El Orden médico 3-10
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Acabo este hilo con una cita de laín Entralgo que nos sitúa en la
recta de salida para construir teóricamente el tercer paradigma
médico.
Laín Entralgo, P. El diagnóstico médico. Salvat editores. Barcelona.
1982. ISBN: 84-345-2166-0. Página 374 y siguientes:
"… El clínico no aspira únicamente a «ver», sea indirecto o directo el
modo de su visión [visión clínica y dotes de observación a las que ya
nos hemos referido más arriba con Clavreul, y a la clínica médica como
una clínica en la que se prima el «ver» y el «observar», por encima de
cualquier otra, que sería, por ejemplo, el «escuchar» en la clínica
psicoanalítica], sino a «entender» comprensiblemente lo que directa o
indirectamente ve en el cuerpo del enfermo desde un saber acerca de
algo que por su naturaleza no puede verse: una idea –una conjetura más
bien- de lo que es y está siendo la vida personal del paciente; idea
que sólo mediante el «oír» [diríamos más bien el escuchar] y el
«interpretar» puede ser lograda. Así concebida, la técnica del
diagnóstico aspira a conocer la realidad del enfermo tal cual ella es,
sí, pero desde lo que verosímilmente ella puede ser, según la más
central de las reglas para el conocimiento científico de la persona en
tanto que persona. La novedad no puede ser más radical y más
evidente."
En este fragmento (veremos aún un poco más de este importante capítulo
a continuación) Laín entró de lleno en el asunto de la introducción
del sujeto en la clínica médica. Efectivamente: el saber biomédico es
insuficiente para dar cuenta de las múltiples dimensiones de la
enfermedad en vez de la única dimensión a la que nos da paso la
concepción biomédica. Si a la vez que la visión se prima la escucha,
la enfermedad nos lleva a otra dimensión completamente diferente y,
además, novedosa en la historia de la medicina. Nada más consecuente,
radical y evidente que lo que en tan breves palabras puso de
manifiesto. Pero una cosa es comprender eso y otra, según yo, es
alcanzar las dificultades no con la punta de los dedos, si no con la
mano de pleno, como hemos visto que nos introducía Clavreul.
En el planteamiento que hizo Clavreul, esa nueva realidad de la que
nos hablaba Laín en este fragmento, esa realidad de escucha, no tiene
cabida en el discurso médico, que es un discurso fundado en la visión.
Es otra dimensión, la de la palabra, que, además, abre a su vez otra,
la de lo social.
Así pues, no es la integración del discurso del paciente lo que se
puede pretender en la clínica, sino conformarnos con un modelo de
enfermedad en el que lo que se ve con lo que se escucha (y en
consecuencia, se infiere o se conjetura, tal como apuntó Laín) no
estén mezclados, porque no se puede, sino que estén articulados
mediante una lógica.
Sigue Laín, y acabo su cita:
"Según todo esto, debe afirmarse sin reservas que, tanto en su
concepción como en su realización, el diagnóstico médico se halla hoy
regido por un nuevo paradigma, el tercero de su historia. La seguridad
de poder completar la visión real con la visión imaginativa… fue la
clave del paradigma antiguo. Desde Sydenham hasta el auge del escáner
[y de la RMN, y del SPECT, por nombrar los más actuales y resolutivos]
y de la patología molecular, y a través de las vicisitudes que más
atrás quedaron consignadas, la pretensión de fundar el juicio
diagnóstico sólo en la visión real, directa o indirecta del desorden
morboso, y la consiguiente exigencia de proscribir todo dato de
carácter imaginativo, dieron su nervio al paradigma moderno. Sólo a lo
largo del siglo XX ha comenzado el conocimiento diagnóstico a vencer
este exclusivo señorío de la visión."
"A la estructura del juicio clínico pertenece esencialmente,
recuérdese, un momento social: sin conocer cómo la enfermedad
diagnosticada se relaciona con el mundo –no sólo con el ambiente
físico- de quien la hace y padece, el médico no habrá elevado a
verdadero juicio clínico el modo tradicional del diagnóstico. Y el
conocimiento de esa conexión entre la enfermedad y el mundo, ¿no exige
acaso saber lo que la enfermedad en general y la dolencia
diagnosticada en particular significan en la historia y en la sociedad
a través de la mentalidad vigente en la situación a que el médico y el
enfermo pertenecen?. Despreocupándose de este problema, le médico
procede como si la técnica de diagnosticar especies morbosas y
tratarlas con la máxima eficacia posible fuese el único contenido de
la medicina. Pero si el sanador ha de ser en alguna medida
corresponsable de la salud de la especie, y por tanto de la ordenación
de la vida humana sobre el planeta para que la salud sea óptima, si la
medicina ha de ser, valgan estos ejemplos, los que proponen la
orientación «psicosocial» de H, Schaefer y M. Blohmke y el modelo
histórico-ecológico de W. Schipperges, ¿no es cierto que también en
este sentido habrá de ser desarrollado el tercer paradigma del
diagnóstico médico? Piénselo o no lo piense el médico que la formula,
la enunciación de un juicio clínico ambicioso lleva siempre consigo
una secreta referencia al destino terrenal del homo sapiens."
Cierto que estamos, con Laín, en el diagnóstico médico y no en el
discurso médico. No obstante, el diagnóstico es una consecuencia
práctica, esencial, la más fundamental, del discurso médico, hasta el
punto que pueden hacerse equivalentes en muchos aspectos. Salvamos
diferencias, pero casi casi, al hablar de diagnóstico médico lo
hacemos del discurso médico.
En fin, que es necesario, me parece a mi, insistir una vez más en que
si nos planteamos un diagnóstico, de la clase que sea, estamos en el
orden del discurso médico, en "el consultorio"; estamos connotando
lógicamente los síntomas, significándolos, estamos hablando por el
paciente y estamos ignorando el discurso del propio paciente, y este
es el punto más importante, la característica más sobresaliente del
discurso médico: que ignora el discurso del paciente.
Que la alternativa es la denotación de los síntomas en su sentido
propio en el discurso del paciente, pero que esto implica otra ética
absolutamente opuesta e inmiscible con la ética médica o psicológica,
que pretende la curación física (el médico) o psíquica (el
psicólogo).
Nuestro esfuerzo y nuestra ciencia apuntan a lograr articular en
puntos concretos, en lugares comunes, como el cuerpo y la enfermedad,
lo que por naturaleza (de discurso) no puede mezclarse. Nuestra
aspiración es a tener en cuenta, cada cosa en su momento y en su
lugar, las cosas presentes pero excluyentes entre sí por efecto de la
propia naturaleza del discurso.
JM Gasulla