidad a un
sucesor, porque no hay tal sucesor ni los logros de su gobierno serán
desbaratados por cualquier presidente medianamente responsable que
llegue, y porque su mayor política visible que pudo haber heredado a un
sucesor: el proceso de paz con las FARC, fue precisamente lo que
terminó.

Descartado así el interés político directo, significa que Pastrana
siguió un interés nacional o internacional, pero básicamente un interés
de otra persona.

¿A quién le conviene la guerra?

¿A las fuerzas militares? Mayor guerra significa un mayor presupuesto,
que implicará mayores contratos que redundará en mayores oportunidades
de lucro personal --si asumimos militares corruptos--. O por lo menos
mayor guerra significa que las fuerzas armadas de colombia tienen una
razón de ser, así que los oficiales no quedarán desempleados. La guerra
misma es una opción de empleo para el pueblo de base, bien sea
combatiendo con las fuerzas militares constitucionales, las guerrillas o
el paramilitarismo ilegal. Sin embargo evaluando la guerra como
generadora de empleo puede ser una falacia porque la guerra misma, y más
en las condiciones actuales en Colombia, mata muchas otras oportunidades
de empleo. Desde luego que estas otras oportunidades de empleo, como
sería la pequeña y mediana empresa, son también amenazadas por elementos
distintos a la guerra, y como tal, aunque la guerra garantiza una baja
en la inversión, la no guerra no garantiza que esta inversión se dé.

Pero regresando a las fuerzas militares la guerra significa mayor
presupuesto, pero también mayores gastos. La guerra es una garantía de
que las fuerzas militares tienen una razón de ser pero también convierte
a cada militar en un blanco. Tanteando la situación, pareciera que las
fuerzas militares, al igual que las FARC, perciben como más substanciosa
para ellas que la guerra continúe por un tiempo, así sea nominalmente.

¿Le conviene nuestros legisladores? Como grupo me atrevería a decir que
no. La guerra no le conviene al congreso ni a la clases política. Ya
vemos como los congresistas son secuestrados por las guerrillas o las
autodefensas. Pero el Congreso no es una entidad uniforme sino tan sólo
un foro donde muchos intereses se discuten y sin duda hay y habrán
congresistas que representen a casi cualquier cosa en el país,
incluyendo a los grupos armados ilegales (guerrillas y _paras_).

¿Le conviene a las empresas estatales? No. Si bien muchas empresas de
servicios públicos pueden usar la guerra como excusa para subir sus
tarifas, los altos costos de los servicios públicos no redundan en el
interés de las empresas. Si acaso en sus dueños, gerentes o
sindicatos. La reparación de infraestructura es un costo que encarece
la operación y encarece los seguros.

Pero en últimas, la guerra le sirve a menos gente que la paz. El
problema es qué tipo de paz. Mi pregunta inicial está entonces mal
formulada. El problema de la guerra no es a quien beneficia la guerra
sino cómo logramos la paz, cómo lograr la paz que sea beneficiosa a los
actores del conflicto y a los extras que somos todos los demás
colombianos.

En cierta forma podríamos pensar que Pastrana no acabó con el proceso de
paz porque la guerra le fuera más provechosa que la paz, sino porque el
proceso en medio de la guerra empezó a ser menos provechoso que una
guerra abierta, en vista de que la paz no se iba a conseguir.

Como ya mencioné, las FARC quieren una paz que les sea provechosa
(políticamente, económicamente, lo que sea), y una simple
desmovilización no les parece tan atractiva. No con la experiencia de
la Unión Patriótica. Si las FARC se desmovilizan perderán poder
aparentemente porque el pueblo no se volcará a votar por ellos en las
circunstancias actuales (culpa de ellos dirán algunos, pero es la
situación actual). Sus banderas de lucha quedarán igualmente por el
suelo, así que la simple desmovilización significa que no lograron ni
lucro personal, ni poder político ni mejorar al país de acuerdo a su
pensamiento. Ante estas perspectivas continuar en la guerra puede ser
darse la oportunidad a un largo plazo de obtener cualquiera de estas
cosas... o rendirse finalmente cuando no puedan físicamente continuar.

Ante esta perspectiva de las FARC, el estado constitucional tiene que
enfrentarlas. No enfrentarlas sería rendirse. Ahora, enfrentarlas
puede significar un enfrentamiento netamente defensivo dejando que sean
las FARC las que tomen las desiciones (aunque Gregorio crea que esto no
es enfrentamiento), o emprender una ofensiva. Esto no quiere decir que
el estado tenga que limitarse a enfrentar a las guerrillas, sino que
también es imperativo del estado el buscar una solución integral:
negociar con las guerrillas sus banderas de lucha o quitarselas.

Los tres años de negociación en el Caguán fueron el resultado de la
ingenuidad de nuestro presidente, y de muchos de los que lo apoyamos.
El presidente fue ingenuo porque no entendió la magnitud de la empresa
de consiliar los intereses de Colombia ante la comunidad internacional y
de esta ante Colombia, del estado con los colombianos y las exigencias
de las guerrillas. La gran pregunta que le hicieron las FARC al
presidente: "díganos qué es negociable", el presidente no la pudo
contestar porque no dependía de él ni de sus altos comisionados el
negociar la deuda externa, el derecho a la propiedad, la libertad de
empresa y el interés de los votantes gringos, entre otros, con unos
alzados en armas.

Sin duda Pastrana no se dió cuenta el pasado miércoles 20 de febrero que
la negociación, tal como iba, era menos ventajosa que un enfrentamiento
abierto... lo que necesitaba el presidente era encontrar una salida
viable para continuar o una excusa para romper.

La salida viable para continuar era una tregua (y aunque no querramos
reconocerlo, una tregua no puede ser concentrar a las FARC en el Caguán)
pero ni el establesimiento ni los militares estaban dispuestos a pactar
esta tregua en esas condiciones y las FARC le dieron la excusa: el
secuestro del senador Gechem Turbay, a través del asalto a un avión
comercial.

Termino por ahora. Después discuto el papel de la comunidad
internacional en la guerra y en la paz de Colombia.

-- Carlos Th
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