jmgasulla
no leída,24 sept 2008, 7:34:0524/9/08Iniciar sesión para responder al autor
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a La enfermedad
El Orden médico 1-7
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Vale. Tú eres tonto o estás loco (o las dos cosas), me puede decir
alguien. ¿Cómo va a ser terrible el hecho de que sea el propio
discurso el que imponga la curación como sanción normativa? ¿Qué es
que, acaso, la gente no va al médico a curarse? Entonces, si la gente
va al médico a curarse, lo más lógico es que la curación sea el
resultado natural, incluso deseado, de la acción médica y que el
discurso médico está precisamente para eso: para curar y no para otra
cosa. Que una consecuencia lógica se imponga como normativa y
constituya un deber, es lo deseable ¿no? Y más todavía en asuntos de
salud.
De acuerdo, responderé. Pero en cualquier caso se trata de un discurso
normativo, en la que los participantes carecen de libertad de
elección.
De nuevo estás tonto, porque eso es falso, me dirá mi replicante. ¿Es
que acaso los pacientes y los médicos carecen de libertad para pactar
por ejemplo una muerte digna, unos cuidados paliativos, la posibilidad
de no someterse a una intervención quirúrgica en razón de la edad o de
la patología concomitante, etc.? ¿Es que, acaso, no se regulan los
derechos al aborto, a la eutanasia, a los cuidados paliativos o el
derecho a una muerte digna? Todo eso hablaría en favor de la libertad
entre médico y enfermo, de modo que todo eso de la sanción normativa y
la pérdida de libertad que tanto Clavreul como tú estáis aquí
cacareando, es falso, tontería, porque los hechos desmienten lo que
decís.
¡Ah! Pero para poder pactar una muerte digna, los cuidados paliativos,
la inhibición terapéutica, el aborto y demás, hay que salirse del
discurso médico y, por ejemplo, abordar la cuestión desde la bioética
o desde la vertiente jurídica de los derechos individuales, entrando
en conflicto con lo normativo del discurso médico. Que existan unos
efectos regulables del discurso médico, no es incompatible con su
estructura. Incluso, al contrario, esa regulación es la consecuencia
social lógica de su rigidez estructural.
Si la propia estructura del discurso médico incluyera en su seno la
libertad como sanción, en vez, o simultáneamente, que la obligación de
curar, entonces no habría conflicto y desaparecerían la bioética o la
ética médica. Las cuestiones médicas llevarían en su propio seno la
solución al problema de la libertad individual. Pero es que, además de
esa respuesta por reducción al absurdo que acabo de dar, está la
imposibilidad de que el discurso médico no esté sometido él mismo a la
exigencia y sanción de curar las enfermedades. De nuevo argumentando
por reducción al absurdo, carecería de sentido en tanto discurso
práctico. De aceptar la libertad, estaríamos en contradicción con la
primera objeción de mi imaginario oponente, la que figura en el primer
párrafo de este mensaje.
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Concluyo ya con esta introducción al Orden médico según Clavreul, y
con la primera serie de mensajes que constituyen el hilo "El Orden
médico 1"
"En lo que respecta a los médico, no hay motivos para esperar ni para
desear que se salgan del discurso que les es propio. Muy al contrario:
sus enfermos no han de esperar de ellos sino que permanezcan fieles a
ese discurso. Sin embargo, una mayor conciencia del poder de la
medicina como discurso disminuiría en los médicos la preocupación por
establecer su saber como poder, y por mantener un apego frívolo a
prerrogativas de otros tiempos que nadie piensa seriamente en
impugnarles. Yo no creo que la confrontación del médico consigo mismo,
con su Ciencia, con la aprobación y la vigilancia de sus colegas, le
procure tantas alegrías como insinúan algunas polémicas. Pues también
para ellos Hipócrates constituyó el cuerpo como lugar de la salud.
Pero el cuerpo no permite olvidar que es ante todo el lugar del goce.
"El saber que tiene el cuerpo acerca de los caminos del goce no es un
saber menos imperativo que el del discurso médico. Constituye su
límite infranqueable. Se afirma hasta la muerte y la locura, y lo hace
contra una seguridad que a fuerza de sernos propuesta, nos es
impuesta, contra la sabiduría de las naciones, ese lugar común que es
la sensatez. No se enseña en las facultades, y preciso es reconocerlo,
tampoco se presta demasiado a ser tema de un libro. «Un libro es
siempre un niño nacido antes de término que me produce el efecto de
una criatura bastante repugnante comparada con la que yo hubiera
querido poner en el mundo, y que no me siento muy orgulloso de
presentar ante los ojos de los demás», dice Lévi-Strauss. Sin duda no
es posible hacer más, cuando del discurso se espera precisamente que
deje por fin espacio a otro, cuando se sabe que el discurso no procede
del sentido (sea común o no), sino del signo. Es del prójimo de quien
hay que esperar que recoja el signo, para que la eplise que se cierra
sobre lo que ha sido dicho demasiado aprisa, demasiado mal, encuentre
su otro centro que la justifica."
Es posible que con esta introducción tengamos ya una idea hecha de qué
es el Orden médico. Queda el hilo abierto a la discusión, a las
aclaraciones, a los comentarios y al trabajo pensando, si es que
alguien quiere dar su opinión.
JM Gasulla