♣♥SEÑOR♥♣
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to SECRETO MASONICO
Kábalah JUDIA : ¿Cuál es el significado de Bereshit?.
De: ×Abiffæ (Mensaje original) Enviado: 17/12/2006 05:25 p.m.
Árbol Sefirótico además de los tres ter-
narios considerados como los más importantes, existen once ternarios
más. Aquí se expo-
nen, llamando a la Sephirah más positiva —de la tríada— activa, a la
más negativa, pasiva,
y equilibrante a la que ejerce este papel entre ellas.
Netzah Activa.
Tiphereth Equilibrante.
Hod Pasiva.
Chesed Activa.
Tiphereth Equilibrante.
Netzah Pasiva.
Gueburah Activa.
Tiphereth Equilibrante.
Hod Pasiva.
Kether Activa.
Tiphereth Equilibrante.
Yesod Pasiva.
Chokmah Activa.
Chesed Equilibrante.
Netzah Pasiva.
Binah Activa.
Gueburah Equilibrante.
Hod Pasiva.
Tiphereth Activa.
Yesod Equilibrante.
Malkuth Pasiva.
Chesed Activa.
Tiphereth Equilibrante.
Hod Pasiva.
Gueburah Activa.
Tiphereth Equilibrante.
Netzah Pasiva.
Netzah Activa.
Yesod Equilibrante.
Malkuth Pasiva.
Hod Activa.
Yesod Equilibrante.
Malkuth Pasiva.
En total son catorce tríadas en el Árbol Sefirótico. Esta forma de
enfoque aumenta las po-
sibilidades de análisis y conocimiento pues, al admitir cada tríada
seis permutaciones, son
ochenta y cuatro las variables equilibrantes con las que se puede
trabajar, teórica o prácti-
camente.
El trabajo práctico con los temarios, como casi toda la Cábala
práctica, supone peligro. Los
cabalistas ensalzaron tradicionalmente al ternario al tiempo que lo
ocultaban a los profa-
nos, por el riesgo que esto implicaba. Su conocimiento puede conducir
a una mala utiliza-
ción del magnetismo y el psiquismo, entre otras cosas, como
desgraciadamente a sucedido
con más frecuencia de lo que cabría esperarse.
Un ejemplo del enorme poder que representa la adecuada utilización de
una tríada, lo te-
nemos en el Sepher Yetsirah (Cap. 1 Secc. 8a) que se indicó en el
capítulo anterior. Allí
Dios, de acuerdo al relato Yetsirático, sella los seis confines del
Universo con la tríada iod-
he-vav, que corresponderían a Chesed, Gueburah y Tiphereth
respectivamente.
El Zohar también hace alusión a este poder. En su sección Bereshit,
indica: “R. Yudai pre-
guntó: ¿Cuál es el significado de Bereshit?. Significa ‘con
Sabiduría’, la Sabiduría sobre la
cual se basa el mundo, y a través de esto nos introduce a misterios
profundos y recónditos.
En ella, también, se halla la inscripción de las seis principales
direcciones supremas, de las
cuales surge la totalidad de la existencia. De la misma salen seis
fuentes de ríos que fluyen
al Gran Mar. Esto está implicado en la palabra Bereshit, que puede ser
descompuesta en
Bará-Shit (Él creó seis)... que implica que lo que estaba sellado e
improductivo en la pala-
bra Bará, se ha vuelto, a través de una transposición de letras, útil,
a emergido un pilar de
fecundidad...”.
Algo que tiene referencia con el Árbol, en forma directa, es el final
de la oración por ex-
celencia de los cristianos, el Padre Nuestro. Dice literalmente:
“Porque Tuyo es el reino, el
poder y la gloria, por siempre, amén”. Este versículo no lo tradujo
San Jerónimo en la Vul-
gata y por tanto los católicos no lo utilizan. Los evangélicos lo han
incluido en su Nuevo
Testamento. En el rito ortodoxo griego, no se permite sino a los
sacerdotes pronunciarlo.
Con este versículo, una corriente cabalística cristiana instituyó un
signo de la cruz, para
apertura y cierre de rituales y oraciones. Se pronuncia en hebreo y se
realiza, como la cruz
católica y ortodoxa, sobre el cuerpo.
La única variable, y esta por buenas razones, fue la modificación de
la expresión ‘Porque
Tuyo’ –Qui Sheljá– por la de, simplemente, ‘Tu’ –Atá–. Las palabras y
la forma de reali-
zarlo son las siguientes:
Con los dedos índice y medio de la mano derecha tocando la frente, se
pronuncia ‘Atá’.
Llevando la mano a la parte media del cuerpo, ‘Malkuth’. En el hombro
derecho, ‘ve-
Gueburah’. En el hombro izquierdo, ‘veGuedulah’ . Tocando en el plexo
solar, ‘leO-
lam’. Y juntando las palmas de las manos con los dedos hacia el
frente, ‘Amén’.
Aquí se producen dos fenómenos importantes en magia ritualística.
Primero, el poder vi-
bratorio de las palabras que se emiten. Segundo, la energía que
proyecta el movimiento de
la mano. El primero se denomina en Cábala, genéricamente, shmot y el
segundo, haavayá.
Para aquellos lectores que han tenido contacto con el esoterismo
hindú, se podría añadir
que corresponderían a los mantrams y mudras, respectivamente.
A este signo se le ha denominado ‘Signo de la cruz cabalístico’. Aquí,
para abreviar y darle
un nombre más acorde, lo llamaremos ‘signo tav’. La letra tav, en su
origen cananita era
una cruz y hoy en día, pese a que cambió su grafía, el significado
interno sigue siendo el de
cruz.
Las meditaciones con el Árbol Sefirótico son unos excelentes
ejercicios para la conciencia,
además de producir un cúmulo de conocimiento en general y de
autoconocimiento en par-
ticular. La metodología es simple. Son la constancia y la dedicación,
como en todo ejerci-
cio, las que van produciendo, paulatinamente, el desarrollo.
Para proceder se debe de estar lo más relajado posible. Lugar
tranquilo, falto de ruidos
molestos y en cómoda posición. Se respira profundamente en varias
oportunidades, hasta
obtener un buen nivel de tranquilidad. Una vez logrado esto, se
efectúa el signo tav. Segui-
damente, se visualiza la Sephirah como tal, es decir como una esfera,
de suficiente tamaño
para que podamos entrar holgadamente en ella. Debe de visualizarse en
el color que le co-
rresponda. Una vez obtenida la imagen lo más nítida posible, nos
introducimos, o bien, si
se dificulta este paso, hacemos que sea la esfera la que nos recubra.
Se pronuncia el nom-
bre divino correspondiente, por tres veces en forma lenta. Se hace una
pequeña pausa y
luego se pronuncia el nombre arcangélico, por tres veces también.
Hecho esto, permane-
cemos pasiva y relajadamente por unos quince o veinte minutos. Después
de ese lapso,
volvemos a realizar el signo tav para salir de la meditación.
Las meditaciones se realizan siete días consecutivos, sobre cada
Sephirah, comenzando por
Malkuth y siguiendo el camino de ascenso del rayo zigzagueante, es
decir: Malkuth, Ye-
sod, Hod, Netzah, Tiphereth, etc.
Cuando se indica color, nombre divino y nombre arcangélico
correspondiente, nos referi-
mos a los que se señalaron, para cada Sephirah, en el capítulo
anterior. La única variación
estriba en el color de Malkuth, ya que al ser cuatricolor se puede
dificultar, para los no ex-
perimentados, su visualización. En este caso se toma el color marrón
oscuro, que es el re-
sultante de la mezcla de los cuatro.
Es posible que durante las primeras meditaciones no se sienta ni se
vea nada pero, antes
que desanimar, esto debe de servir de acicate para continuar con más
empeño.
De cualquier forma, es importante tener a mano un cuaderno para
anotar, una vez conclui-
da la meditación, lo que se observe o sienta. También se debe de
colocar la fecha corres-
pondiente, así como el día ordinal de la sefirá en que se está
meditando. Estas anotaciones
pueden ser muy útiles en el futuro.
Las meditaciones deberían de realizarse en forma permanente. Al
finalizar un ciclo, hasta
Kether, comenzar nuevamente por Malkuth. Cuanto más constancia y
esfuerzo se les de-
dique, mayores serán los resultados.
Existen otras diversas formas de meditación en el Árbol Sefirótico,
pero con el simple
método aquí expuesto se obtienen muy buenos resultados.
Continuando con los aspectos prácticos, entraremos en el de
bioenergización. El concepto
es similar al de los chakras del hinduismo, pero la metodología es
diferente. Se basa en la
columna central del Árbol y en su correspondencia con el cuerpo
humano.
El ser humano está constituido por una parte física y otra espiritual,
teniendo, ambas, sub-
divisiones. El cuerpo físico está formado por el cuerpo denso y el
doble etérico. Este últi-
mo se denomina así porque es una reproducción exacta del cuerpo denso,
en un nivel vi-
bratorio ligeramente superior. Está conformado por un campo
biomagnético, que es como
el soporte donde están localizadas las células físicas.
En este doble etérico se encuentran unos centros de energía de vital
importancia para la
vida física, e incluso la psíquica, del hombre. Son lugares de entrada
y salida de la energía
en nuestros cuerpos físicos.
El principal flujo de energía recorre el cuerpo de cabeza a pies. Este
canal debe de perma-
necer constantemente fluido para mantener el equilibrio físico,
emocional y espiritual. La
gran mayoría de las enfermedades, de cualquiera de los tres tipos,
comienza con una mala
circulación en el canal energético. En los puntos donde hay
acumulación de energía se
produce un bloqueo, generando un desgaste y causando problemas en los
tres niveles.
Además de que al estar bloqueada la energía en algún punto hace falta
en otros, y las zonas
desenergizadas son muy vulnerables.
Los bloqueos se producen a nivel de los centros de energía, y es sobre
estos puntos que se
debe de trabajar para que el canal permanezca con buena fluidez. Los
más importantes co-
rresponden a las Sephiroth de la columna central, incluyendo a Daat.
Para efectuar el ejercicio, primero debemos de relajarnos respirando
varias veces en forma
profunda, preferiblemente acostados. Una vez logrado un buen nivel de
tranquilidad, se
hace el signo tav. Después, se procede a visualizar las Sephiroth en
los lugares y con los
colores adecuados, de arriba hacia abajo, pronunciando, en cada caso,
el nombre corres-
pondiente. Los colores a utilizar son del nivel Yetsirático, pues se
trabaja sobre el etérico
del cuerpo.
Veámoslo en detalle. Una vez realizado el signo tav, se visualiza
sobre la cabeza una pe-
queña esfera (de unos diez cmts.) de color blanco brillante. Después,
se pronuncia lenta-
mente Ehié (la h, como j suave). Esperamos unos momentos. Es probable
que se sientan
pulsaciones en la esfera, pero, de no ser así no significa que se esté
haciendo inadecuada-
mente. Sin dejar de ‘ver’ la Sephirah superior, se visualiza otra
esfera a nivel de la gargan-
ta. El color, violeta. El nombre a pronunciar es Adonai. Elohim. Tras
breves instantes de
concentración, se pasa a la tercera esfera. Esta se visualiza a la
altura del plexo solar. Su
color, rosado. El nombre, Adonai Eloá va Daat. La cuarta Sephirah se
localiza a nivel de
los genitales. Su color, púrpura oscuro. El nombre, Shadai El Jai. La
quinta, y última en los
pies. Su color, marrón dorado. El nombre, Adonai Melej.
Luego de completar el recorrido, se deben de mantener todas las
Sephiroth visualizadas en
los lugares indicados. Entonces, debe de imaginarse, y sentirse, un
canal que va de la pri-
mera a la quinta esfera. Por él circula un gran flujo de energía. Las
esferas permanecen,
ahora, en un segundo plano. Lo importante es el fluir energético, que
nos infunde fuerza y
vitalidad. Va adquiriendo, paulatinamente, el color amarillo dorado.
Bajo su influjo, senti-
mos que todas las células de nuestro cuerpo despiertan, se
revitalizan. Estamos vibrando
con el diapasón del Universo. Nuestra aura también se hace dorada y
percibimos que a
través de ella proyectamos alegría y paz, porque esto es lo que
tenemos en nuestro interior.
Permanecemos unos momentos envueltos en el apacible bienestar que nos
invade, sintien-
do el fluir energético a través del canal sefirótico. Después, hacemos
el signo tav para salir
del ejercicio bioenergético.
Estos aspectos prácticos son de gran utilidad para ayuda y desarrollo
personal. Pero, como
en todo ejercicio, la perseverancia es la que produce frutos.
Según se dijo al principio del tercer capítulo, el Árbol Sefirótico
concreta las ideas abs-
tractas. Si colocamos sobre el Árbol las distintas religiones
conocidas, pasadas y presentes,
analizando detenidamente cada una de ellas y comparándolas entre sí,
habremos de admitir
que todo se basa en lo mismo. Viejos dioses que mueren y nuevos dioses
que nacen, con
las mismas características de los antiguos. Ya que cada Sephirah tiene
diferentes estratos
vibratorios, es probable que los dioses, fuerzas, entes, o como se los
denomine en cada
caso, correspondan a niveles relativamente superiores o inferiores de
acuerdo al desarrollo
de cada religión, pero, siempre dentro de las características propias
de la Sephirah. Por eso,
ninguna religión debe de ser menospreciada; se puede estar en
desacuerdo, por el motivo
que sea, pero, merece respeto.
Y el tema es propicio para que analicemos brevemente un aspecto muy
discutido, teológica
y filosóficamente, como es el del monoteísmo y politeísmo. Si tomamos
al Árbol Sefiróti-
co en su conjunto, tendríamos la representación más cercana al
monoteísmo puro. Si indi-
vidualizamos las Sephiroth aparecería como politeísmo, desde un punto
de vista externo.
Estos conceptos son básicos para lograr una comprensión clara de
aspectos que se prestan a
confusión. Según se indicó al analizar el Árbol Sefirótico, la
conciencia humana sólo llega
hasta Kether y esto en casos excepcionales. Luego, es permisible
aceptar que, en cuanto a
nuestro plano se refiere, todo comienza en la primera Sephirah. Dado
que cada Sephirah es
un nivel de energía con su concreta peculiaridad, podría ser tomada
como un ente indivi-
dual en la búsqueda de objetivos determinados. Si se aíslan, cada uno
de los niveles, y se
les rinde culto separadamente, se caería en lo que teológicamente se
define como politeís-
mo. Por el contrario, si cada nivel es considerado simplemente un
atributo que forma parte
de la, que podríamos llamar, personalidad del Ente Supremo, sería
definible como mono-
teísmo.
Sin este sencillo análisis, una religión que tienda al monoteísmo puro
no es comprensible a
la lógica de los humanos. Pues, nuestros sistemas sociales se basan en
estructuras pirami-
dales y para la mente adaptada a estos esquemas se le dificulta,
enormemente, el concepto
de gran jefe por un lado y el resto de la tribu por otro, sin
intermediarios.
Para concluir, por el momento, con lo referente a este extraordinario
símbolo, expondre-
mos una cita de Isaac el ciego. Este cabalista provenzal del Siglo XII
dice, en su comenta-
rio al Sepher Yetsirah, que el conocimiento de Dios no se logra por
especulación, sino ab-
sorbiendo la esencia del Árbol Sefirótico
En la carta de San Pablo a los colosences la idea queda expresada en
latín como "Deus absconditum cum vestra vita".
Dios está escondido u oculto en cada uno de nosotros, que viene a ser
el alma o espirítu del universo que nos impulsa o nos mantiene vivo,
hálito vital o hábito divino, "daimon" o Dios personal para los
griegos, reflejo particular de un Ser superior o fuerza cosmica, que
a
él o a ello retorna una vez fenecido el cuerpo.
Pero, la diferencia entre el mensaje del cristianismo y la filosofía
tradicional sobre la divinidad, es que, si la filosofía busca a Dios
desde un punto de vista puramente abstracto y especulativo, el
cristianismo, a través de los Santos Evangelios, plantea tres
destinos
objetivos de esa búsqueda o momentos postreros del cuerpo:
1.º La vida eterna del alma (o consciencia).
2.º La resurección de la carne.
3.º La herencia de la Tierra.