El Orden médico 4: El ser sufriente a la espera. El enfermo

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jmgasulla

no leída,
12 oct 2008, 7:19:1312/10/08
a La enfermedad
El Orden médico 4-1
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El Orden médico
Jean Clavreul.
Ed. Argot. 1983. ISBN: 84-85860-05-5

Capítulo 10

El ser sufriente-a la espera. El enfermo

Concluí en capítulo anterior (El Orden médico 3: Poder e impotencia
del discurso médico) hablando del sufrimiento y del enfermo. Doy un
gran salto en el libro de Clavreul y voy directamente al capítulo 10
en el que habla del ser sufriente, aquí en su calidad de "enfermo", o
sea, después de habre "medicalizado" el sufrimiento, después de que el
sufrimiento haya pasado por el discurso médico..

El título del capítulo 10 es "«L’être» en souffrance. Le malade" Esta
locución no es fácil de traducir sin que se pierda el efecto que tiene
en francés. La mala traducción literal sería "El ser en sufrimiento.
El enfermo", pero en francés, "être en souffrance" se dice de algo que
está a la espera de algo, como por ejemplo, una carta a la espera de
llegar a su destino. Esa carta está "en souffrance", o sea, diríamos
que "sufre" porque todavía no ha alcanzado su destino.

Según "Le nouveau pettit Robert" "souffrance" proviene del latín
"suffrentia"" en el sentido de resignación, tolerancia, y esos son los
dos sentidos que se trasladan al francés "souffrance". Sin embargo,
"en souffrance" o "être en souffrance" significa "en suspenso" o "que
espera su conclusión", como por ejemplo "Marchandises en souffrance"
para significar que no han sido todavía retiradas por su destinatario,
o "lettre en souffrance" para una carta que no ha llegado todavía a su
destino.

Clavreul prefiere utilizar "souffrance" y no "doleur" (dolor), que es
la otra acepción de "souffrance", pero que la palabra significa tanto
"estar a la espera de alcanzar el destino" como "dolor".

En su momento, propuse utilizar el término "sufriencia", o mejor,
"sufrencia" a modo de galicismo, para expresar esta ambigüedad que
quiere expresar el autor en torno a la posición de enfermo, como
alguien que está a la espera de alcanzar su destino y que sufre por
ello. Consulté a la Real Academia Española y no tuvieron ningún
inconveniente en que utilizara la palabra "sufriencia" (o "sufrencia")
para expresar esa idea, así que la utilizaré con toda libertad.

Por otra parte, la homofonía en francés entre "l’être en
souffrance" (el ser en sufriencia) y "lettre en souffrance" (carta a
la espera de su destinatario), permite un juego de palabras que no es
posible en español, y que nos da la idea de que el ser del enfermo
está a la espera de ser cumplido, y que eso que está a la espera de
ser cumplido ante el médico, es un texto escrito, una carta. Con esta
doble, o triple lectura, el capítulo 10 del libro de Clavreul "El
Orden médico" se va a hacer más comprensible, en especial según mi
forma de interpretarlo, ahora que sabemos un poquito más que Clavreul,
pero no mucho más. Tenemos otro tipo de lectura del texto que nos
legó.

He destacado el doble sentido del la expresión francesa, estar a la
espera y carta que no ha alcanzado su destino de ser leída, como
metáfora del sufimiento del enfermo, porque la segunda expresión, que
no se conserva en español, indica muy claramente cuál es la posición
del enfermo: la de alguien cuyo sufrimiento consiste en que todavía no
ha sido leído.

Esta dimensión de la lectura abre un extensísimo campo en la
comunicación humana y en esa conflictiva "relación médico-enfermo"
sobre la que al menos hemos de decir ahora que debe ser tomada en el
sentido literal, la de tomar el sufrimiento del enfermo como un texto
a la espera de ser bien leído.

Espero logar transmitir esta idea a quienes tengan el valor de
seguirme. Mi objetivo es enseñar a "leer enfermos". Aprederemos a
leer.

JM gasulla

jmgasulla

no leída,
12 oct 2008, 7:36:0012/10/08
a La enfermedad


El Orden médico 4-2
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Abordo sin más el capítulo 10 del texto de Clavreul.

Ya he comentado el título, al que le sigue lo siguiente:

"Lo que el enfermo no le pide al médico es que le cure, porque eso se
sobreentiende, porque la convención implícita es que quien acude a la
consulta está enfermo y espera del médico dejar de estarlo. Convención
de la que cabe dudar cuando el que viene a la consulta tiene interés
en ser reconocido como enfermo, especialmente para evadir obligaciones
militares o profesionales o para conseguir alguna indemnización
después [o como consecuencia] de una enfermedad o de un accidente
provocado por terceros. A los médicos no les gusta prestarse a esta
medicina [...] porque la convención implicita de la demanda de
curación resulta impugnada."

"Soin embargo, no es todo tan simple. Leriche habló de una "enfermedad
del enfermo" caracterizada por el dolor que experimenta. Habría que
decir, más bien "sufrimiento", término que incluye el dolor, pero
designa de modo más general el estado de tensión interna que ha de
culminar en una resolución... "Sufrimiento", pues, con su connotación
de "estar a la espera" (Ver mensaje 4-1)

[...] "El deseo de reconocimiento es pues, en primer lugar, deseo de
existencia; y para existir en el discurso médico y, por consiguiente,
ante el médico, hay que estar enfermo. Cierto que a veces no basta
querer estar enfermo para enfermar, pero cuando eso ocurre no hay que
extrañarse de que el deseo de curar no sea tan intenso como se
pretende…

"… Alertado ocasionalmente de la existencia de una situación así, el
médico se descarga a veces de ella derivándola a un psicoterapeuta.
Con mayor frecuencia trata de manejar él mismo la situación. Pero en
la mayoría de los casos se trata de una iniciativa condenada al
fracaso, porque el enfermo desea precisamente ser reconocido
únicamente en el lugar de enfermo, en el discurso médico y en ninguna
otra parte. Lo más frecuente es que médico y enfermo sepan, mediante
una convención tácita que, tras el tratamiento de una enfermedad bien
rotulada, se desenvuelve un juego cuyos elementos no conocen muy bien,
y sobre el cual es preferible echar un púdico y prudente velo.

Me parece interesante abordar este tema con bastante amplitud, por lo
que transcribo una buena parte del texto, y para defendernos contra el
copyright, diré que se trata de mi traducción del original francés;
así, de este modo puedo extenderme en, bajo mi punto de vista, tan
importante texto, pues no hay demasiados textos que aborden estas
cuestiones con semejante claridad.

"Sería abusivo hacer de estos componentes de la demanda del enfermo un
elemento esencial de la consulta médica, introduciendo una medicina
psicosomática. Hay otras demandas: demanda de amor, de provocación del
médico para que haga una demostración de maestría, agresividad contra
el hombre de ciencia y el burgués, demanda de que la autoridad del
médico se interponga a modo de árbitro en un conflicto familiar, etc.
Por lo general, el médico no ignora todo esto y se presta más o menos
de buen grado a lo que se le propone, en función de sus tendencias
personales y de la noción que tiene acerca de la función social del
médico. Le sucede, y a menudo no sin riesgo, que se sale de la
ortodoxia de su profesión haciendo practicar análisis paraclínicos que
ocupan al enfermo y le dan la impresión de que alguien se ocupa de él,
dándole un calmante al niño que alivia apenas la angustia de la madre,
internando a un anciano en el momento en que los miembros más jóvenes
de la familia se van de vacaciones, etc. El orden médico se pone así
al servicio de las fuerzas del orden social y familiar.

"… En estas circunstancias el médico pone la enfermedad entre comillas
y percibe a su «enfermo» como amurallado en sus síntomas, de los que
no quiere ser desalojado, con lo que expresa confusamente su desdicha
personal, familiar y social. El sufrimiento del enfermo lo divide. No
puede negarse a responder a lo que le solicita, porque su ética le
obliga a hacerlo, pero tampoco puede responder adecuadamente con el
arsenal del que dispone, por importante que éste sea. Adivina que no
es él con su saber médico el poseedor de la palabra clave del asunto,
sino su paciente, en su historia personal, en su «neurosis», como
suele decirse; pero desde donde la posición en la que se encuentra,
generalmente no puede hacer nada, pues cualquier palabra suya será
interpretada como una negativa encubierta del sufrimiento del
paciente, es decir como un rechazo.

Añado que la "medicina industrial" que se practica a estas alturas de
la historia de la medicina, ni tan siquiera se hace ningún
planteamiento válido sobre estas cuestiones. Hasta incluso las
relaciones médico.enfermo se pretenden estandarizar mediante "buenas
enseñanzas" y normas del tipo "Instrucciones para el uso adecuado de
los pacientes"

JM gasulla

jmgasulla

no leída,
12 oct 2008, 7:45:3112/10/08
a La enfermedad
El Orden médico 4-3
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Llegamos ahora a un aspecto que me parece más contundente; acaso más
doctrinal.

Prosigue Clavreul:

"Lo que es fundamental y constante en la constitución de la demanda
del enfermo es su entrada en el discurso médico."

Quizás es este un punto sobre el que convenga detenerse y leer más
atentamente.

Efectivamente: el hecho de que alguien vaya al médico cuando se
encuentra mal es en sí un indicio de que espera que lo suyo ya
pertenezca al orden médico, es decir, pueda ser interpretado en el
discurso médico en los términos de alguna enfermedad o de algún
desorden corporal, físico; pocas veces se espera que ese desorden se
atribuya a algún desorden psíquico o mental, y las resistencias a
aceptar eso son en ocasiones insuperables. En consecuencia, no es
infrecuente que quienes acuden al médico lancen al aire una lista de
dolores erráticos, síntomas incomprensibles, asociaciones de síntomas
increíbles desde el punto de vista médico, y que se espera que tengan
sentido para el otro. Con frecuencia, estos síntomas tan abigarrados
desde el punto de vista médico hacen reír a más de un médico cuando lo
cuenta a otros, o lo sume en una perplejidad con la pregunta en las
meninges: ¿Pero qué tonterías está diciendo éste/a? Todo esto son
tonterías sin valor (clínico)

Este proceso de adaptación al discurso médicode lo que va a decir
quien es un potencial paciente, yo lo he expresado de distintas
maneras; por ejemplo, cuando he desarrollado la transformación de los
enunciados comunes en síntomas: es imprescindible que haya una
interpretación previa por parte del "enfermo" de eso que le ocurre, en
el sentido médico y en su particular manera de entender el orden
médico. Es una condición del síntoma, ese momento subjetivo previo a
cualquier aproximación al médico. El sujeto sufriente interpreta que
eso que le ocurre en su ser y en su persona tiene un sentido médico y,
en consecuencia ese sufrimiento, esa "sufrencia" (a la espera de ser
leído), se convierte en síntoma. También lo interpreta así Humberto
Eco en su libro "Signo", que empieza exactamente así en el proemio:
transformando una sensación corporal en un síntoma, al intentar
expresar lo que siente el señor S en términos médicos, para que el
médico le entienda. Es la esperanza de que eso que me ocurre y que
para mi no tiene ni sentido ni significado, pueda ser eisgnificado por
otro. El médico en este caso. Eso está a la espera de ser leído. En
algún momento abordaremos qué significa eso de "ser leído"

En todo "enfermo" se trata de hacerse reconocer en el discurso médico.
Pero al decir "enfermo" ya lo he situado en un lugar determinado del
discurso médico. Hay un momento en que un sujeto todavía no es
"enfermo", sino que es un "sufriente", a la espera de ser leído e
interpretado. Será o no será "enfermo" si es reconocido por un médico
como tal, o sea, si eso que dice que le ocurre tiene cabida o no tiene
cabida en el discurso médico. Pero como ya ha dicho Clavreul más
arriba, para hacerse un lugar en el orden médico no es preciso estar
enfermo en el sentido médico. Se puede tener cabida en el orden médico
por la conmiseración del médico, por su propia división subjetiva ante
la "no-demanda" del "no-enfermo".

Pero se puede decir que es una constante que quien se dirige al médico
en calidad de lo que sea, le hace a éste una demanda que incluso puede
ir, y de hecho va, más allá de una demanda de curación, porque incluso
hay quien no quiere curarse y sólo busca ser reconocido como enfermo
(para gozar de un subsidio, de un reconocimiento familiar, obtener
ventajas en el seno de la familia y de la sociedad, etc.).

Pero seguimos con el texto de Clavreul.

"Lo que es fundamental [decíamos más arriba en el mensaje anterior] y
constante en la constitución de la demanda del enfermo es su entrada
en el discurso médico. Podemos dar cuenta de ello a través de algo que
es más que una comparación, la entrada del niño en el discurso de su
madre. Porque, así como el enfermo no puede asegurarse su curación, el
niño en su prematuración no puede satisfacer por sí mismo los
imperativos de sus necesidades. Las expresa a través de gritos
inarticulados. Y la madre interpreta esos gritos como demandas:
demanda de alimento, de calor, de higiene, de amor, etc. Su grito es
ya demanda y palabra antes de ser articulado, porque es interpretado
en el discurso de la madre, discurso ya constituido y preexistente al
nacimiento del niño sobre la base de lo que supuestamente necesita un
bebé. La madre puede equivocarse en su interpretación de los gritos
que oye; también puede no estar en condiciones de intervenir
eficazmente si el niño está enfermo o si padece trastornos pasajeros.
Puede equivocarse, pero también puede considerar que ya en su grito el
niño la engaña, finge necesitar algo cuando lo que busca es acaparar
su atención, y tal vez de manera abusiva. Puede negarse a responder al
grito del niño por esa razón, en función de principios educativos, o
bien acepta entrar en el juego viendo en el grito una demanda de amor
a la que sería cruel y nefasto , incluso en el plano educativo, no
responder. A partir del momento en que la necesidad, por imperiosa que
sea, pasa por ese llamado que tiene lugar en el discurso maternal,
deja de ser un grito para convertirse en palabra, ocupa un lugar en el
lenguaje o más bien en la lengua llamada, y con exactitud, lengua
materna. Se convierte en palabra; es decir, se hace sospechosa de
mentir.

JM gasulla

jmgasulla

no leída,
12 oct 2008, 7:51:0812/10/08
a La enfermedad
El Orden médico 4-4
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Quizás esto que va a seguir a continuación es un poco técnico y un
pelín excesivamente teórico bajo el punto de vista del psicoanálisis,
pero es importante porque encierra algunas claves de por dónde van las
cosas.

"Ingresar en el discurso es ingresar en el discurso del otro (que
Lacan escribe con A), porque es el otro quien capitaliza los
significantes en los que ha de articularse todo, lo que no quiere
decir que no importa cómo, puesto que el lenguaje es portador de
articulaciones específicas que lo constituyen. En él es reconocible la
dimensión del engaño, y lo reconoce la madre que con razón sospecha
que el niño la engaña, la hace acudir para satisfacer otra necesidad
que la que parece prioritaria para medir, por ejemplo, el poder que
tiene sobre ella simulando dolor… Para el niño, el deseo de la madre
(que se manifiesta al menos en la interpretación que ella hace de los
gritos del niño) es determinante para su futuro y la organización de
sus deseos, según que se los considere como aceptables, en función
también de lo que la madre puede tolerar o no, en función finalmente
de los caminos de desvío del deseo que ella le propone o le impone al
niño."

"Así que el deseo es lo que emerge de la necesidad una vez que su
manifestación (en el grito y después en la palabra) se ha apropiado de
los caminos del lenguaje… De manera que no todo se reduce a una
problemática de la necesidad, y lo que el Sujeto atestigua más
profundamente en su demanda, es su ser fallido, su incansable búsqueda
del objeto susceptible de colmar esa falta… en relación al cual todo
objeto (sea seno, pene, etc.) desempeña la función de objeto
sustituto.

A continuación, dice el texto:

"La «sufriencia» del enfermo es siempre también espera del reencuentro
con el objeto perdido (objeto a), evocación de la esperanza de que una
mano acogedora y providencial supo lo que convenía para asegurar un
goce reencontrado de su propio cuerpo, y lo supo con un saber que no
podía tener él mismo, en la confusión de las sensaciones no formuladas
en que se hallaba. Así que espera de otro, el médico, que detente la
verdad sobre su sufrimiento y lo apacigüe.

En esta comparación entre la relación del bebé y el fundamento de la
demanda al médico, hay algunos elementos que merecen atención.
Ciertamente, la demanda del enfermo al médico va más allá de la
necesidad sobre un dolor determinado. Es una demanda no solo de
reconocimiento, sino de saber lo que a uno le ocurre. Es una demanda
de saber. Incluso una vez se sabe lo que le ocurre a uno, uno ya se
aviene a sufrir una ración de sufrimiento y de padecimiento, si es que
no se resiste neuróticamente a sufrir o padecer la "ración" de
padecimiento que le corresponde a tenor de su naturaleza humana y de
habitar en este valle de lágrimas que son nuestras vidas.

La relación con el médico se funda, según Clavreul, por una demanda
que va más allá de la propia enfermedad, aunque es una demanda sobre
la supuesta enfermedad.

Pero el médico sólo está entrenado para responder en el plano de la
necesidad, de lo biológico, con pastillas; y el psicólogo con recetas
conductuales y consejos.

Hacer frente a la demanda del paciente es enfrentarse a la demanda del
ser humano frente a su inermidad y su desamparo existencial. El médico
(ni el psicólogo) por lo general no está preparado para eso y sólo
sabe de diagnósticos y pastillas a pesar de que el fundamento de su
práctica lo sitúa en una situación que él mismo ignora.

Por otra parte, quien se sitúa en posición de enfermo, espera del
otro, como el bebé con su madre, que detente la verdad sobre su
sufrimiento y lo apacigüe. No es otro el fundamento de la
transferencia. Más bien, ese es el único fundamento de la
transferencia que nos importa. Se trata de una transferencia de saber:
el otro, el médico o el psicólogo, han de saber y se les supone que
saben interpretar (leer) eso que le ocurre al enfermo. La comparación
con el bebé que hace Clavreul es muy oportuna y hay que saber
reconocer la situación. Además, también hay que saber cómo responder,
es decir, saber efectivamente, como la madre, responder adecuadamente
a la verdadera exigencia del bebé, interpretar bien la queja y
dirigirla correctamente hacia una solución efectiva. Y si eso no le
gusta al médico o al psicólogo, y pretende hacer de la medicina o de
la psicología otra cosa llamada "científica", pues bajo mi punto de
vista sería mejor que se encerraran en un laboratorio a hacer
experimentos con ratas, pero no que se dijeran a sí mismos médicos o
psicólogos clínico-asistenciales.

JM gasulla

jmgasulla

no leída,
12 oct 2008, 7:59:0312/10/08
a La enfermedad
El Orden médico 4-5
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"El enfermo que recurre al médico está en la misma situación del niño
que recurre a la madre. [Esa es la opinión de Clavreul] En el sentido
de que uno y otro imputan a la persona a quien apelan, un discurso
donde su apelación puede ser interpretada. Lo mismo que el discurso de
la madre para el niño, el discurso médico es totalizador. Cuando M.
Foucault (en L’Orde du discours) dice: «La medicina no está
constituida por la verdad de las verdades que cabe decir sobre la
enfermedad», no podemos seguirlo rigurosamente porque la noción misma
de enfermedad pertenece al discurso médico, y porque la vocación de
ese discurso, si no de hecho, está el decir toda la verdad sobre la
enfermedad, porque es su objeto. Con mayor precisión podría decir: ‘La
medicina no está constituida por la totalidad de lo que cabe decir
sobre la «sufriencia»’ Porque la sufriencia (sufrimiento) remite al
sujeto que lo experimenta a su fantasma y a lo que constituye ese
fantasma, esto es, a su propia historia y al discurso que puede
sostener sobre su historia. Sobre la enfermedad, no puede mantenerse
otro discurso que el discurso médico; no se puede mantener un discurso
moral, ni religioso, ni otro discurso científico, porque la noción de
enfermedad está constituida por el discurso médico, y ese discurso es
ordenador de cualquier consideración que pueda hacerse sobre la
enfermedad..."

Un inciso para recordar que es probable que tras estas palabras se
comprenda mi insistencia en decir que la enfermedad no le pertenece al
enfermo, que le pertenece al médico. La enfermedad es asunto de
médicos y al enfermo le toca soportar eso que no entiende ni comprende
y hacer entrega de su cuerpo a la ciencia médica. Lo he dicho y lo
repito de diversas maneras.

Cuando un paciente, aún en el supuesto de que este paciente sea un
médico, habla en términos médicos, resulta particularmente molesto e
incomprensible al médico que lo atiende. El enfermo ha de explicar sus
síntomas en su lenguaje, ha de decir lo que le ocurre en el lenguaje
ordinario. Es el médico el que traducirá sus palabras al lenguaje de
los signos (médicos) según su saber y su pericia. Comparo la situación
a que alguien, para dar a conocer las delicias del plato que acaba de
comer, nos lo sirviera regurgitado. Hay una frontera que quien está en
posición de paciente, formulando una demanda al médico, ha traspasado
cuando se dirige al médico en términos médicos, aunque sea médico. Se
trata siempre, para el médico, del ejercicio de una lectura y de una
traducción, y es un paso que no debe saltarse.

Ahora bien, si el médico sigue en el plano del discurso médico,
pretenderá efectuar una traducción instantánea de las palabras del
enfermo al código de signos del médico, y estaremos en la vertiente
del signo o, tomando como referente la "puerta del consultorio
médico", en el espacio del médico, el del consultorio. Pero si nos
quedamos en el plano del sentido, en el del síntoma, en la antesala o
en la sala de espera, no se tratará ya de significar los síntomas,
sino de encontrarles sentido en la historia y en la estructura del
sujeto. Esa es la diferencia capital entre medicina, psicología y
psicoanálisis. Mientras que la psicología y la medicina se ubican en
el espacio de "el consultorio", el psicoanálisis regresa al espacio de
"la antesala" o "sala de espera", por seguir con nuestro símil
teórico.

Sigo con Clavreul:

"En cambio, hay un solo discurso sobre la sufriencia, y es el de la
persona que la experimenta, es decir, el del «enfermo», aun cuando no
podemos designarlo con ese nombre sin entrar ya en el discurso médico.

"La medicina [y la psicología] no quiere y no puede saber nada de esa
sufriencia (sufrimiento). En el discurso médico la sufriencia
(sufrimiento) se llama «dolor», u opresión, o fiebre, etc. Existe para
el médico en tanto es formulable en los significantes que constituyen
un síndrome que tiene un lugar en la nosología. En el fondo, el
enfermo no le habla al médico en tanto tal; habla de sí como hablaría
de otro, y el interés de lo que dice se debe exclusivamente al hecho
de que es un observador privilegiado de su enfermedad."

El enfermo es el "médium" a cuyo través ese ente incorpóreo que se
llama "enfermedad" cobra cuerpo y se hace presente a los ojos y a las
orejas del científico (médico o psicólogo). El enfermo es el "médium"
de la enfermedad.

"De lo que se dice, el médico [o el psicólogo] retiene exclusivamente
lo que resuena en el discurso médico. Le importa poco si el enfermo
tuvo su primer dolor precordial el día en que murió su hermano. ¿Qué
significan esas cosas para él, sino anécdotas, indiscreción? Y aún
cuando le atribuya importancia, ¿a qué practica lo llevaría esa
constatación?"

Básicamente, éste es el punto centrarl de esta reflexión: aunque el
médico constate que no existen tantas casualidades o tantos azares
como uno pudiera pensar, sino que las coincidencias son tantas que se
vuelven sospechosas (no se sabe de qué), aunque se acepte que la causa
del infarto pudo ser el disgusto o lo que en ese sujeto en concreto
estuviera relacionado con el fallecimiento de su hermano ¿qué conducta
práctica se derivaría de ese saber? El fallecimiento del hermano no es
un evento que se pueda registrar como casua de infarto de miocardio en
el discurso médico. No es repetible. Pero en cambio, sí que es un
evento que puede ser registrado en el discurso del paciente, o sea, en
el discurso de los síntomas, y tomar sobre ello una posición de
sujeto, subjetiva. No para que no se repita el infarto, o para
curárselo, sino para comprender, tener sentido.

El sentido personal de los síntomas es además psicoterapéutico.

JM gasulla

jmgasulla

no leída,
12 oct 2008, 8:02:3412/10/08
a La enfermedad
El Orden médico 4-6
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"El enfermo no puede ignorar que será escuchado a partir del discurso
médico. Su demanda se organiza en función de lo que sabe o cree saber
que será escuchado y retenido por parte del hombre de ciencia.

De ahí que el primer paso para ir al médico o para consultar, sea por
parte del enfermo organizar los síntomas de modo que puedan ser
escuchados por el médico. Esto lo hemos visto en diversas ocasiones en
esta página y en especial cuando hemos ordenado los elementos
fundamentales de la clínica de acuerdo con los espacios en los que el
discurso médico (la puerta del consultorio médico) organiza el espacio
de la demanda médica o la demanda de ayuda. Sin embargo, cuando
alguien formula una demanda que va más allá de la demanda médica, es
preciso en primer lugar destituir cualquier vestigio médico que quede
en su lenguaje y en las explicaciones que da sobre sí mismo y lo que
le ocurre. Normalmente, estas explicaciones están tan contaminadas del
lenguaje médico, que dificultan muchísimo depurar en su lenguaje la
realidad que vive el sujeto. Es un trabajo previo en el que muchos
abandonan. Prefieren ir a un psicólogo o a un psiquiatra que les
receten, palabritas y consejos el uno, pastillas el otro.

"La educación médica del público le impedirá importunarlo con detalles
ociosos, de manera que el médico no tendrá que expurgar lo que dice su
paciente, o tendrá que hacerlo en una medida mínima." Ya se ve que si
nos situamos del lado del síntoma y del sentido, es precisamente la
operación de expurgue contraria la que hay que llevar a cabo, es
decir, limpiar de contaminación lenguajera médico-psicológica, depurar
los síntomas, hasta obtenerlos en estado puro en su lenguaje
"natural".

"El médico no espera que el enfermo razone [exactamente al contrario
que el psicoanalista]. Sin duda habla, pero no puede saber lo que
dice. Porque lo que dice de sus síntomas cobra sentido sólo en el
discurso médico [o psicológico], y desde ese punto de vista lo que
dice su cuerpo es más seguro que lo que dice su voz. Muy al contrario
también de lo que ocurre cuando lo que se busca es el sentido de los
síntomas, pues entonces, lo que dice su voz es más seguro que lo que
dice su cuerpo.

Acabamos ya con este capítulo:

"Porque ocupa la posición del examinador, de poseedor del saber, el
médico coloca a su enfermo en una situación dividida, que se traduce
en primer lugar en la ruptura que se produce entre el hombre y la
enfermedad. El médico [y el psicólogo] no escuchará nada acerca de lo
que la enfermedad despierta del lado del fantasma, porque no está
obligado a saberlo, salvo para sospechar sus efectos que corren el
riesgo de entorpecer su intervención. Por otra parte, el enfermo puede
encontrar satisfacción en la situación regresiva que le permite su
estado, para limitarse a esperar que toda solución a sus fantasmas,
toda resolución de tensión provengan de aquél a cuyas manos se ha
entregado,

Un poco más para añadir el Epílogo:

"La palabra clave de la demanda del enfermo es
«sufriencia» [sufrimiento]. «Sufre, muere o cúrate, pero sobre todo
vive hasta tu última hora» (Rousseau: Émile), dice el médico. «Sufre
un momento más, todo es cambio, el eje da vueltas, mi corazón; sufre
un momento más» (A. Chénier: Élegie), diría más bien el psicoanalista.
¿Es por azar que Littré asocia estas dos citas? Sufrid, a menos que yo
reproduzca su proximidad y su lejanía. Más que un razonamiento,
resuena la exigencia de la demanda que se nos dirige. No hay fórmula
que pueda oponérsele a ésta como poseedora de la verdad. Sólo se trata
del modo como esté hecho el oído del que escucha, del discurso del que
es portador quien pueda escucharla. El «ça va mal» [eso no marcha] del
enfermo se inscribe en una continuidad, como en una cinta de Moebius.
Sólo el enfermo explora la continuidad de la única cara de la banda.
Pero sólo colocándose resueltamente de un costado, y excluyendo por
consiguiente otra lectura, podemos leer la demanda."

JM gasulla

Edwviges Gutierrez Perez

no leída,
14 oct 2008, 22:42:0114/10/08
a La-enf...@googlegroups.com
Hola jmgasulla.
 
me acabo de incorporar al grupo y me gustaría saber la bibliografia
del libro que tan amablemente nos estas compartiendo.
 
att. Edugutiérrez
--
Edwviges Gutierrez Perez.

Saludos.

Cuidate Mucho Bye.

jmgasulla

no leída,
15 oct 2008, 4:03:4915/10/08
a La enfermedad

Pues un placer tenerla por aquí.

Este es el 4º hilo de mensajes que comento en torno al libro. La
bibliografía se encuentra en el primero

El Orden médico 1 : http://groups.google.es/group/La-enfermedad/browse_thread/thread/b58504024ae4b93d?hl=es

Pero puede leer también

El Orden médico 2 : http://groups.google.es/group/La-enfermedad/browse_thread/thread/6589127f8af7e2ca?hl=es

y

El Orden médico 3: http://groups.google.es/group/La-enfermedad/browse_thread/thread/c86c935151639922?hl=es

Las referencias bibliográficas son:

Jean Clavreul. L'ordre médical. Éditions du Suil. París. 1978. ISBN:
2-02-004763-2

o la excelente traducción al español a cargo de Marta Vasallo

Jean Clavreul. El Orden médico. Argot Compañía del Libro. Barcelona.
1983. ISBN: 84-85860-05-5

Es más que probable que ambos libros estén agotados y que no se
encuentren a la venta más que en las librerías de viejo. Es probable
que puedan hallarse en algunas bibliotecas de alguna escuela o
Facultad de medicina. No creo que vuelvan a reeditarse, y es una
lástima, porque es una obra de las que considero fundamentales en
medicina. La Editorial Argot incluso creo que ha desaparecido. Es
claro que Seuil no, y que aparentemente goza de buena salud, pero sus
libros están escritos en francés.

Algunas obras debieran volver a editarse porque son obras que hacen
pensar, que no se agotan, que son vigentes a pesar del paso del tiempo
y que a uno le ayudan a saber dónde se encuentra uno en el mundo y en
especial, dónde se encuentra uno en el mundo de la medicina..

La verdad es que pienso que a la inmensa mayoría, las obras
fundamentales de medicina les importa poco. La medicina se ha
convertido en una práctica sin más fundamento que la técnica, y pocos
reflexionan sobre ella. Hay un intento de pensar la medicina desde que
la biología revoluciona ciertas cuestiones que sorprenden, como la
reproducci´pon asistida, el empleo de bebés nacidos expresamente como
donantes de órgano para "salvar" a un hermano enfermo (recientemente
ha nacido en España -Sevilla- el primer bebé donante, concebido
exclusivamente para ser donante de médula a su hermano enfermo), etc.
Son problemas llamados de "bioética" que irrumpen en el campo de la
medicina y la regulan. Ese es un campo ajeno a la medicina, según mi
mpunto de vista. Es el campo de la biología y de la bioética. ¿Qué
papel juega la relación médico-paciente en ese caso (el hermano
concebido para ser donante)? Evidentemente no hay relación médico-
enfermo. Esa relación ha quedado reducida a una pura técnica, y los
valores humanos puestos en juego en el fundamento relacional entre
médico y enfermo, tan necesarios y fundamento de la medicina, han
perimido en favor del contrato industrial.

Pero es la nueva medicina, la medicina industrial, cuyos lineamientos
mayores no pasan por el fundamento médico clásico de la relación
médico-enfermo. Es la medicina industrial que se funda por extraños y
cambiantes criterios que no son clínicos, sino económicos y de
rentabilidad, bajo cubierta aparente de la vida como valor supremo
(mentira). De todos modos, el fenómeno del bebé nacido como donante
veremos lo que se tarda en convertirse en industria.

Podemos abrir un hilo de discusión para discutir sobre esto.

JM Gasulla
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