TEMPLARISMO EN LA MASONERIA

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♣♥SEÑOR♥♣

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Nov 19, 2008, 8:05:29 PM11/19/08
to SECRETO MASONICO
TEMPLARISMO EN LA MASONERIA


De: 1575Monje (Mensaje original) Enviado: 13/06/2006 07:46 p.m.
Todo el capítulo I del primer Libro, expone las tentativas del autor
para
descubrir -anteriormente era la actividad masónica del barón de Hundt-
los
trazos del Templarismo en la Masonería alemana. Estas búsquedas
quedaron sin
resultado. Desde 1733, nos dice el autor, había en Alemania un Rito,
practicado
notablemente por la Logia “Los tres Globos”, de Berlín, y que hacía
seguir los
tres grados simbólicos, de dos otros grados: el Caballero de San
Andrés de
Chardon y el Caballero de Dios y de su Templo. Este último, tenía un
carácter
netamente templario. (pg. 85 sqq).
Se señala aquí ya el vínculo entre el Templo y Escocia, cuyo patrón es
San Andrés y donde la más alta dignidad caballeresca es la Orden de
Chardon.
Pero lo más importante, es encontrar desde 1733, un grado templario en
Alemania. Hay que abandonar entonces, la tesis generalmente admitida
por los
historiadores y, según la cual, no se encuentra trazo alguno de un
alto grado en
Masonería antes de 1740116.
Pero la fecha de 1733, es aun interesante bajo otro aspecto. 1733 es
el
año en que la Masonería especulativa fue introducida en Alemania117.
Su
primera Logia fue fundada en Hamburgo. Puesto que, en este mismo año,
se
encuentra, en Alemania, un taller practicando, a la vez, los tres
grados azules y
dos altos grados (uno escocés y, el otro, templario), tenemos derecho
a
preguntarnos si los cinco grados no fueron “importados” al mismo
tiempo de
Inglaterra, los grados azules “oficialmente” y, los dos restantes,
secretamente. A
este planteamiento, no se puede, por el momento, dar una respuesta
afirmativa.
Pero el solo hecho de que pueda ser planteado, empuja singularmente a
los
sistemas confortables, que muchos historiadores de la Masonería
perpetúan
asiduamente, copiándose unos a otros. Pues el conformismo intelectual,
en
Masonería, no constituye el hecho de aquellos que tienen, ante todo,
el referirse
a los principios tradicionales.116 Citemos, por ejemplo, a Marcy: “La
locura de los altos grados empieza hacia 1740” (Ensayo sobre los
orígenes de
la Franc-Masonería e Historia del Gran Oriente de Francia, t. II, pg.
61). _ Esta tesis está basada en la siguiente
decisión, promulgada por la primera Gran Logia de la Masonería
Francesa, en 11 de Diciembre de 1743: “Habiendo
sabido, desde hace poco, que algunos Hermanos se presentan bajo el
título de Maestros Escoceses, en ciertas Logias,
y reivindican sus derechos y privilegios de los que no existe ningún
trazo en los archivos y usos de todas las Logias
establecidas en la superficie del Globo, la Gran Logia, a fin de
mantener la unión y la armonía que deben reinar entre
todos los Franc-Masones, ha decidido que, todos los Maestros
Escoceses, a menos que no sean Oficiales de la Gran
Logia o de toda otra Logia particular, deben ser considerados por los
Hermanos, al igual que los otros Aprendices o
Compañeros, y deberán llevar la costumbre sin ningún signo de
distinción”.
117 “Findel dice que desde 1730 las Logias temporarias, consagradas a
la difusión de la ciencia masónica y al estudio
del ritual, fueron formadas en diversos puntos de Alemania. Pero la
primera Logia regular fue fundada en Hamburgo,
en 1733, bajo una carta de lord Strathmore, Gran Maestro de
Inglaterra. Logia que, sin embargo, no entró
verdaderamente en activo hasta cuatro años más tarde. Sus progresos
fueron lentos al principio” (Encicopedia de
Mackey, t.I, en el artículo Germany).
*
* *
Volvamos ahora a la asociación entre la leyenda templaría y la
jacobita118, que Le Forestier reconoce haberse efectuado en Francia, y
declara el
procesus “imposible de establecer de forma documental”. La Historia se
ha
encontrado aquí expuesta a uno de sus “limites”, lo que demuestra que
no todos
son de orden cronológico. El vínculo entre los Templarios y el
movimiento
Jacobita, es, a la vez, histórico y simbólico: este lazo, es Escocia,
que es el
último abrigo de los Templarios, aunque también cuna de los Estuardo,
y refugio
de sus últimos partidarios. El que la asociación de ambas leyendas, se
haya
efectuado en Francia y, más precisamente, en Paris, indica que puede
verse aquí
otra correspondencia simbólica. Pues es de Francia, y, sobre todo, de
Paris, de
donde los Templarios partieron para refugiarse en Inglaterra y, luego,
en
Escocia; y es de Escocia (y también de Inglaterra) de donde vinieron
los
Jacobitas, para refugiarse en Francia. Debe entenderse que la
“leyenda” jacobita
en la Masonería, tiene, ante todo, un significado simbólico, lo que no
impide
que, los partidarios de los Estuardo, y los Estuardo mismos, hayan
podido
ejercer una influencia muy real en la estructura externa y, también,
en los
destinos del Arte Real119. Subsiste aun hoy en día, en la escala de
los 33 grados
del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, un grado que lleva en su nombre
un trazo
de esta influencia. Este grado es el de “Gran Escocés de la Viuda
Sagrada de
Jaime VI”, que es el grado 14 del Rito y el último de los “grados de
perfección”120. Su simbolismo no tiene relación alguna con la historia
de los
Estuardo, sino más bien con la tradición primordial. Encontramos, en
efecto, la
piedra cúbica de pointe tronquée (¿de punta truncada?) (jerogífico del
Polo), y
el ritual evoca el sacrificio de Abraham en el monte Morhia
(equivalente judaico
del monte Meru). La Logia tiene censurado representar al Santo de los
Santos,
“que no está iluminado, ni por el Sol, ni por la Luna”, porque está
fuera de la
sucesión de los días y de las noches, incluso, fuera de toda sucesión,
es decir, en
el “eterno presente”121.
118 La historia del movimiento Jacobita está tan íntimamente ligada a
las vicisitudes político-religiosas de Gran-
Bretaña, que no debe considerarse inútil recordar la sucesión de los
Estuardos a partir de su acceso al trono de
Inglaterra: Jaime 1º (Jaime V, en Escocia), presbiteriano, hijo de
María Estuardo y de Darnley; Carlos I, anglicano,
hijo del precedente, que fue destronado y decapitado durante el
“protectorado” de Cromwell; Carlos II, anglicano,
hijo del precedente, que fue destinado al trono, por el General Monk;
Jaime II (Jaime VI en Escocia), católico,
hermano del precedente, que fue destronado por su yerno Guillermo de
Orange y se refugió en Francia, donde Luis
XIV le ofreció en residencia el castillo de Saint-Germain; Guillermo
de Orange, calvinista, que reinó conjuntamente
con su esposa María, hija de Jaime II; Ana Estuardo, anglicana, otra
hija de Jaime II. Antes de su muerte, Ana
designó para que le sucediera, no a su hermano Jaime, llamado el
“caballero de San Jorge”, sino a un miembro de
otra rama de los Estuardo, el elector de Hanovre, que tomo el nombre
de Jorge I. Todos aquellos que, después de la
deposición de Jaime II, intentaron que recobrara su trono, y que,
después de su muerte, combatieron el favor del
caballero de San Jorge, son designados bajo el nombre de Jacobitas._
Algunos historiadores, entre los que se
encuentra Albert Lantoine, han confundido a veces a Guillermo de
Orange con Jorge I: pues los eruditos, también
ellos, puede tener desfallecimientos. Jaime II (el Jaime VI de la
Masonería escocesa) llevó en Francia una vida de
exilio, acompañada de una gran piedad. Tuvo notables relaciones con el
Abad cistercense Armand de Rancé, el
formador de la Trappa. A este propósito, es curioso que ciertos signos
manuales de los Trappistas y, en particular, el
que designa, a la vez, la palabra “pan” y la palabra “Dios”, sean
absolutamente idénticos a unos de los más
importantes signos masónicos. Señalemos también, pero a título de
simple curiosidad, que se encuentra en los
Aforismos de Chamfor e inatendida en un lugar tal, la indicación
siguiente,: “El rey Jaime II, viviendo en Sant-
Germaint, por subsidios de Luis XIV, iba a Paris para tocar las
escrófulas, que no curaba más que en calidad de rey
de Francia”.
119 Guénon pensaba que los Estuardo habían jugado, en la Masonería, al
menos, “un papel de utensilio” (cf. Estudios
sobre la Franc-Masonería y el Compagnonage, t. I, pg. 298).
120 Es, por otra parte, un grado muy importante, para que ciertos
Supremos Consejos los hagan conferir en su plenitud
ritual, y no “por comunicación”, como se practica en los grados
menores.
121 A fin de no estar acusados de falta de fidelidad hacia los
soberanos de la casa de Hanovre, los Ingleses debieron
cambiar el nombre de este grado, que, para ellos, se ha convertido en
“Gran Elegido, Perfecto y Sublime Masón”. Los
Americanos, han seguido su ejemplo.
Pero el movimiento jacobita, no ha influido tan sólo en la Masonería
de
los altos grados, la Masonería azul también ha sido tocada, pero hay
que precisar
bien, como lo hizo notar Le Forestier, que se trata únicamente de la
Masonería
francesa.. Esta última, por tanto, había sido importada de Inglaterra
por los
Masones “modernos”, muy opuestos a los Estuardo. Su primera Logia, “A
Luis
de plata”, data de 1725. Desde 1735, la Masonería francesa proporciona
un Gran
Maestro. ¿A quien escoge para esta dignidad? Sir Hector Macleane
“baronnet
de Escocia”, un Jacobita. ¿Y quien le reemplaza en este oficio? El
conde de
Derwentwater, otro Escocés Jacobita122. Y estos dos primeros Grandes
Maestros
no eran Jacobitas tibios. Un hermano de Derwentwater había caído a
causa de
los Estuardo, y el mismo Derwentwater, después de haber resignado la
Gran
Maestría, pasará a Escocia con el pretendiente Carles-Édouard123,
caerá
prisionero en la desastrosa batalla de Culloden, para luego caer bajo
el hacha del
verdugo, después de haber dirigido a su mujer, que se quedó en
Francia, una
emotiva carta de Adios124.
¿Pero cómo es que Désaguliers y los demás dirigentes de la Masonería
inglesa, todos determinados partidarios de la dinastía Hanovre, no
reaccionaron
viendo su “hija primogénita”, la Masonería francesa (de la que
visitaban
frecuentemente sus talleres), escoger como Grandes Maestros, a
personajes tan
comprometedores, y, por no callarse nada, conspiradores que habían
puesto su
espada al servicio de los Estuardo y fomentaban revuelta tras revuelta
en su
Escocia natal? ¡Qué extraña complicidad entre Orangistas y Jacobitas!
Tan
extraña como las Constituciones de Anderson, relatando la fundación de
la Gran
Logia de 1717, debutando con las palabras “After the
rebellion” (“Después de la
rebelión”), como para subrayar que esta Gran Logia fue constituida
seguidamente (y, sin duda, por reacción) a una revuelta
estuardista125. Por otra
parte Macleane y Derwentwater, parecen no haberse librado de ninguna
propaganda jacobita entre los Masones franceses. Vemos que no faltan
enigmas
en la historia de los orígenes masónicos. Pero, para quien no crea en
el azar y
piense en revelar ciertas “correspondencias”, ¡cómo “hablan” estos
enigmas!
Si dudábamos de la particular importancia que ha habido en la historia
de
la Masonería francesa, la acción ejercida en sus inicios, bajo la
“cobertura” de
los dos Grandes Maestros jacobitas, un argumento suplementario podría
extraerse de hechos singulares, que ocurrieron en la primera década de
nuestro
siglo. Apoyándose en resoluciones (aceptadas como oráculos
inapelables) de los
conventos de Lyon y de Wilhelmsbad, un Masón irregular, que era al
mismo
tiempo un ocultista, de cierto talento, Charles Détré (Téder),
emprendió, en su
revista Hiram, una campaña de una extrema violencia, dirigida a la
vez, contra:
el Templarismo masónico, contra René Guénon -entonces, al principio de
su

122 Cf. H.-F. Marcy, Ensayo sobre los Orígenes de la Franc-Masonería e
Historia del Gran Oriente de Francia, t. I,
pg. 87 sqq.
123 Sobrenombrado el “Joven Pretendiente”: era el hijo del caballero
de San-Jorge.
124 Sobre la actividad jacobita de los primeros Grandes Maestros de la
Masonería francesa, puede encontrarse una
interesante documentación, en la siguiente Obra: La Primera
Profanación del Templo Masónico, de Pierre Chevalier
(Librería filosófica J. Vrin, Paris). Ver, sobre todo, el capítulo IV:
“El fin de las esperanzas jacobitas”.
125 El director de los Archivos de Trans-en-Provence, Jean Barles,
había hecho en otros tiempos, en su revista,
interesantes deducciones a este respecto. Guénon hizo una alusión
(Estudios sobre la Franc-Masonería y el
Compagnonage, t. I, pg. 260).
actividad tradicional126-, y contra el Gran Oriente, a quien era
reprochado
notablemente el hecho de mencionar en su “anuario”, en cabeza de la
lista de
Grandes Maestros, los nombres de dos escoceses jacobitas. El Gran
Oriente tuvo
la debilidad de ceder a los griteríos de sus adversarios y, en
consecuencia,
modificó su anuario. Fue necesario, algunos años más tarde, el
descubrimiento
de los “documentos suecos”, de una indiscutible autenticidad, para que
la Lista
de Grandes Maestros francesa, fuera nuevamente completada con la
adjunción
de sus dos partidarios jacobitas127. La contra-iniciación a la que
Téder pertenece
muy probablemente, no hubiera desarrollado un esfuerzo tal, si
Macleane y
Derwentwater, no hubieran sido más que simples fieles de la
infortunada
descendencia de Jaime II.
*
* *
Aun hay otras cosas interesantes en la Obra póstuma de Le
Forestier128.
Pero, desde ahora, podemos ver que los Masones “guenonianos” no tienen
nada
que temer, más bien al contrario, de los documentos contenidos en este
libro, no
más (si podemos arriesgarnos a una tal predicción) de lo que podrían
temer a los
documentos a que podrían, eventualmente, ser puestos al día por los
queridos
universitarios de “masonología”, cuya fundación deseaba M. Alec
Mellor. Por el
momento y antes de terminar, recordaremos tres principios dados a la
luz por Le
Forestier, y los confundiremos con un cuarto hecho, sobre el que nos
ha dado
ocasión de reflexionar:
1) La Orden del Templo es perpetuada en Escocia, al menos, doscientos
cincuenta años después de su supresión oficial;

126 La actitud de la contra-iniciaicón, a ojos de René Guenón, merece
ser observada. Esta actitud, ha variado los
ataques personales por la “conspiración del silencio”. Pero Guénon ha
considerado siempre tales comportamientos
como un “privilegio” para él. Cf. Estudios sobre la Franc-Masoneria y
el Compagnonage, t. II, pg. 125.
127 Sobre estas discusiones respecto a los Grandes Maestros de la
Masonería francesa, se pueden encontrar detalles
interesantes en los Estudios sobre la Franc-Masonería y el
Compagnonage, t. I, pgs. 283, 284 y 296._ No debe
considerarse inútil tener en cuenta que, anteriormente a sir Hector
Macleane, la Masonería francesa tuvo en cabeza
(sin duda con el título de Maestro Provincial) al duque Phillipe de
Wharton, que fue, en Inglaterra, el portavoz de los
operativos. Después M. Pierre Chevalier, Wharton y su mujer, durante
su estancia en Paris, frecuentaban asiduamente
los medios jacobinos.
128 La historia de los “Superiores desconocidos”, por ejemplo, merece
que nos detengamos._ La Obra de Le Forestier,
es tan rica bajo el punto de vista documental, que un atento estudio
permite resolver varios problemas de la historia
masónica. Por ejemplo, pensamos que nunca podemos decir, en adelante,
que la primera idea de los grados
caballerescos se encuentra en el discurso de Ramsay. Este muy famoso
discurso, fue pronunciado en 1737, o antes, y,
desde 1733, existían los grados de “Caballeros de San Andrés de
Chardon” y “Caballero de Dios y de su Templo”.
He aquí, entonces, un error, que Guenón ha combatido desde 1910 (cf.
Estudios sobre la Franc-Masonería y el
Compagnonage, t. II, “Los altos grados masónicos”) a 1950 (id, t. II,
pgs. 125 y 126), y que, 20 años después de su
muerte, es irremediablemente arruinado por un documento explícito._
Otra cosa. La leyenda templaria, tal como está
relatada en el grado de “Caballero de Dios y su Templo”, está ya muy
elaborada. Es este el momento de recordar que
“cuando se sabe que la primera mención conocida de tal grado, se
encuentra en un documento datado de tal año, no
nos encontramos verdaderamente más avanzados para el conocimiento de
los orígenes reales de este grado” (Estudios
sobre la Franc-Masonería y el Compagnonage, t. II., pg. 126), pues
estos documentos más antiguos pudieron
desaparecer, y, entonces, el grado puede haber sido practicado antes
de que se haga mención del documento._ En fin,
siempre nos planteamos una cuestión. ¿Cuál es esa “fausserie de
genie” (¿falsedad de genio?), que, según M. Alec
Mellor, hubiera “inventado” esta “leyenda absurda”: el “bulo
templario”, y del cual Le Ferestier hubiera rehusado a
desvelar el incógnito?. Pues no podemos creer que se trate del barón
de Hundt. En 1733, tenía once años, y, por muy
precoces que puedan ser los niños sobre el Antiguo Régimen, nunca
llegarían a este punto.
2) Los altos grados son más antiguos de lo que comúnmente se piensa:
se
conocen ejemplos de los primeros años de la Masonería especulativa; y
estos
ejemplos, son templarios o “escoceses”;
3) La leyenda templaria, en la Masonería, ha estado “casada” a la
leyenda
jacobita; y este “casamiento” se ha efectuado en Francia;
4) La Masonería francesa, fundada por Ingleses “orangistas”, tuvo como
primeros dirigentes a Escoceses “jacobitas”.
¿Cómo no relacionar todos estos hechos con la extraordinaria “fortuna”
que ha conocido en la Masonería, la palabra “Escocés”? Siempre hemos
pensado, a causa de una alusión fugaz de Guénon, en su artículo “El
Jabalí y el
Oso” (cap. XXIV de Los Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada),
que
podríamos asociar a Escocia (Caledonia) a los míticos bosques de
Calydon y de
Brocéliande, y que, en consecuencia, la Escocia histórica pudo haber
abrigado,
hasta una época muy avanzada, un centro espiritual en relación con la
Última
Thulé. Encontramos precisamente en una obra de Mme Françoise Le Roux,
indicaciones que parecen corroborar bien nuestro sentimiento: “Thulé
es, en
todos los textos antiguos, el nombre de la más septemtrional de las
islas
Shetland, en el Norte de Escocia”129. Hay que remarcar que Shetland
significa
etimológicamente, “tierra de Shet”, es decir, “tierra de estabilidad”;
y no nos
cabe duda alguna que, este archipiélago, muy alejado hacia el Norte de
las costas
Escocesas, era el reino de “Galehaut, sir de las islas lejanas”, por
mediación del
cual, Lancelot comunicaba con la reina Ginebra130.
A manera de conclusión, querríamos proponer una hipótesis que no
hemos visto formular en ninguna parte, pero que nos parece que se
corresponde
exactamente, no sólo con lo que ya sabíamos de la Masonería jacobita,
el
Templarismo y el Escocismo, sino, incluso, con las informaciones de
origen
alemán que, la Obra de Le Forestier, viene a poner a disposición de
los lectores
de lengua francesa. He aquí esta hipótesis, La Masonería “jacobita”
podría ser
una “cobertura” utilizada por las prolongaciones del Templarismo
subsistente en
Escocia, para influir sobre la Masonería especulativa (y aquélla,
cerca de los
orígenes de ésta) en un sentido tradicional, y para reparar el
desgarro de 1717,
por la adjunción, a la “Masonería de Oficio”, de una superestructura
totalmente
diferente (constituida principalmente, por numerosos vestigios de
iniciaciones
caballerescas), a la cual, en razón a las relaciones entre Escocia y
la Última
Thulé, con el Templo y con los Estuardo, le conviene perfectamente el
nombre,
que se le ha dado universalmente, de “Masonería Escocesa”131.
129 Françoise Le roux, Introducción General al Estudio de la Tradición
Celta, t. I, pg. 77, n. 57.
130 Galehaut, cuyo nombre tiene un evidente carácter céltico, es,
junto con Lancelot, el único de los caballeros de
Tabla Redonda, que viene citado en La Divina Comedia: es con ocasión
del reencuentro que hace Dante, en el
segundo círculo del Infierno, de su prima Fancoise de Rimini. El
relato de esta última, de su fatal aventura con Pau
Malatesta, se termina así: Para nosotros, el libro (Los Amores de
Lancelot del Lago) y el que escribió siendo
GaLehau”. Vemos que Dante subraya aquí el papel de intermediario (de
“puente”) jugado por Galehaut.
Entendiéndose que la historia, moralmente reprochable de Lancelot y
Ginebra, debe ser interpretada simbólicamente.
Lancelot es el candidato a la iniciación; Galehaut es la organización
iniciática (vinculada, al menos virtualmente, a las
“islas lejanas”; y, Ginebra es la soberana Beatitud, asimilada al
entusiasmo, como en ciertos textos rosacrucianos
(tales como la Ebrietatis Encomium) de los que se habla en la
Masonería.
131 No es necesario decir que, todo esto, debió hacerse absolutamente
fuera de la Gran Logia de Escocia, Obediencia
estrictamente “simbólica” (es decir, no legisladora más que en los
primeros tres grados).



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