SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ - Buenos Aires - 09/11/2008
El esposo de la presidenta conversa habitualmente con algunos ministros
y con el jefe de Gabinete; recibe y discute, a veces a gritos, con los
principales empresarios e inversores, extranjeros y locales, y no oculta
su influencia determinante en las decisiones relacionadas con la vida
económica del país. "Kirchner dio la orden [al banco central] de
intervenir [para evitar la subida del precio del dólar]", titulaba
recientemente el diario La Nación. "Kirchner se resiste a aceptar
cambios en la negociación [de las Administradoras de Fondos de
Jubilaciones y Pensiones]", asegura Clarín. "Kirchner" es siempre el ex
presidente. A su esposa, la primera mandataria, se la conoce,
simplemente, como Cristina.
En el entorno de la Casa Rosada se muestran inquietos por estos
comentarios constantes y por el daño que puedan hacer a la imagen de la
presidenta. Los Kirchner, afirman, siempre han sido una sociedad
política y cuando el presidente de la república era él, muchos le
acusaban de hacer excesivo caso a su esposa, que era entonces senadora.
Ahora los papeles se han invertido, aseguran.
El problema es que Néstor Kirchner no aparece como consejero de la
presidenta, sino como fuente directa de poder y que esa imagen desgasta
el valor de la figura de Cristina Fernández. El protagonismo del ex
presidente fue tan abrumador durante la larga crisis del campo (el
intento, frustrado, de subir los impuestos a las exportaciones
agrícolas) que, superada la tempestad, pareció que era consciente de lo
ocurrido y que estaba dispuesto a poner más cuidado en las formas. Los
buenos propósitos no duraron mucho porque la crisis desatada por la
estatalización de los fondos privados de pensiones volvió a colocar
todos los focos en él.
Los Kirchner llevan casados 34 años, tienen dos hijos (prácticamente
ausentes de la vida pública, quizás como contraste con la odiada etapa
de Carlos Menem y su hija Zulemita), y siempre han funcionado como un
bloque político. En la pareja, él es el hombre de poder mientras que
ella cultiva una imagen más académica e intelectual. Cristina Fernández
fue siempre mejor que él a la hora de hablar en público sin papeles, de
captar la atención en un escenario o de comunicar con los electores.
Durante mucho tiempo se dijo que era ella quien escribía los discursos
de su marido. Cuando Néstor Kirchner ganó las elecciones y se hizo con
la presidencia de la República, Cristina, senadora, desplegó una gran
tarea política. Cuando alguien criticó su enorme influencia, zanjó la
discusión sin complejos: "Soy la última persona que él ve antes de
dormirse".
Néstor Kirchner renunció a un segundo mandato en 2007 y dio paso, de
manera casi imperial, a la candidatura presidencial de su mujer. Su
control del movimiento justicialista era tan grande que nadie alzó la
voz. Algunos pensaron incluso que lo que pretendía era perpetuarse en el
poder, sustituyendo a su vez, llegado el momento, a Cristina Fernández.
En cualquier caso, prometió mantenerse en un segundo plano (bromeó con
la idea de dirigir un café literario) y no hacer sombra a la nueva
presidenta de la nación, para que pudiera asentar su propia autoridad.
Cristina Fernández de Kirchner obtuvo en diciembre de 2007 una victoria
resonante: el 45% de los votos y 22 puntos de diferencia sobre el
segundo clasificado. El huracán Cristina no necesitó siquiera una
segunda vuelta.
Once meses después, los sondeos indican que la popularidad de la
presidenta ha experimentado una erosión muy notable. Durante la crisis
del campo llegó a ser de sólo un 20%-25% de aceptación, 30 puntos menos
que en enero, según los datos, entre otros, de la consultora Poliarquía.
La anunciada retirada de Néstor Kirchner no llegó a producirse en ningún
momento. Bien al contrario, desde el primer día el ex presidente mantuvo
una presencia política muy intensa, que formalizó, en parte, haciéndose
elegir como máximo dirigente del Partido Justicialista.
Además, el hecho de que en el Gobierno de Cristina Fernández figuran
ministros que ya habían desempeñado funciones en el del ex presidente
facilitó la confusión y los contactos y despachos directos, al margen de
la presidencia. Es el caso, por ejemplo, del ministro de Planificación,
Julio de Vido, del que depende la importante inversión pública, y que
ocupó el mismo puesto con Néstor Kirchner.
Las dudas sobre el "reparto de competencias" entre los Kirchner (él se
reservaría las decisiones económicas mientras ella viaja por todo el
país e intenta recuperar apoyos políticos) no afectan, sin embargo, a la
convicción de que los dos mantienen una absoluta afinidad ideológica.
"No se trata de que el ex presidente tome decisiones que ella no
comparte. El pensamiento político de los dos es común", explica Eduardo
Van der Kooy, destacado columnista de Clarín.
La explicación que da el entorno del ex presidente, según Van der Kooy,
es que la llegada de Cristina Fernández a la presidencia fue seguida de
crisis muy difíciles: el valija-gate (investigación judicial sobre
fondos venezolanos empleados ilegalmente en la campaña electoral de
Cristina), la crisis del campo, el momentáneo caos financiero provocado
por la decisión de nacionalizar los fondos privados de pensiones...
Fueron crisis rápidas y de tal envergadura que Néstor Kirchner creyó que
no podían resolverse sin su participación directa. Muchos creen, sin
embargo, recalca el comentarista, que el ex presidente nunca tuvo
realmente voluntad de retirarse a un segundo plano. En la sociedad
Kirchner, él fue siempre el jefe político y Cristina Fernández acepta
ese liderazgo.
Como no podía ser menos en Argentina, un país con una fuerte tradición
psicoanalítica, muchos comentaristas buscan también explicaciones en las
relaciones personales entre los dos políticos y en una posible
dependencia psicológica dentro de la pareja. "No todo se explica desde
la racionalidad. Es posible que existan componentes psicológicos",
acepta Van der Kooy.
Cristina Fernández de Kirchner nunca se ha considerado a sí misma
feminista ni las feministas argentinas la reconocen como alguien
cercano. La presidenta nunca se ha significado por su actividad en ese
campo, e incluso cultiva voluntariamente una imagen física muy
tradicional, a la argentina, con mucho maquillaje y con una esforzada
atención a la imagen estética. "Me pinto como una puerta desde que tengo
14 años y tardo más tiempo en maquillarme y vestirme que en el
gimnasio", confesó en una de las escasas entrevistas que ha concedido.
La falta de militancia feminista no impidió que en su toma de posesión
Cristina Fernández de Kirchner hiciera repetidas referencias a su
condición de mujer. "Siendo una doble responsabilidad, como presidenta y
por el género", dijo, al tiempo que hacia un llamamiento convocando "a
las hermanas" para que se sintieran representadas en su presidencia.
Dora Barrancos, directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios
de Género, de la Universidad de Buenos Aires, reconoce la falta de
interés de la presidenta por cuestiones relacionadas con el feminismo, y
sobre todo, la falta de políticas de género desarrolladas por su
Gobierno, pero no comparte las explicaciones psicológicas que le
atribuyen a ella una cierta relación de dependencia. "Es cierto que
Néstor Kirchner es bastante incontinente y no guarda las formas
republicanas con su excesivo papel protagonista, sobre todo durante la
crisis del campo, pero una cosa es que él desborde continuamente su
actual condición de ex, y otra que ella no pueda tomar decisiones sin su
aceptación. Eso no es cierto. El problema no es que ella no pueda dar
pasos sin él, sino que él da muchos pasos que no debería", comenta.
Lo que nadie duda en Argentina es que los Kirchner son dos presidentes y
una única sociedad, una única marca de poder.
--
FREE GILAD SHALIT, KILL NASRALLAH!
http://www.habanim.org/
Imbécil.
RLunfa