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a SECRETO MASONICO
Antecedentes Cabalísticos de la Masonería
De: Lvx_orLvx (Mensaje original) Enviado: 09/06/2006 06:25 a.m.
ANTECEDENTES CABALÍSTICOS DE LA MASONERÍA
Lo que sí se puede afirmar igualmente y sin el menor temor a errar,
es que los dogmas filosóficos y rituales de la Cábala, se fueron
transmitiendo hasta nuestros días a través de la masonería, la que
los mantiene igual que hace siglos. Ha de hacerse notar que la
masonería, tal como la conocemos actualmente, afloró en el año
1717 en Inglaterra, mas, es muy anterior, puesto que nació de una
secta secreta fundada por nueve judíos en el año 43 después de
Cristo, bautizada con el nombre de La Fuerza Misteriosa, con dos
propósitos principales: El primero, combatir a los nazarenos de
creciente expansión, y contrariar sus predicaciones. Y el segundo,
conservar la influencia política israelita.
En medio del confusionismo existente, o que pretende crearse,
sobre el origen de la masonería, creemos que es decisivo lo que al
respecto dio a conocer el judío brasileño de procedencia rusa, Jorge
Samuel Laurant, bajo el titulo: La Disipación de las Tinieblas o el
Origen de la Masonería. Este Laurant, descendiente de uno de los
nueve judíos fundadores de la secta, fue el último heredero y
depositario de esta historia familiar, la cual vino recogiéndose por
sus antepasados con anotaciones sobre uno de los mismos
documentos originales de la fundación, y fue publicada por primera
vez a finales del siglo XIX, en francés, después vertida al árabe y
turco, por el libanés ortodoxo Awad Khoury, con la mediación del
entonces presidente de la República de Brasil, Doctor Prudente José
de Moraes Barros (1841-1902), de quien Khoury era el «Encargado
de Negocios privados de S.E. o présidente da República dos Estados
Unidos do Brazil»; y más recientemente traducida al español por
Ivan Zodca, en La Argentina en 1962 [iii].
Los nombres de los otros herederos o depositarios de aquel pacto
secreto, de los ochos restantes fundadores, todavía se desconocen.
El bisabuelo de dicho Laurant, que ya se había convertido al
cristianismo protestante por influencia de su esposa, y decidido a
desvelar este misterio, fue asesinado, sin que posteriormente
pudiese descubrirse jamás al autor o autores. Resulta curioso leer
en tal libro, lo que dejó escrito un judío que llegó a alcanzar la más
alta graduación masónica: «Sin embargo, el esclavo conoce a su
amo, pero nosotros, en cambio, no conocemos a quien nos ordena,
y le obedecemos ciegamente».
Monseñor León Meurin, jesuita, arzobispo de Port Louis en
Madagascar, afirma en su obra Filosofía de la Masonería: «La
doctrina cabalística no es en el fondo más que el paganismo en
forma rabínica; y la doctrina masónica, esencialmente cabalística,
no es otra cosa que el antiguo paganismo reavivado, oculto bajo
una capa rabínica y puesto al servicio de la nación judía». Más
adelante, también emite este juicio: «La doctrina del Talmud es
para el judío la teología moral, como la Cábala es la teología
dogmática». Y en otro lugar aún vuelve con la siguiente
observación: «Examinemos las doctrinas y la alta dirección de la
Orden, y en todas partes encontraremos a los judíos. Los emblemas
y enseñanzas de las logias muestran, sin lugar a dudas, que la
Cábala es la doctrina, el alma, la base y la fuerza oculta de la
masonería» [iv].
Nicolás Serra y Caussa, escribe también a este respecto en su obra
El Judaísmo y la Masonería: «El inventor, fundador o introductor del
sistema masónico, si no fue judío por la circuncisión, tan judío era
de corazón como los mejores circuncidados; pues la masonería
respira judaísmo por los cuatro costados».
Luego cita Nicolás Serra la opinión de un judío, de José Lehmann,
después sacerdote católico, recogiéndole estas palabras sobre el
particular: «El origen de la francmasonería debe atribuirse al
judaísmo; no ciertamente al judaísmo en pleno, pero, por lo menos
a un judaísmo pervertido».
El historiador judío francés Bernard Lazare, escribió a finales del S.
XIX: «Es evidente que sólo hubo judíos, y judíos cabalistas, en la
cuna de la masonería».
Por su parte, el rabino Isaac Wise escribió en 1855: «La masonería
es una institución judía, cuya historia, grados, cargos, señales y
explicaciones, son de carácter judío desde el principio hasta el fin».
El filósofo alemán Fischer anotó en 1848 esta otra observación: «La
gran mayoría de la orden masónica no admite al cristianismo, sino
que lo combate a punta de cuchillo; y la prueba de ello la tenemos
en la admisión de todos los judíos en las logias».
Otra perspectiva digna de tenerse en cuenta sobre la influencia
judía en la masonería, es la que hace el ex masón M. J. Doinel,
quien después de haber militado en el Gran Oriente de Francia, y ya
convertido al cristianismo, sienta lo siguiente: «Los masones se
lamentan de la dominación que los judíos ejercen en las logias, en
los Grandes Orientes, en todos los 'puntos del triángulo', en todas
las naciones, en toda la extensión de la tierra. Su tiranía se impone
en el terreno político y financiero. Desde la Revolución Francesa han
invadido las logias y actualmente la invasión es total. Así como la
masonería es un Estado dentro del Estado, así los judíos forman una
masonería dentro de la masonería. El espíritu judío reina en los
'talleres' con la metafísica de Lucifer, y guía la acción masónica,
totalmente dirigida contra la Iglesia Católica, contra su jefe
visible,
el Papa, y contra su jefe invisible, Jesucristo; repitiendo el grito
deicida: ¡Crucifícalo! La Sinagoga en el pensamiento de Satanás
tiene una parte preponderante, inmensa. Satanás cuenta con los
judíos para gobernar la masonería, como cuenta con la masonería
para destruir a la Iglesia».
Pero la mejor caricatura de estos ilusos y siervos soñadores, quizás
la haya trazado el judío húngaro Teodoro Herzl, famoso por ser el
padre de la moderna doctrina sionista, escritor y periodista, quien
convocó y presidió el primer congreso sionista celebrado en Basilea
en cuya ocasión afirmó: «Las logias masónicas establecidas en todo
el mundo se prestarán a ayudarnos en lograr nuestra
independencia. Es que aquellos cerdos, de los masones no judíos,
no comprenderán jamás el objeto final de la masonería».
Otro importante personaje de la cabalística esotérica hebrea, ni
financiero ni hombre público, el judío francés Saint-Yves d'Alveydre
(1849-1909), el teórico y maestro, formulador de la llamada
doctrina de la Sinarquía, antecedente inmediato de la sionista, y por
consiguiente de las líneas maestras del futuro Gobierno Mundial, no
oculta su criterio sobre aquellos ilusos, escribiendo en uno de sus
libros (Misión de los Judíos, en 1884): «Si se dejara en manos de
masones y papanatas el plan arquitectural y su ejecución, jamás se
levantaría el monumento » [v].
Pudiéramos aportar otros muchos criterios autorizados, pero sobre
este extremo, no vamos a insistir más puesto que no es nuestro
propósito hacer aquí un examen de la masonería ni mucho menos
de los crímenes de la masonería. Baste ahora hacer la observación,
para concluir, de no difícil comprobación, de que ni la masonería en
su conjunto, ni un solo masón siquiera ocasionalmente, al menos
durante su militancia, haya hecho o dicho lo más mínimo que
pudiese dañar o simplemente molestar a los judíos o a su política
imperialista. Por el contrario, santifican cualquier atrocidad judía,
como los brutales y sucios asesinatos de palestinos que se suceden
mes tras mes, actitud que incluso encuentra eco en la misma ONU,
con su visible tolerancia, no pasando de las fórmulas de consuelo y
condena, cuando de crímenes y ocupaciones de territorios ajenos,
por los judíos se trata.
Se le achaca a la ONU el ser una institución de inspiración judía,
pero al menos, por lo que se ve, es la caja de resonancia del
imperialismo sionista, normalmente a través del norteamericano, o
mejor, del angloamericano, que se limita a pedir «mayor
moderación» ante los excesos sionistas, o veta propuestas que
ponen claramente de manifiesto que, en tal Organización, la
igualdad, democracia y justicia, no tienen el mismo significado para
todas las naciones integrantes, como tampoco para los judíos o
medio judíos, unidos por los mismos lazos y sentimientos sionistas
[vi].
También hay que decir que, la masonería siempre fue tanto de la
mano del capitalismo como de su secretismo. Y aun del comunismo,
salvo en aquellos países en donde éste queda impuesto, porque
entonces la masonería comienza a ser cercenada. ¡Consumada la
traición ya no es menester el traidor! Véase si no el ejemplo de
Rusia durante los últimos 70 años, en donde la masonería ha estado
totalmente prohibida.
Por otra parte, en relación con las guerras y su explotación, veamos
lo que opina Henry Ford, el famoso industrial norteamericano
inventor del automóvil que lleva su nombre, y escritor, comentando
en uno de sus artículos periodísticos publicado en el Daily Mail, de
21-9-1923 (luego recogidos en su libro El Judío Internacional): «No
necesitamos la Liga de Naciones para poner fin a la guerra. Poned bajo
control a los cincuenta financieros judíos más ricos, que promueven
guerras para su único provecho, y las guerras cesarán» [vii].
Por último, hagamos notar sobre este punto que, en el acta de la
sesión del 'convento' (asamblea), del Gran Oriente Francés
celebrado en 1929, se hizo constar esta advertencia:
«Nuestra Orden no puede conservar su fuerza y valor más que
manteniendo su carácter secreto. El día en que perdamos nuestro
carácter específico en lo referente a nuestra discreción y secreto,
nuestra acción en el país habrá finalizado».
Y, para finalizar, digamos que el 20 de febrero de 1959, la
Asamblea Plenaria de Cardenales, Arzobispos y Obispos de
Argentina, publicaba una declaración colectiva recordando la
condena formal de la masonería por los Papas, desde Clemente XII
a Pío X, y subrayando que la francmasonería y el comunismo
persiguen el mismo objetivo, diciendo:
«Para llegar a sus fines, la FrancMasonería se sirve de la alta
finanza, de
la alta política y de la prensa mundial; el marxismo, por su parte, se
sirve de la revolución social y económica contra la patria, la
familia, la
propiedad, la moral y la religión».