Sobre el concepto de Regularidad masónica

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Heqa†R

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Mar 23, 2010, 9:13:35 PM3/23/10
to SECRETO MASONICO
Sobre el concepto de Regularidad masónica

Abordar el tema del tema de la llamada regularidad masónica
deviene ,en principio ,un tanto complejo, pero intentaremos aclarar
diversos extremos y llegar a algunas conclusiones que permitan tener
una idea clara sobre este concepto.
Para ello ,expondremos en primer lugar algunas consideraciones sobre
lo que entendemos por regularidad versus ortodoxia masónica que es ,a
nuestro entender, el verdadero concepto clave; para después ver las
diferencias entre las llamadas Obediencias de corte anglosajón
(autodenominadas regulares) y las Obediencias a-dogmáticas (también
regulares pero calificadas por las primeras de irregulares en lo que,
entendemos ,es un error de compresión).
Con este esquema pretendemos dejar claro que hay un concepto mayor de
la Regularidad Masónica y un concepto menor que, en función del tipo
de requisitos que se acogen para determinar dicho concepto reparte los
conceptos de regularidad e irregularidad.
La Regularidad masónica
La Masonería es heredera de una Tradición Simbólica, presente tanto en
los Templos masónicos como en los Rituales que son practicados.
Pues bien, es el respeto a esos símbolos y Ritos el elemento clave
determinante de la regularidad y si afinamos aún más, podemos señalar
que es el respeto a la Tradición de la que los símbolos son
exteriorización el elemento definidor de la regularidad masónica.
De forma que podríamos calificar de irregular tanto aquellos cuerpos
que se autodenominaran masónicos pero prescindieran de los símbolos
que tradicionalmente han constituido el cuerpo simbólico del que la
Orden es depositaria cual “Arca viviente de símbolos",en palabras de
Andre Bachelet , como aquellos otros que aún conservando los mismos
prescindieran del espíritu que encierran con prácticas abiertamente
contrarias a los mismos.
Esa Tradición masónica es por su propia naturaleza una Tradición
progresiva pues la construcción a la que aspira ,tanto a nivel
individual como social es una tarea en permanente evolución, no es una
obra acabada, tanto para el masón que asume una tarea que durará ya
toda su vida como a nivel social en cuanto el masón es un ser humano
que al igual que el resto se sitúa en un contexto social e histórico
determinado en constante cambio.
E ahí una particularidad ciertamente relevante en cuanto que dicha
Tradición es progresiva y no estática, por su propia naturaleza
simbólica subyacente.
Lo contrario sería encerrarse en un dogmatismo estrecho que aun a
pretexto de conservación de las formas devendría contra iniciático y
contrario a la Tradición encerrada en el corpus simbólico del que la
Orden es depositaria.
Resulta además que el lenguaje masónico es un lenguaje simbólico y por
ello queda preservado en su naturaleza de la interpretación
dogmática ,esto es , de la fijación e imposición de su contenido pues
éste queda a la interpretción y recepción por parte del dialogante con
el mismo. Diálogo que resulta personal e intransferible, sin perjuicio
de las puestas en común a las que da lugar en el desarrollo del
Trabajo masónico colectivo que tiene lugar en las Tenidas pero sin que
haya lugar a primar un siginificado sobre otro, pues de lo que se
trata al fín y al cabo, es de que cada cual aporte su piedra en la
construcción, construcción que a nivel grupal necesitará de todas las
piedras precisas en la construcción de la Gran Obra.
Sobre el concepto menor de regularidad :
Sentado lo anterior entendemos debemos acudir al proceso histórico que
determinó que algunas Obediencias se autoproclamaran regulares
fijando los principios que una Obediencia masónica debía observar para
ser considerada regular y entre las cuales se establecerían relaciones
y excluyendo al resto.
Conviene puntualizar que esto no afecta al Reconocimiento que entre
hermanos masones se lleva acabo a nivel interpersonal pero sí al
reconocimiento inter obedencial lo cual sin ser baladí ,dado que
afecta a importantes aspectos como el derecho de visita en las Logias,
y produce una imagen externa de “diferentes masonerías”, no es a
nuestro entender sino producto de la diversidad enriquecedora ínsita a
la naturaleza de una Orden , que no siendo Dogmática ha de producir en
su seno, diversidad de posturas, incluso algunas de carácter
excluyente.


Pues bien, cuando en 1877 el Gran Oriente de Francia suprimió la
fórmula simbólica del “Gran Arquitecto del Universo” comenzó una
quiebra de reconocimientos y no reconocimientos, de fijación de puntos
mínimos en base a los cuales se produciría ese reconocimiento inter
obedencial.


La corriente anglosajona elaboró hasta 12 puntos cuya reconocimiento
sería determinante de la regularidad.
Paralelamente a ellos en 1961 tuvo lugar el llamamiento de
Estrasburgo, al que se adhirió la Gran Logia Simbólica Española, en el
que las proponen para la “Logia Justa y Perfecta” la definición
siguiente que no es ni limitativa ni exhaustiva:
1.- Está constituida, por lo menos, por siete Maestros Masones.
2.- Tres la dirigen, cinco la iluminan, siete la hacen “Justa y
Perfecta”.
3.- La Logia trabaja de acuerdo con un Ritual y utiliza los símbolos
de la construcción.
4.- Realiza sus Tenidas en un lugar cerrado y cubierto donde se
encuentran las columnas J y B, las tres grandes luces incluidas el
compás y la escuadra, las herramientas del grado y el pavimento de
cuadros negros y blancos.
5.- La Logia trabaja en los grados de Aprendiz, de Compañero y de
Maestro.
6.- La iniciación del grado de Aprendiz, que se efectúa bajo el signo
del triángulo, comprende la Cámara de Reflexión, los tres viajes, las
pruebas simbólicas y el paso de las tinieblas a la Luz. La ceremonia
de iniciación al grado de Compañero se desarrolla bajo el signo de la
Estrella Flamígera. La ceremonia de Exaltación al grado de Maestro
está basada en la leyenda de Hiram.
A cada grado corresponde una promesa solemne.
7.- Es Masón quien ha sido iniciado en una Logia Masónica Justa y
Perfecta.
Pues bien , para una mayor compresión trataremos de concretar los
puntos de divergencia de forma esquemática


http://hojasdeacacia.blogspot.com/2010/03/sobre-el-concepto-de-regularidad.html

Obediencias de ámbito anglosajón
-Creencia en el Gran Arquitecto del Universo
-Sólo pueden ser miembros varones


Obediencias de corte a-dogmático
-Cada Francmasón interpretará la invocación al Gran Arquitecto del
Universo según le dicte su conciencia con el mayor respeto hacia las
diferentes interpretaciones y hacia los Hermanos que las sustentan.
(art.1 de la constitución de la GLSE)
-Admiten a mujeres y hombres (aunque algunas Obediencias son
masculinas ,pero admiten el derecho de visita de mujeres)

SECRETO MASONICO

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Jun 5, 2021, 2:36:08 PM6/5/21
to SECRETO MASONICO
LA BÚSQUEDA DE LA PALABRA PERDIDA

Es sabido que en casi todas las tradiciones se alude a algo perdido o desaparecido que, sean cuales sean las formas con las que se lo simboliza, tiene en el fondo siempre el mismo significado; es ante todo la pérdida del estado primordial (del "Paraíso terrenal"), y también, por una consecuencia inmediata, la pérdida de la tradición correspondiente, pues dicha tradición no era sino el propio conocimiento, implícito esencialmente a la posesión de ese estado. Lo que en un principio se había perdido fue sustituido por algo que, en la medida de lo posible, debía tomar su lugar, lo cual a su vez se perdió, creando la necesidad de nuevas sustituciones.

Según diversas tradiciones, lo que está perdido no está representado solamente por una copa sagrada (es decir, por el Grial o por alguno de sus equivalentes), sino también por su contenido, que no es en el fondo sino la "bebida de la inmortalidad", cuya posesión constituye esencialmente uno de los privilegios del estado primordial. Por eso se dice que el soma védico, a partir de cierta época, vino a desconocerse, lo que obligó a su reemplazo por otra bebida que era tan sólo una imagen del mismo. Entre los persas, en cambio, para quienes el haoma es el equivalente del soma hindú, la segunda pérdida es mencionada expresamente: se dice que el haoma blanco podía únicamente recogerse sobre el Alborj, es decir, sobre la montaña polar, que representa la sede primordial; después fue reemplazado por el haoma amarillo, del mismo modo que, en la región donde se asentaron los antepasados de los persas, hubo otro Alborj, que era sólo una imagen del primero. Más tarde, este haoma amarillo se perdió a su vez, y no quedó de él más que el recuerdo. Recordemos al respecto que, en otras tradiciones, el vino es también un sustitutivo de la "bebida de la inmortalidad", es considerado generalmente como un símbolo de la doctrina escondida o reservada, es decir, del conocimiento esotérico e iniciático.

De manera general, toda tradición tiene normalmente como medio de expresión una determinada lengua, que por tal motivo adquiere el carácter de lengua sagrada; si esta tradición desaparece, es natural que al mismo tiempo se pierda la lengua correspondiente; incluso si aún subsistiera exteriormente algo de la misma, se trataría solamente de una especie de "cuerpo muerto". En ciertos casos, en lugar de la pérdida de una lengua se habla solamente de la pérdida de una palabra, por ejemplo, de un nombre divino, que caracteriza a una determinada tradición y que de alguna manera la representa sintéticamente. La sustitución por un nuevo nombre señalaría entonces el paso de una tradición a otra. Otras veces, en cambio, se pretende aludir a "pérdidas" parciales producidas en ciertos momentos críticos durante la vida de una misma forma tradicional: cuando tales "pérdidas" fueron compensadas con la sustitución por algo equivalente, ello significa que las circunstancias había exigido una readaptación de la tradición considerada. En el caso contrario, las pérdidas indican un empobrecimiento más o menos grave de la tradición que no pudo remediarse con posterioridad. Por citar un ejemplo conocido, citaremos el caso de la tradición hebrea, en la que se dan, precisamente, los dos casos indicados: tras la cautividad de Babilonia, la antigua escritura perdida debió ser sustituida por una readaptación. Por otra parte, durante la destrucción del Templo de Jerusalén y la dispersión del pueblo judío, se perdió la pronunciación verdadera del nombre tetragramático. Si bien fue sustituido por otro nombre, el de Adonaï, éste nunca fue considerado como el equivalente real de aquel que ya no se sabía pronunciar. En efecto, la transmisión regular de la pronunciación del principal nombre divino, ha-Shem o el Nombre por excelencia, estaba vinculada esencialmente a la continuidad del sacerdocio, cuyas funciones sólo podían ser ejercidas en el Templo de Jerusalén. Desaparecido el Templo, la tradición hebrea quedó inevitablemente incompleta.

           
 


Aunque el Templo está destruido, la cripta (corazón) permanece intacta

           
 

Para remediar esta pérdida y la consecuente búsqueda de lo que se ha perdido o, como se decía en el Medioevo, la "demanda", la iniciación, en sus primeros estadios, los que corresponden a los pequeños "misterios", tiene efectivamente como finalidad esencial la restauración del estado primordial. Es por otra parte necesario señalar que, al igual que la pérdida se produjo en realidad gradualmente y por etapas sucesivas, así también la búsqueda deberá desarrollarse gradualmente, recorriendo en sentido inverso las mismas etapas, es decir, remontando en cierta forma el curso del ciclo histórico de la humanidad, de un estado a otro anterior, hasta llegar al estado primordial. A estas etapas podrán naturalmente corresponder otros tantos grados de iniciación a los "pequeños misterios". Es por otra parte evidente que todo aquello que puede comunicarse exteriormente no podría ser con toda seguridad la "palabra perdida", sino nada más que un símbolo de la misma, siempre más o menos inadecuado, como lo es toda expresión de las verdades trascendentes.

En las iniciaciones occidentales hay por lo menos dos ejemplos muy conocidos de la búsqueda de la cuestión (lo que no quiere decir que hayan sido siempre efectivamente comprendidos por quienes hablaron de ellos): la "demanda del Grial" en las iniciaciones caballerescas de la Edad Media y la "búsqueda de la palabra perdida" en la iniciación masónica, y ambas pueden ser consideradas como casos típicos de las dos formas de simbolismo que hemos indicado. La misma "Tabla Redonda" no es en definitiva sino un "sustituto", puesto que, aunque su destino sea recibir el Grial, éste nunca llega a manifestarse efectivamente.

Si pasamos a considerar la "palabra perdida" y su búsqueda en la Masonería, lo primero que debemos indicar a este respecto es que el grado de Maestro, tal como es practicado en la Craft Masonry, insiste en la "pérdida de la palabra", que se presenta como una consecuencia de la muerte de Hiram. Pero la "palabra sagrada" del grado es claramente una "palabra sustituta" de una especie muy particular: ha sido deformada de muy diferentes maneras hasta el punto de llegar a ser irreconocible. Pero, si se restituye a dicha palabra su forma correcta descubrimos que la palabra en cuestión no es sino una pregunta, y la respuesta sería la verdadera "palabra sagrada" o la "palabra perdida", es decir, el verdadero nombre del Gran Arquitecto del Universo.

     En la iniciación masónica, en cambio, la "palabra sustituta" es una pregunta que ofrece la posibilidad de reencontrar la "palabra perdida". Señalemos de paso que en el grado de Maestro no sólo se habla de una "palabra sustitutiva" sino también de un "signo sustitutivo". Si la "palabra perdida" se identifica simbólicamente con el Tetragrama, ciertos indicios permiten suponer que correlativamente el "signo perdido" debería identificarse con la bendición de los Kohanim.

         
       


Diploma del Arco Real; el maestro masón desciende por la sumidad de la bóveda buscando la palabra perdida

 

 
Hay algunos grados masónicos que ofrecen una "palabra reencontrada", lo que parece implicar la culminación de la búsqueda; pero, en realidad, esta "palabra reencontrada" es siempre una nueva "palabra sustituta", y es fácil comprender que no pueda ser de otro modo, ya que la verdadera "palabra" es rigurosamente incomunicable. Así es en particular con respecto al grado del Royal Arch, el único que debe ser considerado como estrictamente masónico, hablando con propiedad, y cuyo origen operativo directo no ofrece duda alguna; de alguna manera es el complemento normal del grado de Maestro, con una perspectiva abierta a los "grandes misterios". El término que representa en este grado la "palabra reencontrada" se presenta, como muchos otros, bajo una forma muy alterada, lo que ha dado lugar a varias suposiciones en cuanto a su significado; pero, según la interpretación más autorizada y plausible, se trata en realidad de una palabra compuesta, formada por la reunión de tres nombres divinos pertenecientes a tres tradiciones diferentes. Hay aquí al menos una indicación interesante desde dos puntos de vista: en primer lugar, esto implica evidentemente que la "palabra perdida" es considerada como constituyendo un nombre divino; después, la asociación de estos diferentes nombres no puede explicarse de otro modo que como una afirmación implícita de la unidad fundamental de todas las formas tradicionales.

Por otra parte, ¿cómo es posible que la "pérdida de la palabra" se presente como una consecuencia de la muerte de Hiram, cuando, según la leyenda, había otros que igualmente la poseían? El problema puede plantearse con más precisión de la manera siguiente: en la época de la construcción del Templo, la "palabra" de los Maestros estaba, según la leyenda del grado, en posesión de tres personajes que tenían el poder de comunicarla: Salomón, Hiram, rey de Tiro, e Hiram-Abi; admitido esto, ¿cómo puede bastar la muerte de este último para causar la pérdida de la "palabra"? La respuesta es que, para comunicarla regularmente y en forma ritual, se necesitaba el concurso de los "tres primeros Grandes Maestros", de tal manera que la ausencia o desaparición de uno sólo de ellos hacía imposible esta comunicación, así como es imposible formar un triángulo si no es con tres ángulos. En efecto, una Logia operativa no puede abrirse sin el concurso de tres Maestros, provistos de tres varillas cuyas longitudes están respectivamente en relación con los números 3, 4 y 5; y solamente a partir del momento en que estas tres varillas han sido aproximadas y dispuestas en forma tal de conformar el triángulo rectángulo pitagórico es cuando puede tener lugar la apertura de los trabajos. Dicho esto, es fácil comprender que, de forma similar, una palabra sagrada pueda estar compuesta de tres partes, tales como tres sílabas, no pudiendo cada una de las cuales ser pronunciada más que por uno de los tres Maestros, de manera que, a falta de uno de ellos, tanto la palabra como el triángulo quedarían incompletos, y nada válido podría realizarse.

En cuanto a la palabra sagrada que sólo puede ser comunicada por el concurso de tres personas, es muy significativo que justamente este carácter se verifique en la palabra que, en el grado del Royal Arch, se considera representante de la "palabra reencontrada", y cuya comunicación regular no es efectivamente posible más que de esta forma. Las tres personas de que se trata forman entre sí un triángulo, y las tres partes de la palabra que son entonces las tres sílabas correspondientes a otros tantos nombres divinos de diferentes tradiciones, "pasan" sucesivamente, si así puede decirse, de uno a otro de los lados del triángulo, hasta que la palabra sea completamente "justa y perfecta". Aunque en realidad no se trate aquí sino de otra "palabra sustituta", el hecho de que el Royal Arch sea, en cuanto a su filiación operativa, el más "auténtico” de todos los grados superiores, otorga a esta forma de comunicación una importancia innegable que confirma la interpretación de lo que a este respecto permanece oscuro en el simbolismo del grado de Maestro, tal como actualmente es practicado.

Otro punto que debemos considerar es el siguiente: la mayoría de las veces la "palabra perdida" es asimilada al Nombre tetragramático, en concordancia con el simbolismo hebraico. El Tetragrama pudo perfectamente haber sido en cierto sentido una "palabra sustituta", ya que pertenece propiamente a la revelación mosaica. En el exoterismo hebreo, la palabra que sustituye al Tetragrama que ya no se sabe pronunciar, es otro nombre divino, Adonaï, que igualmente está formado por cuatro letras, pero que se considera menos esencial. Hay en todo esto una especie de resignación ante una pérdida considerada irreparable, que se trata de remediar. A propósito de ello, añadiremos todavía una observación sobre el Tetragrama hebreo: puesto que éste es uno de los nombres divinos más frecuentemente asimilados a la "palabra perdida"; la forma Jehová, si bien no puede ser considerada como la verdadera pronunciación del Nombre, que ya nadie conoce, la representa al menos mucho mejor al constar de tres sílabas (y su misma antigüedad, en cuanto transcripción aproximativa en las lenguas occidentales, podría ya por sí misma dejarlo entrever) que la forma Yahvé, puramente engañosa e inventada por los exégetas y los "críticos" modernos, y que, no poseyendo más que dos sílabas, resulta evidentemente inapropiada para una transmisión ritual como ésta de la que estamos hablando.
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