En el Seminario Central “Diversidad,
convivencia y transformaciones socio culturales”, celebrado el tercer
día del IV Foro Social Mundial de las Migraciones en Quito, Ecuador,
William Fletcher, activista estadounidense, denunció la racialización
como estrategia de dominio sobre poblaciones migrantes. Hizo claro al
comienzo de su ponencia que el concepto “raza” no tiene una base
científica, sino que es más bien una construcción de los sectores
dominantes para clasificar y dividir entre sí a los grupos dominados,
así como para justificar su opresión. Esa ideología se desarrolla en los
tiempos de conquista europea de Abya Yala, o lo que los europeos
llamaron América, y está ligada a la ocupación de tierras, supresión de
poblaciones y al desarrollo del capitalismo. El racismo plantea un mundo
dividido jerárquicamente, con la llamada raza blanca como punto de
referencia para todas las demás.
Como ejemplo de lo absurdo del racismo Fletcher mencionó los conflictos
migratorios históricos en la frontera entre la República Dominicana y
Haití, países que comparten una misma isla caribeña. La negación
dominicana de las raíces africanas en su población, fomentadas por la
clase dominante, llegó al colmo de una matanza oficialista de más de 20
mil migrantes haitianos a principios del siglo pasado, llevada a cabo el
fin de “dominicanizar” y “blanquear” la frontera entre los países.
Las manifestaciones modernas del racismo contra los migrantes en los
países receptores son más sutiles. Ya no se plantea abiertamente la
inferioridad de las razas menos blancas, sino las “diferencias
insalvables” entre ellas y la cultura del país receptor, basadas en su
Otredad. Las migraciones de la periferia son consideradas incapaces de
asimilarse al sector blanco, y por lo tanto deben mantenerse marginadas y
subordinadas.
Fletcher advirtió que la migración y el apoderamiento de derechos por
las comunidades no blancas son percibidos como amenazas por los sectores
que se identifican con la ideología dominante de explotación
capitalista, y ello produce la demonización de los migrantes, como la
que se manifiesta en la frontera México estadounidense. Señaló que para
entender mejor los procesos migratorios es esencial conocer la relación
histórica entre las/os migrantes y los países de destino, así como la
influencia sobre las/os migrantes tanto de las actitudes raciales
dominantes en su país de origen como las del país receptor. Sin un
entendimiento y denuncia de los procesos de racialización y exclusión se
dificulta mucho más la lucha contra la marginación de las/os migrantes
en los países receptores.