Yo vine a aprender a ser libre
No me muevo solo, me muevo conjuntamente con mi realidad, la cual se nutre y cambia de acuerdo a mis acciones. Es el medio que heredé de mis ancestros, mi espacio cultural en donde debo iniciarme en el manejo de mi mismo. Adherido a la tierra floto con ella, adherida a su vez del sol, el que sigue su rumbo cobijando a sus pequeñas circunstancias que le acompañan siguiendo las “sugerencias” de otra circunstancia mayor, que le llama al reencuentro.
Yo, un hijo de otro hijo y de otra hija, dos chispas de polaridades opuestas que “llegan” bailando en espiral, deseándose, deseando ser, desde el mismo instante en que fueron pensados. Porque el universo es un pensamiento. Así nací yo, con extremidades que quieren asirse de algo, con ojos y boca anhelantes, indiferente al medio en que nací, sólo con el impulso incontenible de ser. El bien y el mal no existen. Al menos al comienzo.
Al principio lloré por dolor o por hambre, sólo por eso. Después el medio, los otros, se encargaron de soltarme sujeto a mis sentidos. “Debe aprender a caminar solo”. ¿Como la tierra y el sol?
¿Por qué se nace en un determinado cuerpo, o en un determinado lugar? Los dioses me abandonaron. La respuesta debiera estar en un sueño-anhelo, que fuera lanzado muy lejos y que despierta en el vuelo sin alcanzar a ver la mano que lo impulsó a existir, y que activa por instinto un paracaídas ilusorio: “existo, soy así…debe haber una razón”.
¿Quién habla en susurros dentro de nosotros, y que pareciera saberlo todo? ¿Es el otro yo el que me maneja, el que me exige alimento, experiencias, investigación, y que quiere despertar a través mío? El que entra en crisis existencial a menudo es uno, desapareciendo tal crisis cuando "él" da un paso y nos calmamos. ¿Dije “nos”?
Para sentirme libre es más importante el deber que el derecho (porque el derecho es una estancia de inconclusa libertad, leyes puramente humanas) y mi primer deber es aprender a caminar afinando los sentidos de orientación, guardar silencio para escuchar y ver lo que realmente es mí circunstancia, manifestada en el impenetrable concepto de “lo absoluto”. Yo, “una porción consciente” del inconsciente colectivo quiere sacudirse de la relatividad.
Carlos Adam
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