Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández |
Los franceses se sienten profundamente descontentos por la forma en que les ha gobernado, pero su queja principal es por la reforma de las pensiones, que se considera como una cínica estratagema para conseguir que la gente normal y corriente trabaje más a cambios de menos derechos, mientras los banqueros reflotados y los ricos consiguen rebajas de impuestos y siguen disfrutando de la buena vida. A lo largo del mes pasado, seis manifestaciones nacionales reunieron a una media estimada de 3,5 millones de personas en cada uno de los días de la protesta. La más reciente, el pasado martes, fue de nuevo un gran éxito.
El movimiento es popular: el 69% de la nación apoya las huelgas y las manifestaciones; el 73% quiere que el gobierno retire la reforma. Y los alumnos de enseñanza secundaria se han incorporado ya a la lucha. Alrededor de 1.000 institutos están en huelga mientras los adolescentes toman las calles para protestar contra el desempleo masivo y el aumento de la edad de jubilación. El gobierno les calificó condescendientemente de “niños manipulados”, pero esos comentarios han sido contraproducentes y sólo han servido para galvanizar a los jóvenes, que han endurecido su resistencia y se han interesado mucho más por la reforma. Cuando los medios les entrevistan, los alumnos transmiten una posición articulada y bien informada. Los padres están preocupados por el futuro de sus hijos, por tanto, no van a impedirles que luchen.
En Francia se valoran las huelgas y manifestaciones como una vía civilizada y eficaz para ejercer y desarrollar la propia ciudadanía. Se espera que los estudiantes se incorporen a las marchas desde edades tempranas, recibiendo también de ese modo “educación política”. Los gobiernos de Francia han tenido siempre miedo de los jóvenes debido a sus potenciales ideas radicales. Las últimas manifestaciones de estudiantes han sido invariablemente muy populares porque la gente sabe que los jóvenes se están viendo muy afectados por el desempleo desde hace treinta años.
Los estudiantes de las universidades se preparan también para luchar. Sarkozy, como Luis XVI en 1789, no parece captar que la situación es tremendamente volátil. Debería darse cuenta. Desde mayo de 1968, todos los gobiernos se han visto contra las cuerdas cada vez que los jóvenes han participado en un movimiento social. Esta vez podrían resultar cruciales para ayudar a alcanzar un punto de inflexión: una etapa en el conflicto en la que el equilibrio del poder se traslade del gobierno hacia quienes se oponen a la reforma de las pensiones.
La pasada semana, Sarkozy tuvo que enviar a la policía antidisturbios para reabrir los depósitos de combustible bloqueados por los huelguistas en diversos lugares. Sin embargo, varios cientos de estaciones de servicio tuvieron que cerrar porque se habían quedado sin suministros. Los conductores de camiones y de trenes están también iniciando acciones de lucha.
¿Cómo puede interpretarse la situación actual? Parece indudable que la situación va a prolongarse y que no se limita a la cuestión de las pensiones. La reforma ha desencadenado una red de acciones colectivas que se están extendiendo a toda velocidad. El descontento está siendo alimentado por los bajos ingresos y el desempleo, pero también por el impacto de la crisis en la vida diaria de la gente, por la arrogancia de la presidencia de Sarkozy, por los casos de corrupción y por la brutalidad de la policía.
Hay un sentimiento de indignación moral ante la imposición de una medicina neoliberal para curar una enfermedad causada por las mismas políticas neoliberales. Los franceses no se muestran hostiles a las reformas: sólo piden que se utilicen para redistribuir la riqueza y asignar recursos a quienes más los necesitan. Sin embargo, cualquier comparación con Mayo del 68 puede ser apresurada. Entonces, Francia experimentaba un período de prosperidad económica. Actualmente, los acontecimientos se producen en el contexto de una profunda depresión económica. Esta es la razón por la que la situación política es potencialmente explosiva. Los trabajadores y los jóvenes radicalizados están obligando a los sindicatos a unirse a sus posiciones. El normalmente inofensivo Partido Socialista ha prometido restaurar la edad de la jubilación a los sesenta si consigue volver al poder en 2012.
Uno puedo contemplar dos posibles escenarios. Que se endurezca la oposición a la reforma, en cuyo caso Sarkozy puede tener que suavizarla o retirarla. Esto marcaría la primera victoria popular importante en Europa contra el orden neoliberal post-2008. O bien, que Sarkozy siga a piñón fijo e imponga una reforma profundamente impopular, en cuyo caso el precio político a pagar por el actual presidente podría ser muy alto si decidiera presentarse de nuevo a las elecciones en 2012.
Philippe Marlière es profesor de Francés y Política Europea en el University College de Londres. Puede contactarse con él en: p.mar...@ucl.ac.uk
Fuente:
http://www.counterpunch.org/marliere10202010.htmlAntes de la cumbre de la UE para estabilizar el agitado euro, el presidente francés y la canciller alemana no sólo han acordado nuevas normas presupuestarias, sino que además han hecho un llamamiento a la reapertura del Tratado de Lisboa. Las autoridades de la Comisión murmuran que es un complot. |
Las autoridades de la UE que preparan las nuevas normas concebidas para inmunizar al euro contra una quiebra similar a la que se ha enfrentado como consecuencia de la crisis de la deuda griega, intentan poner al mal tiempo buena cara ante la súbita maniobra franco-alemana. Pero las autoridades de la Comisión Europea han admitido que ha existido un arreglo franco-alemán para debilitar el modo con el que se gestionaría el régimen del euro y para dejarlo más expuesto al regateo político.
En otro movimiento de gran polémica, Angela Merkel, la canciller alemana y Nicolas Sarkozy, el presidente francés, también acordaron la reapertura del Tratado de Lisboa, la cuasi-constitución de la UE, para obligar a los países que sufran crisis como la de Grecia a que declaren su insolvencia y pierdan sus derechos de voto en los consejos de la UE.
En un encuentro celebrado en la costa de Normandía el lunes por la tarde, Sarkozy cedió ante las presiones alemanas para reabrir el tratado a cambio de que Berlín dejara de insistir en que las sanciones de los infractores fiscales en la eurozona fueran automáticas.
Al planteamiento de la reapertura del tratado se pondrá una gran resistencia, pues los líderes europeos están cansados tras los nueve difíciles años que se tardaron en finalizar el pacto de Lisboa, que entró en vigor el año pasado.
También podría plantear problemas al primer ministro David Cameron, que se opuso al tratado y tendrá que soportar las presiones para que se celebre un referéndum en Gran Bretaña si se renegocia. "Si los políticos de la UE quieren un nuevo tratado, primero tendrán que plantear a los ciudadanos un referéndum. El férreo Dave ahora tiene la oportunidad de cumplir su promesa incumplida de celebrar un referéndum sobre la UE. Pero hasta que no lo vea, no me lo creo", comentaba Marta Andreasen, eurodiputada de Ukip. Cameron expondrá que aunque el tratado se reabra, los cambios sólo afectarán a los países de la eurozona y no a Gran Bretaña, por lo que no será necesario el voto británico.
En los últimos seis meses, los líderes de la UE han estado preparando planes para el "gobierno económico europeo", como respuesta a la crisis de deuda soberana en Grecia que casi destruyó al euro e hizo que se constituyera un fondo de crisis sin precedentes de 750.000 millones de euros (658.000 millones de libras). Al insistir en que no debe permitirse que se repita el desastre griego, destacaron que se impondrían nuevas normas en los 16 países del euro, que implicarían multas para los que superaran el nivel de deudas y déficits.
Herman Van Rompuy, presidente del Consejo de la UE, se puso al frente de un "grupo de trabajo" integrado por autoridades financieras de toda la UE para elaborar el nuevo régimen. Este grupo se reunió por última vez el lunes y sus propuestas se presentarán en una cumbre de la UE la semana que viene. En paralelo, la Comisión Europea ha elaborado las propuestas legislativas.
Según los anteproyectos de ley presentados el mes pasado por Olli Rehn, comisario de Asuntos Monetarios, los países se enfrentarían a multas de un 0,2% del PIB por desobedecer el pacto de estabilidad y crecimiento, el reglamento del euro que limita los déficits presupuestarios al 3% del PIB y los niveles de deuda nacional al 60%. Las multas se aplicarían casi de forma automática, las decidiría la Comisión y sólo podrían paralizarse con la mayoría cualificada de los gobiernos de la UE.
El sistema se ha ideado para intentar evitar el tipo de cambalaches políticos que son inevitables si las decisiones las tienen que tomar los gobiernos de la UE. Alemania, partidaria de la disciplina fiscal en la UE, fue la máxima defensora de las multas automáticas y de la Comisión. Sarkozy lideró la oposición, exponiendo la primacía de la política y los gobiernos electos sobre los presupuestos nacionales.
El acuerdo franco-alemán determinaba que cualquier sanción aplicada sería "automática", pero dejaba claro que cualquier decisión de multar la tomarían los ministros de Finanzas de la UE y no la Comisión, por lo que aumenta así la posibilidad de que se realicen acuerdos políticos.
"En 2004, Francia y Alemania eran los que debilitaban el pacto de estabilidad. Ahora lo vuelven a hacer", comentaba un funcionario de la Comisión. Los medios de comunicación lamentaban las concesiones que ha hecho Merkel. "El gobierno ha fracasado estrepitosamente", afirmaba FT Deutschland, "en su campaña para hacer del nuevo pacto de estabilidad un auténtico instrumento de disciplina presupuestaria".
“Europa ha perdido la oportunidad de sancionar a las economías irresponsables que no respetan los acuerdos comunes”, se lamenta Hospodárske noviny, precisando que Eslovaquia, el último Estado que ha adoptado el euro y al que se ha criticado recientemente por no contribuir al plan de rescate de Grecia, se ha pronunciado a favor de las sanciones automáticas contra los países que despilfarren excesivamente. “Todo seguirá igual: las sanciones dependerán del poder político y no de los resultados económicos", se indigna el diario de Bratislava.
Por su parte, La Vanguardia habla de una "reforma menos ambiciosa de lo previsto" y apunta que "el pulso final sobre la reforma del pacto de estabilidad de la Unión Europea no se libró en Luxemburgo" "sino en la ciudad normanda de Deauville", entre Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, que se han puesto de acuerdo en "la creación de un fondo de rescate permanente " para mantener la estabilidad de la zona euro. En el diario alemán De Tijd, el economista estadounidense Melvyn Krauss opina al respecto que "a los alemanes les encanta compadecerse al afirmar que son los salvadores financieros de Europa. Pero su operación de rescate para los países del sur de Europa tan sólo es un rescate indirecto de los bancos alemanes (y franceses). No son en absoluto 'víctimas del euro'". Expone que es lo contrario y que "es más bien el euro quien ha salvado a Alemania y no a la inversa".
Fuente: http://www.presseurop.eu/es/content/article/366631-el-complot-merkel-sarkozy
Lyon es la única ciudad donde se produce el "desorden" que Nicolas Sarkozy quisiera que los franceses vieran en toda Francia |
"Fue alucinante. Salí del trabajo y como soy un poco despistado no escuché el ruido, pero el torbellino del helicóptero a vuelo rasante casi me levanta del suelo. Y al fondo de la avenida, vi que lanzaba gases lacrimógenos sobre un grupo chavales". No es la Zona Verde de Bagdad. Este testimonio por teléfono es de Louis, joven mestizo que habla de su ciudad, Lyon. La única donde se produce el "desorden" que Nicolas Sarkozy quisiera que los franceses vieran en toda Francia .
El ministro de Interior, Brice Hortefeux, efectuó ayer un viaje relámpago al centro de la ciudad, un barrio, el de la Presque-Île, que tras varios días de incidentes generalizados entre jóvenes y policías se ha convertido en el escaparate ideal de la huelga para el Gobierno.
Allí, al término de manifestaciones o sin manifestaciones, cientos de jóvenes sin mensaje desembarcan desde sus alejadas periferias, que se cuentan entre las más pobres de Francia. Destrozan vitrinas, atacan comercios, se llevan bastante y, aunque no se han herido más que a sí mismos, siembran el terror entre los habitantes de la aburguesada Presque-Île, acostumbrada a vivir tranquila, rodeada de sus viejos nobles edificios .
¿Son jóvenes estos casseurs [vándalos], como se les llama en Francia desde la irrupción de esta figura durante las manifestaciones juveniles de 1993? Hélène, una editora de filmes artísticos, matiza lo que vio el lunes: "Eran realmente chavales, niños, de 13 años para abajo . Muchas niñas magrebíes y africanas, cuando en realidad este es un distrito en el que sólo suelen verse blancos. Y ahí estaban, en una callejuela tirando botellas a los policías. Realmente a menos de un metro. Era un duelo. Un cara a cara. Los policías no fueron nada violentos. Los niños parecía que jugaban. No le tenían miedo a nada. Hasta era divertido. Pero, bueno, luego hubo golpes y cargas policiales", explica.
Las periferias de la urbe están entre las más pobres de toda Francia
La situación cambió radicalmente anteayer. "Lo vi enseguida; todo estaba muy tenso. Habían llegado las tropas del Grupo de Intervención de la Policía Nacional (GIPN), con blindados y helicópteros. Los blindados rodearon el ayuntamiento, y el helicóptero estuvo sobrevolando la zona más de una hora", añade Hélène .
Ayer, Hortefeux, un ministro que sigue en su cargo pese a que ha sido condenado en tribunales por "injurias raciales", visitó los comercios destrozados. Como se había traído demasiadas cámaras de televisión, era fácil seguirle la pista. Cosa que hicieron muchos jóvenes y vecinos que, pese al miedo que han pasado, no aceptaron el espectáculo. Cuatro contestatarios fueron brevemente interpelados por la policía.
Operación de comunicaciónY así le salió mal a Hortefeux, un hombre que lleva 30 años a la sombra de Sarkozy, el intento de imitar la meteórica carrera del presidente.
El alcalde de Lyon, el socialista Gérard Collomb, dio un portazo durante la visita. "No he venido a una operación de comunicación" , explicó. Y añadió: "¡Bravo! Bonita puesta en escena! Lo que yo hice fue ir a esa misma calle un poco antes y sin cámaras de televisión, y no tuve ningún problema para hablar con los vecinos".
Fuente: http://www.publico.es/internacional/342565/lyon-la-ciudad-simbolo-de-la-mano-mas-dura-de-sarkozy