De: Mampostero Enviado: 14/01/2008 12:51 p.m.
La reciente publicación de un manuscrito perdido durante años, en el
que se desvelan algunos puntos oscuros del proceso contra los
templarios, ha vuelto a poner de actualidad a los legendarios
caballeros de Cristo. ¿Por qué ha decidido el Vaticano hacer público
un documento semejante justo ahora, cuando se cumplen 700 años de la
persecución de la Orden? ¿Hay alguna intención oculta en esta
revelación? A comienzos de octubre de 2007, el Vaticano realizaba un
anuncio sorprendente: el día 25 de ese mes, el Archivo Secreto
pontificio iba a poner a la venta el tomo Processus contra Templarios,
compuesto por 300 páginas en facsímil que reproducen fielmente los
documentos originales –hasta ahora inéditos– de un proceso judicial
contra los célebres monjes-guerreros, llevado a cabo en el castillo
real de Chinon. El anuncio llegaba el día 13 de octubre. Justo 700
años antes, en 1307 –aunque el prefecto del Archivo Secreto, Sergio
Pagano, negó que la elección de la fecha hubiera sido intencionada–
los templarios franceses, incluyendo a su Gran Maestre, Jacques de
Molay, fueron detenidos inesperadamente por soldados del rey acusados
de herejía, sodomía y otros terribles pecados. En realidad, el valioso
documento, un pergamino de 700 por 580 mm, había sido descubierto en
2002 por la investigadora italiana Barbara Frale, funcionaria del
Archivo Vaticano. Sin embargo, la importancia del hallazgo habría
aconsejado prudencia y una laboriosa investigación antes de hacer
público su contenido. Finalmente llegó ese día y Frale, acompañada por
Sergio Pagano, el escritor y antropólogo Valerio Massimo Manfredi y
otros expertos, presentó a la prensa el documento papal, también
conocido como Pergamino de Chinon. La existencia del manuscrito se
conocía desde hace tiempo, aunque llevaba décadas perdido y no se
había estudiado, de ahí su gran importancia. Durante la rueda de
prensa los expertos explicaron que se ponían a la venta 799 ejemplares
(otro más quedó inmediatamente reservado para Benedicto XVI) a un
precio de 5.900 euros cada uno, y aclararon que varias universidades y
bibliotecas de todo el mundo ya se habían mostrado interesadas en su
adquisición. El texto, que al parecer data de agosto de 1308, tendría
una gran trascendencia, pues su contenido vendría a demostrar que el
papa Clemente V –a menudo visto por los historiadores como una
«marioneta» cómplice de Felipe IV el Hermoso y, por tanto, culpable en
cierta medida del trágico fin de la Orden– había absuelto en esa fecha
a Jacques de Molay y sus caballeros. Los textos, explicó Frale,
«muestran la verdadera actitud de Clemente V respecto a la acusación a
los templarios (…) el pontífice era un gran jurista, un hombre astuto,
una persona distinta de la que durante tanto tiempo ha sido descrita».
EL TEMPLE, EN «SUSPENSO» Las revelaciones no terminaron ahí. Según los
portavoces vaticanos, finalmente y a pesar de la absolución, Clemente
V se habría visto obligado a «suspender la Orden, aunque sin
disolverla», a causa de las fuertes presiones y el descontento
mostrado por Felipe IV, y evitar así un cisma con Francia. Esta
decisión se vio plasmada en la bula Vox in Excelso (1312), en este
caso sí conocida por los historiadores, pues fue emitida de forma
oficial. Aunque los investigadores vaticanos compararon la suspensión
de la Orden declarada por Clemente V en el Pergamino de Chinon como
una especie de «hibernación», Sergio Pagano, el prefecto del Archivo
Secreto, se apresuró a descartar cualquier tipo de rehabilitación: «No
hay –aseguró–, ni podría haber, ninguna voluntad rehabilitadora de los
templarios». Esta aclaración sirvió, al mismo tiempo, para acallar
cualquier posible reivindicación por parte de grupos actuales que
aseguran ser «herederos» legítimos de la Orden. Frale aprovechó la
rueda de prensa para añadir que la absolución de Clemente V a los
templarios se produjo después de que éstos confesaran y reconocieran
una serie de culpas, y tras solicitar el perdón del papa. «La Orden
adolecía de graves males, aunque en ningún caso se trataba de
herejías», aseguró a los medios de comunicación. A pesar de la gran
repercusión mediática –la noticia fue aireada en informativos de
televisión y periódicos de todo el mundo– pocos medios han
profundizado en la trascendencia y posibles consecuencias de la
información dada a conocer, ni tampoco han analizado al detalle cómo
fueron en realidad, a la luz del Pergamino de Chinon, los últimos días
de la orden más célebre de la Edad Media… HISTORIA DE UNA CONJURA Para
comprender cómo una Orden rica y poderosa, que disponía de numerosas
posesiones en todo el Occidente cristiano y que sólo debía rendir
cuentas al papa, pudo desaparecer por completo en tan poco tiempo, hay
que conocer antes una serie de circunstancias históricas que
permitieron que el fatal desenlace tuviera lugar. Por una parte, la
pérdida de los últimos territorios de Tierra Santa, con la caída de
San Juan de Acre en 1291, tuvo como consecuencia que las órdenes
militares –todas, no sólo el Temple– perdieran gran parte de su razón
de ser. Este hecho puso muy nerviosos a los monarcas europeos. La
función primordial del Temple –la defensa del reino cristiano de
Oriente– había desaparecido, así que tenían las manos –y las espadas–
libres para otros menesteres.Teniendo en cuenta su poder, no es
extraño que los monarcas los vieran con malos ojos. A esta
circunstancia había que sumar el hecho de que en la época habían
arreciado las críticas hacia las órdenes militares en general. Se las
acusaba de avaricia y soberbia, y se envidiaba que, por ejemplo, las
encomiendas estuvieran exentas del pago de diezmos. Por otra parte, el
Temple tampoco gozaba de excesivas simpatías ante el pontífice,
después de que la Iglesia hubiera intentado una fusión entre la orden
templaria y la de San Juan del Hospital. Ya en 1292, el papa Nicolás
IV había propuesto dicha fusión en una de sus encíclicas, aunque no
llegó a ningún sitio. Clemente V volvió a intentarlo en 1306, pero
Jacques de Molay rechazó la propuesta. Finalmente, la cuestión más
importante fue, con seguridad, la situación económica del rey francés,
Felipe IV el Hermoso. Las arcas del monarca estaban en números rojos
desde hacía tiempo a causa de los prolongados conflictos bélicos con
Inglaterra y Flandes. Le urgía encontrar pronto una solución a ese
problema. Felipe tenía una poderosa razón para sentirse incómodo con
los monjes guerreros: los templarios administraban el tesoro real, y
le habían concedido importantes préstamos para sufragar sus gastos.
Así que Felipe puso a los caballeros en su punto de mira. Si
desaparecían, su deuda también. En 1306, el monarca no había dudado en
expoliar los bienes a mercaderes lombardos y a los judíos, y aquello
le sirvió de «ensayo» para realizar algo similar con los templarios.
UNAS ACUSACIONES TERRIBLES En junio de 1306, el papa Clemente había
solicitado a los maestres del Temple y el Hospital que acudieran a
Francia para hablar sobre la fusión. Fue en esas fechas, a finales de
1306, cuando Jacques de Molay tuvo conocimiento de que circulaban
rumores y acusaciones contra su orden. En un primer momento, Clemente
V rechazó aquellos comentarios. Todo parece indicar que estos rumores
fueron «sembrados» por agentes reales. De lo que no parece haber duda
es que Guillaume de Nogaret, mano derecha de Felipe el Hermoso, estuvo
detrás de toda la «conspiración». En realidad, Nogaret ya había sido
protagonista en otra terrible conjura, la que enfrentó al monarca
francés contra el papa Bonifacio VIII. Ambos sostuvieron un duro
enfrentamiento y Felipe, aunque parezca increíble, llegó a acusar al
pontífice de simonía, ateísmo, hechicería y de estar poseído por el
diablo. Después ordenó a Nogaret que capturara al papa. Abandonado por
todos sus cardenales, Bonifacio VIII se refugió en su residencia de
Agnani. El pontífice fue detenido por el agente de Felipe IV, aunque
más tarde fue liberado y falleció poco después en Roma. Con estos
antecedentes, no sorprende que el inefable Guillaume de Nogaret,
siguiendo órdenes de su señor, aprovechase las acusaciones vertidas
por Esquius de Floyrac, un antiguo templario despechado con su orden.
Aquel era el detonante que Nogaret y el rey habían estado esperando.
El consejero real preparó un detallado informe y lo hizo llegar a la
Inquisición francesa. La conjura contra los templarios era ya
imparable. Poco después, el 14 de septiembre de 1307, se envió a todos
los bailíos de Francia una orden real secreta, que señalaba la fecha
del 13 de octubre para caer sobre los templarios. Y así fue. Aquel día
comenzó la detención de todos los hermanos en suelo francés, y se
procedió a confiscar sus bienes, que pasaron a las arcas reales. A
partir de ese momento se iniciaron los interrogatorios, que incluían
la tortura, y algunos caballeros reconocieron las acusaciones. Muchos
templarios confesaron haber negado a Cristo y escupir sobre la cruz,
así como haber cometido el pecado de sodomía en «caso de calentura»,
tal y como refleja el historiador Alain Demurger en su trabajo
Caballeros de Cristo (Ed. Universidad de Granada, 2002). En un
principio, Clemente V, molesto por la osadía de Felipe IV –los
templarios sólo debían rendir cuentas al papa– quiso oponerse al
proceso. Pero cuando De Molay sucumbió a la tortura y aceptó parte de
las acusaciones, Clemente se sumó a la conjura y, el 22 de noviembre
de aquel nefasto 1307, ordenó la detención de los templarios de
Occidente y Chipre. La trama se fue dilatando en el tiempo y, a
finales de 1309, unos 600 templarios fueron llevados a París para
comparecer ante una comisión pontificia. Allí defendieron su
obediencia y se retractaron de los testimonios realizados
anteriormente. Aquella nueva declaración los convertía en relapsos, y
el arzobispo de Sens, Felipe de Marigny –hermano de un importante
miembro de la corte– no dudó en enviar a la hoguera a 54 templarios,
que fueron ejecutados en mayo de 1310. DISOLUCIÓN DE LA ORDEN El
siguiente episodio de esta dramática historia tuvo lugar el 16 de
octubre de 1311, cuando Clemente V convocó un Concilio en la catedral
de San Mauricio. Rodeado por Felipe el Hermoso y un grueso contingente
de soldados, el papa se vio obligado a ceder ante los intereses del
monarca. Clemente intentó retrasar la sentencia todo lo que pudo, pero
ante la insistencia de Felipe tuvo que ceder. Y así, durante el
Concilio de Vienne de 1312, el papa proclamaba la bula Vox in excelso
y el Temple quedaba suprimido de forma provisional. Sólo quedaba
resolver el caso particular de los altos dignatarios de la Orden. Un
proceso que se había reservado el propio pontífice. La condena fue de
cadena perpetua. En enero de 1313, el papa delegó en tres subordinados
para que fueran ellos quienes comunicaran la sentencia a los
dirigentes del Temple: Jacques de Molay, Hugues de Pairaud, Geoffroy
de Gonneville y Geoffroy de Charney. Y así, el 18 de marzo de 1314 el
proceso contra los templarios llegaba a su fin. De Molay y De Charney
fueron llevados hasta un estrado colocado para la ocasión frente a la
catedral de Notre-Dame de París. Los templarios se habían retractado
de su confesión y declararon su inocencia. Hasta ese momento se
enfrentaban a cadena perpetua, pero aquel gesto les convirtió en
relapsos, lo que justificaba su condena a muerte. Felipe el Hermoso no
desaprovechó la oportunidad. Así fue como Jacques de Molay y Geoffroy
de Charney fueron ajusticiados aquella misma tarde ante el pueblo de
París, devorados por las llamas. Antes de expirar –según la leyenda–
De Molay lanzó una terrible maldición contra aquellos que habían
causado la ruina de la Orden: el papa Clemente V y el rey Felipe el
Hermoso fueron emplazados por el Gran Maestre a presentarse ante el
juicio del Altísimo antes de un año. Y así fue… El ambicioso monarca
murió al caerse de su caballo pocos meses después. Al pontífice no le
esperaba un destino mejor: una infección intestinal se lo llevó al
otro mundo en medio de fuertes dolores. ¿OSCURAS INTENCIONES? Este
fue, tal y como han reflejado los historiadores hasta la fecha, el
trágico final de la Orden del Temple. El destino de sus miembros fue
de lo más variado, dependiendo del lugar en el que se encontrara su
encomienda (ver recuadro). Pero, ¿qué es exactamente lo que aporta a
este escenario el Pergamino de Chinon recientemente publicitado por el
Vaticano? En concreto, el manuscrito pone de manifiesto que a finales
de agosto de 1308 una comisión pontificia logró acceder a los líderes
de la Orden –en aquel momento recluidos en el castillo real de Chinon–
para interrogarlos. El fruto de aquellas pesquisas sirvió al papa para
absolver a los caballeros. Esta absolución sólo se produjo después de
que los templarios reconocieran haber cometido algunas faltas, aunque
nunca la herejía. Clemente V, según este texto, habría planificado en
un principio una reforma radical de la Orden, así como la ansiada
fusión con el Hospital. Pero todos aquellos planes, según se desprende
del pergamino, se fueron al traste a causa de la actitud de Felipe el
Hermoso, y el pontífice se vio obligado a eliminar la Orden sin
abolirla, dejándola en esa «hibernación» que mencionábamos al
principio. Finalmente, tampoco pudo evitar el trágico fin de De Molay,
devorado por las llamas. A primera vista, el anuncio del Vaticano
parece una «jugada» destinada a mejorar la imagen de la Iglesia. Por
un lado, el manuscrito aparenta rehabilitar la maltrecha imagen de
Clemente V, un pontífice calificado de traidor por haber permitido y,
quizá, facilitado el fin de la Orden. Por otra parte, supone un
«hachazo» a los defensores de teorías heterodoxas, pues el proceso
descrito en el pergamino, pese a reconocer que los templarios
confesaron «graves faltas», da a entender que entre éstos no se
encontraba la herejía, tal y como sugieren algunos autores u obras de
ficción como El Código da Vinci y similares. A pesar de los esfuerzos
del Vaticano, los hechos históricos –Pergamino de Chinon incluido–
parecen dejar algo claro: Clemente V fue un pontífice débil, atrapado
por las maquinaciones de Felipe el Hermoso y Guillermo de Nogaret. Por
desgracia para el Temple, el papa tenía fresco en su mente el terrible
final que sufrió Bonifacio VIII a manos del monarca francés. Quizá
temió convertirse en su siguiente víctima, y prefirió sacrificar en su
lugar a unos guerreros de Cristo cuyas hazañas y los enigmas que los
rodearon terminaron por convertirlos en leyenda. RECUADRO: JACQUES DE
MOLAY, EL ÚLTIMO GRAN MAESTRE En 1293, Jacques de Molay fue elegido
Gran Maestre de la Orden del Temple. La elección fue muy reñida, pues
el otro aspirante era Hugo de Peraud, tesorero de la encomienda de
París y amigo personal del rey Felipe el Hermoso. El fracaso de su
favorito fue, con seguridad, otro motivo más para que el monarca
francés deseara el desastre de la Orden. Algunos trabajos han señalado
que Jacques de Molay fue un líder débil y poco inteligente, que con su
escasa personalidad no supo hacer frente a los peligros que amenazaban
a su Orden. Lo cierto es que De Molay tuvo la mala suerte de tomar el
mando en el peor momento. La caída de los últimos territorios de
Tierra Santa (fue elegido tras la pérdida de San Juan de Acre), la
animadversión cada vez mayor de monarcas y la población hacia los
caballeros y la ambición de Felipe IV fueron sus peores enemigos. Sin
embargo, las crónicas refieren que fue un valeroso guerrero y, a pesar
de haberse confesado culpable de los pecados atribuidos al Temple
(posiblemente admitidos bajo tortura), finalmente defendió su
inocencia, aunque sabía que su retractación le llevaría
inevitablemente a la muerte en la hoguera. RECUADRO: ¿QUÉ PASÓ CON EL
TEMPLE? El destino de los templarios y sus bienes fue muy distinto en
función del lugar en el que se hallaban establecidos. En Francia,
donde se produjo el mayor número de detenciones, el panorama fue muy
variado, tal y como explica José Luis Corral en Breve historia de la
Orden del Temple: «Los que se negaban a confesar eran condenados a
muerte, los que confesaban sus culpas solían ser perdonados y
liberados, pero si se retractaban eran condenados por relapsos». En
otros reinos el trato fue muy diferente. En la Corona de Aragón, por
ejemplo, tras la disolución de 1311 cada templario recibió una renta
de entre 500 y 3.000 sueldos y fueron considerados inocentes. Después
los templarios aragoneses se repartieron por los conventos del
Hospital que había en la Corona. En Castilla los templarios fueron
igualmente declarados inocentes, y lo mismo sucedió en Inglaterra,
donde el rey Eduardo II incluso rechazó las acusaciones y se negó a
capturarlos. En cuanto a sus bienes, ocurrió algo similar. Sus
posesiones pasaron a manos del Hospital, aunque la Península Ibérica
fue un caso especial, pues los de Aragón y Mallorca pasaron a la nueva
Orden de Montesa, y en Portugal a la de Cristo, en cuyas filas
entraron numerosos templarios
Respuesta
0 recomendaciones Mensaje 8 de 14 en la discusión
De: Mampostero Enviado: 14/01/2008 01:23 p.m.
Este mensaje ha sido eliminado por el autor.
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Recomendar Eliminar Mensaje 9 de 14 en la discusión
De: Mampostero Enviado: 14/01/2008 01:39 p.m.
DESVELADO UNO DE LOS SECRETOS DE LA IGLESIA CATÓLICA.
Un pergamino vaticano oculto 7 siglos rehabilita a los Templarios
El Folio de Chinón recoge la absolución de Clemente V a los miembros
de la orden.A sus integrantes se les declaró herejes merced a la
presión de la corona francesa.
25/10/2007 ROSSEND DOMÈNECH
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Foto:ARCHIVO DEL VATICANO
MÁS INFORMACIÓN
Personajes de cine y novela25/10/2007
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El tiempo tal vez hace justicia, pero no devuelve la vida. Unos
documentos judiciales que permanecieron traspapelados más de siete
siglos y que hace seis años fueron descubiertos, por casualidad, en el
Archivo Secreto del Vaticano, rehabilitan ahora, en pleno siglo XXI, a
los Templarios, una orden religioso-militar --como muchas que
existieron durante la Edad Media-- cuyos integrantes acabaron en la
hoguera. En Europa habían instalado el primer sistema financiero
internacional conocido.
Fueron condenados por herejes, por sodomía, por "besos obscenos" y
otros delitos, pero ahora se afirma, con pruebas, que el papa Clemente
V nunca dio crédito a esas acusaciones, sino que cedió a las presiones
del rey de Francia, Felipe IV, el Hermoso, que amenazaba con un cisma
si la Iglesia no le quitaba de en medio a los ricos y poderosos
frailes-soldado. El monarca les debía 300.000 florines, pero
ambicionaba sobre todo su ingente tesoro, que, con las arcas del
Estado francés vacías, necesitaba para pagar la guerra de los Cien
Años que libraba contra Inglaterra.
799 EJEMPLARES A 5.900 EUROS Las actas del proceso al que fueron
sometidos los Templarios serán presentadas hoy en el Vaticano en un
acto que ha despertado curiosidad. La Santa Sede ha editado 799
ejemplares para venderlos a 5.900 euros cada uno. Se titulan Processus
contra Templarios y están basados casi exclusivamente en el documento
descubierto en el año 2001: un pergamino de 70 centímetros de largo y
58 de ancho conocido como el Folio de Chinón, que debe su nombre al
castillo francés donde, en el año 1308, se celebraron los procesos
contra los Templarios. Entre los procesados se encontraba el Gran
Maestro de la Orden, Jacques de Molay, que ha inspirado a decenas de
novelistas.
En la web donde el Archivo Secreto Vaticano ha divulgado el alcance
del hallazgo (
http://asv.vatican.va/es/doc/1308.htm) se explica que el
folio "contiene la absolución impartida por Clemente V al último Gran
Maestro del Templo, fraile Jacques de Molay, y a los otros jefes de la
Orden, después de que estos últimos hicieran acto de penitencia y
solicitaran el perdón de la Iglesia". Así, el Papa los absolvía de
unos supuestos delitos que habían confesado bajo tortura de los
inquisidores franceses; pero ya era tarde, y Felipe IV impuso al Papa
la supresión de la Orden. Se cuenta que en 1885, en Rennes-le-Ch¢teau,
fue descubierto el tesoro templario; pero desapareció, se dice que en
Escocia o Aragón.
Respuesta
Recomendar Eliminar Mensaje 10 de 14 en la discusión
De: Mampostero Enviado: 14/01/2008 01:41 p.m.
El Vaticano vende el secreto de los Templarios
EFE |
25-10-2007 18:47:45
En un elegante estuche de piel y al precio de 5.900 euros, los
Archivos Secretos Vaticanos han puesto a disposición de los pocos
privilegiados que lo podrán adquirir la verdadera historia del proceso
que supuso el fin de la Orden de los Templarios.
Los Archivos Vaticanos han presentado el exclusivo volumen que recoge
todos los documentos que guardaban celosamente sobre de uno de los
grandes juicios de la historia: el "Processus contra Templarios".
Jeques árabes, diseñadores de moda y las principales bibliotecas del
mundo ya han reservado una de las 799 copias del "Processus" que
saldrán a la venta. El ejemplar número 800 será regalado al Papa
Benedicto XVI, como se ha informado durante la presentación.
Pero el prefecto del Archivo Secreto Vaticano, Sergio Pagano, ha
dejado claro que esta publicación "no revela nada", ya que todos estos
documentos eran ya conocidos, "no es una exclusiva", y tampoco se
pretende "rehabilitar" a los templarios.
Las novedades
La principal novedad de este volumen es su "tipología, su carácter
artístico y la originalidad", además de que por primera vez se
publican agrupados todos los documentos que los Archivos Vaticanos
tienen sobre los templarios, añadió Pagano.
La publicación se enmarca en la iniciativa de una casa editorial que
realiza ejemplares con tirada limitada de obras exclusivas conservadas
en los Archivos Vaticanos. Y prevé la publicación de exactas
reproducciones, con todo lujo de detalles, desde el uso del pergamino
a los sellos dorados, de documentos de gran importancia histórica.
En este caso, el "Processus contra Templarios" contiene el "Folio de
Chinon", un pergamino de 70 centímetros de largo y 58 de ancho,
olvidado durante años en los Archivos Vaticanos, y descubierto por
primera vez en 2001. En este folio se comprueba que el papa Clemente V
dio la absolución al Gran Maestre del Temple , Jacques de Molay, y a
sus hermanos de la Orden.
Los interrogatorios de Chinon
El Pontífice les permitió además "recibir los sacramentos cristianos y
ser acompañados de un capellán" hasta los últimos momentos de su vida,
cuando fueron quemados en la hoguera. Además incluye las fieles
reproducciones de los pergaminos con los interrogatorios realizados
por la comisión papal a los templarios en el castillo de Chinon
(Francia) donde fueron encarcelados y las notas escritas por Clemente
V y sus colaboradores.
También contiene los tres sellos pertenecientes a los cardenales
Pietro Colona, Pierre de la Chapel y Bernfer Fredol, que fueron los
encargados por el Pontífice de realizar los interrogatorios. Pero
además del valor material de la obra, la publicación permite a la
Iglesia "aclarar" el comportamiento de Clemente V durante el juicio
contra la Orden del Temple .
La crítica histórica que acompañará el ejemplar abraza la afirmación
de que Clemente V "absolvió a los templarios" pero que "comprendió que
para evitar un cisma en la Iglesia era necesario sacrificar la
supervivencia de la Orden". "Tras la investigación realizada en
Poitiers, el Papa absolvió a los templarios de las acusaciones de
herejía", escriben los historiadores de los Archivos Vaticanos.
Sacrificar el Temple para salvar a la Iglesia
Aun así, "la supervivencia del Orden se hizo imposible" pues "Clemente
V, "después de meses de duras batallas políticas, comprendió que para
salvar a la Iglesia de un posible cisma era necesario sacrificar a los
templarios".
Para la historiadora Barbara Frale, descubridora del "Folio de
Chinon", la publicación del "Procesus contra Templarios" no es "un
punto final" en la historia de la Orden "sino que abre un sin fin de
nuevas investigaciones". Eso sí, "cierra muchas de las puertas,
encontradas en muchos libros históricos y novelas, sobre el carácter
esotérico y herético de los templarios".
La detención de los templarios fue ordenada por Felipe el Hermoso, rey
de Francia, el viernes 13 de octubre de 1307. Tras un largo proceso
judicial e inquisitorial, la Orden fue disuelta en el Concilio de
Vienne (Francia) en 1312 y Jacques de Molay fue quemado en la hoguera
dos años después.