Aon
no leída,25 jul 2010, 17:51:3825/7/10Iniciar sesión para responder al autor
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a NEO TAO . COM
El ciclo de la ida y vuelta,
de lo que va y viene,
de lo que surge y desaparece,
de lo que fue, es y será.
“Todo lo que tiene un principio ha de tener un final”. Y como las
verdades simples son las más difíciles de aceptar, habrá que tornarlas
un poco más complejas con el propósito de poderlas asimilar; para
ello habrá que considerar el sentido substancial detrás de tantos
principios y finales consecutivos como parte del desenvolvimiento
cíclico progresivo de la vida y de la existencia.
Básicamente, el mismo yin-yang de la tradición taoísta y su mutación
infinita simbolizada en el círculo alternado del taichi, sintetiza el
profundo Conocimiento del Ciclo, siendo éste a su vez una de las bases
primordiales de la sabiduría ancestral que amalgama la gnosis
iniciática de todos los tiempos.
Las sociedades responden al mismo patrón que opera en el ser humano y
en el universo entero, es decir, el ser humano nace, crece, se
desarrolla, madura, envejece y muere, lo mismo que el universo. Y, en
función de esto, nuestra sociedad actual también atraviesa estas
mismas etapas del ciclo completo. Porque, lamentable o
afortunadamente, nuestra sociedad no es la excepción ya que no existen
excepciones en el orden cíclico de la existencia.
Por lo tanto, esta humanidad es finita ya que tuvo un principio, lo
que hace que naturalmente en algún momento tenga un fin. Lo mismo
sucede con la tierra, el sol, la galaxia y el cosmos, porque nada está
al margen de esta ley a no ser la esencia misma que hace que esto sea
posible.
Por eso es cierto que estamos en el Kaliyuga, una era sombría dentro
de los períodos que atraviesa la humanidad, y no se trata de una edad
decadente por el simple hecho de que esté escrito en los manuales,
como los Vedas en este caso, sino porque coincidentemente es lo que en
estos momentos se evidencia a nivel planetario de manera irrefutable.
Claro que dentro del Kaliyuga existen numerosos tiempos o períodos que
marcan a su vez variaciones en el grado de deterioro, siendo algunas
de estas variaciones más agudas o graves que otras, de mayor o menor
declive y quebrantos; también puede decirse del mismo modo que en la
era de gran esplendor se presentaron épocas más gloriosas que otras.
Por eso es que todo esto de los ciclos resulta mucho más complejo que
lo que su simple mención da a entender.
Digamos que estos mismos patrones de altibajos vibratorios a escala
planetaria y cósmica que afectan inexorablemente a la humanidad han
sido detectados por distintas civilizaciones avanzadas del pasado de
los cinco continentes, culturas como la hindú, la china, la tibetana,
la egipcia y la maya, entre otras, han estudiado estos ciclos mediante
variadas ciencias basadas en cálculos astronómicos y cosmogónicos,
socioculturales y naturales que se han venido reiterando en millones
de años; y por supuesto que los distintos análisis resultantes
desembocan en todos los casos en proyecciones concluyentes acerca del
destino humano coincidentes con estos tiempos que se viven en la
actualidad.
Ahora bien, el hecho de que nuestra civilización se encuentre inmersa
en el Kaliyuga no significa que sea un designio fatalista o que
debamos resignarnos a ello, porque todo factor negativo que se viva a
conciencia se permuta inevitablemente en aspecto positivo para el
espíritu, puesto que en la existencia nada es fatídico ya que incluso
el caos es parte de un orden inteligente que escapa al razonamiento
humano, y la muerte es parte de una sucesión eterna de un proceso de
vida infinito.
De este modo, la humanidad ha de atravesar esta era oscura con
sensible entereza espiritual para que la próxima humanidad tenga la
oportunidad de vivir su edad de oro tal como la vivieron nuestros
antepasados, sobre todo porque la plena aceptación y, en este caso, la
aceptación de conformar un eslabón especial en el entretejido de la
vida hace que cada etapa tenga más valor para el individuo y que pueda
vivirse más dignamente conforme a la comprensión de los ciclos que
deriva de una conciencia elevada.
El ciclo es la ley más básica de la Existencia.
Todo es cíclico.
Y como parte del desenvolvimiento que implica un ciclo, la materia no
es lo esencial sino que lo es la conciencia substancial que se expresa
a través de la materia y que, a su vez, hace que la materia sea
importante, por eso es que participar de esta conciencia enaltece de
algún modo la materia. Y esta participación se establece en gran
medida cuando se acepta que la conciencia se manifiesta una otra vez
mediante los diferentes contenedores materiales que están en
permanente cambio y transformación cíclica, necesaria para que
mejoremos como individuos, como civilización y como especie.
Aon del Centro del Tao
(Fucentao)
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