El Oden médico 5-6
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"[La medicina] se propone [sigue Clavreul] sobre todo impedir que el
organismo encuentre en la muerte el circuito más corto que le permita
la resolución de la tensión cuando ésta es particularmente viva, como
en las enfermedades agudas y los traumatismos graves… Más allá de las
enfermedades agudas el médico desconfía del enfermo, «que prefiere lo
que le hace agradable la enfermedad a lo que es conveniente para su
curación». Incluso entre los sujetos sanos la medicina introduce su
orden, que tantas veces se superpone al orden natural, y del que se
distingue radicalmente en el hecho de que no dicta sus prescripciones
en función de lo que es más agradable, sino en función de lo que ha
podido ser científicamente analizado. Así es como la comida se juzga
en función de su contenido en calorías, vitaminas, sales minerales, y
no en función de su sabor. En última instancia , es preferible que una
comida no sea demasiado sabrosa porque tanto el enfermo como el sano
abusarían de ella."
"… La madre participa del orden médico cuando tiene que imponerle algo
al bebé, con el riesgo de quitarle el gusto por la vida. ¿Acaso no se
impone ella misma un régimen desagradable para engordar o para
adelgazar, que por otra parte viene a compensar lo que le impone el
régimen de vida social, que no es menos coercitivo ni menos natural?"
"En cuanto a la vida sexual, está encauzada en la observación de las
normas decretadas a veces con precisión. El coito practicado
regularmente forma parte de la higiene sexual, con el riesgo de
transformar la vida amorosa en una prestación de servicios, en un
deber conyugal. Pero ¿qué no se haría para evitar los desenfrenos? La
«liberación sexual» preconizada por Reich, o por otros más oscuros,
sigue perteneciendo al orden de la prescripción médica. En ella, las
relaciones sexuales forman parte de la prevención de las neurosis. El
orgasmo forma parte de la prescripción. ¿Es de extrañar que en estas
condiciones se acceda al orgasmo tan excepcionalmente?"
"Al sustituir el orden del deseo por el suyo, la medicina se vuelve
moralizante. El médico no juzga la enfermedad del mismo modo cuando su
paciente ha contravenido explícitamente el orden médico. Como el orden
del deseo es diferente del orden médico, y por consiguiente muchas
veces viene a contradecirlo, todo lo que atestigüe una vida «disoluta»
del enfermo será generalmente mal recibido por el médico."
Invocaríamos aquí en apoyo y testimonio de este párrafo lo mal vistas
que están ciertas enfermedades, como la cirrosis de Laennec, el SIDA,
la sífilis, las ETS, las sobredosis de drogas, los incumplimientos
terapéuticos, etc. Todas ellas enfermedades contraídas por la falta de
control del deseo, enfermedades y trastornos atribuibles a un exceso
de deseo o a un deseo muy poco juicioso.
"La medicina no puede aceptar la derogación de su orden salvo que
quepa invocar otro orden. Por ejemplo, garantiza con su presencia las
pruebas deportivas, porque el deporte constituye un ideal convencional
admitido. Se conforma con criticar el uso de las drogas, pero no
critica el espíritu de competencia que es su causa. Asimismo,
proporciona alternativas sedantes y estimulantes a los ejecutivos y a
los obreros agotados. Los fármacos se ponen al servicio del orden
social en cuanto la coartada invocada baste para que el médico no vea
dónde encuentra el sujeto su placer. Se admite el riesgo vital por la
patria o la revolución, o por cualquier otra causa considerada noble,
pero se condena la imprudencia cometida por la sola búsqueda del
placer."
"Intercambio de buenos procedimientos, el moralista agita el riesgo de
las enfermedades para incitar a sus administrados a la vida honesta. Y
el médico, por miedo de ver oponerse al orden médico el orden del
deseo, aconseja también una vida ejemplar. El enfermo y el futuro
enfermo tienen que estar preparados para doblegarse ante el orden
médico, es decir, para participar de ese orden. Y si se deja abierta
la brecha del deseo ¿no se alterará el juicio mismo? «En tanto que
función del conocimiento, un juicio tiene que ser siempre objetivo, es
decir, tiene que ser emitido sin considerar lo que puede desear el
sujeto que lo emite» [dice Kelsen en su obra Teoría pura del derecho]
Los juristas no dicen nada diferente a los médicos. Las histéricas son
casi las únicas en contradecirlos. Atestan las sales de espera de los
médicos, pero nunca consiguieron otra cosa que las regañaran con
aspereza."
JM Gasulla