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Artículo sobre "La Cultura" en C

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Albert Font

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Jun 21, 2007, 12:21:12 PM6/21/07
to
www.ccyberdark.net/index.php?option=com_content&task=view&id=121&Itemid=9

(Copio sólo la introducción)

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Escrito por Alfonso García
lunes, 18 de junio de 2007

I. Introducción
Normalmente, cuando el lector ajeno a la ciencia ficción contempla,
lee o escucha alguna referencia al género, lo primero que se le viene a la
cabeza son descomunales batallas entre naves espaciales, imposibles haces de
láser resplandeciendo en el vacío y fanfarrias imperiales de fondo. Podemos
explicarles pacientemente que la ciencia ficción es mucho más que eso,
podemos hablar de las ucronías, las distopías, el hard, el soft, la new
wave, el cyberpunk y lo que haga falta, pero en el subconsciente colectivo
del resto de la humanidad en lo primero que piensa cuando se menciona la
ciencia ficción es en La Guerra de las Galaxias. O sea, en la space opera. Y
es que la tan denostada space opera es, para qué nos vamos a engañar, la
temática, el epítome y el estigma pulp de la ciencia ficción, con sus
desenfrenadas aventuras espaciales, sus escenarios deslumbrantes y su
melodrama épico. Y, sobre todo, es el lugar donde se destila el sentido de
la maravilla en su estado más puro, esa sensación adictiva que nos convirtió
en aficionados a la mayoría y que nos hace volver una y otra vez a las
estanterías marcadas con el letrero de ciencia ficción.

El escocés Iain M. Banks era uno de estos aficionados, criado entre
lecturas de Heinlein, Vance y Bester, cuando a mediados de los setenta
decidió emular a sus ídolos pergueñando las aventuras de Zakalwe, la figura
trágica de un mercenario socarrón y cabronazo contratado por «los buenos»
para limpiar atascos en las cloacas de la alta política intergaláctica.
Banks, a la hora de dotar de un trasfondo político y social a la parte
contratante, decidió retorcer los elementos característicos de la space
opera con el objeto de llevarlos al terreno de sus preocupaciones como
escritor y en consonancia con las corrientes contraculturales izquierdistas
de aquel momento. ¿Por qué no dar una vuelta de tuerca a los clásicos que se
limitaban a proyectar en el futuro distante un reflejo simplista del mundo
tal y como era en la época? Así, en vez de crear un universo poblado de
recios cadetes espaciales de nombres anglosajones al servicio de
Federaciones o Repúblicas de carácter inequívocamente norteamericano,
tendríamos uno lleno de anarco-hedonistas de nombres exóticos e imposibles
de pronunciar que poblarían la civilización ideal en la que a Banks le
gustaría vivir: La Cultura. Inoculando de paso dolorosas dosis de realidad
en la space opera mediante esa inyección letal llamada Pensad en Flebas,
bofetada que despierta dolorosamente a todo el subgénero de un dulce sueño
de aventuras irresponsables. Y una vez cometido el crimen sólo quedaba
aprovechar el cadáver como fértil humus de donde extraer nueva vitalidad
para que la space opera creciera fuerte y vigorosa de nuevo, capaz de
hablarnos de cosas que nos afectan y nos importan, más allá del mero
entretenimiento escapista.

¿Y qué es La Cultura? En el fondo no es sino otra variante del sueño
maquinista. Es decir, usar de manera racional la tecnología y los recursos
sin fin que ofrece el espacio para crear una sociedad anarquista,
igualitaria y colectivista en la que no exista la explotación de humanos o
máquinas por otros humanos o máquinas. En La Cultura todo es libre y gratis,
las Máquinas -en este caso las Mentes, unas IAs autoconscientes y con status
de ciudadanos libres- se encargan de cubrir todas las necesidades de sus
habitantes administrando un sistema económico perfectamente planificado en
una situación casi de simbiosis con los ciudadanos humanos. Más aún, a
medida que avanza la serie queda cada vez más claro que son precisamente las
máquinas las que manejan el cotarro mientras los humanos viven inmersos en
una fiesta infinita. Pero una fiesta a lo grande, donde la población habita
naves inmensas de kilómetros de largo o grandiosas estructuras orbitales que
proporcionan millones de kilómetros útiles y libertad de movimientos sin
tener que estar atados a un planeta, cosa vista como un poco pasada de moda
y de civilizaciones atrasadas. Una sociedad donde se nace perfeccionado
genéticamente, en la que puedes llegar a vivir más de cuatrocientos años en
distintos cuerpos cuyas glándulas son capaces de generar todo tipo de drogas
o pasarlos inmerso en mundos virtuales donde hacer reales tus fantasías por
extrañas que sean. Donde puedes cambiar de sexo o aspecto cuando y como
quieras. Incluso de la que puedes marcharte si ya te ha aburrido. Y en el
que no existen las leyes. En caso de haber cometido algún delito de sangre,
se sufre un ostracismo peculiar; ya no es uno invitado a más fiestas, lo que
constituye un motivo de vergüenza gravísimo para un habitante de La Cultura.
En definitiva, una sociedad que permite la total libertad a sus habitantes
para decidir cómo ha de ser su vida. Irónicamente esta Dictadura del
Robotariado administrada por Inteligencias Artificiales quizá sea la razón
por la cual La Cultura resulte algo muy cercano a la Utopía, una
civilización racional y humana en vez de una distopía de pesadilla, que es
lo que suele ocurrir cuando los seres humanos ponemos en marcha sociedades
ideales.

De modo que los habitantes de La Cultura llevan una vida mimada. Pero
eso no quiere decir que no existan conflictos ni zonas oscuras, como iremos
viendo según la serie avance y nuestra percepción de ella evolucione. Una de
las fuerzas fundamentales que mueven a La Cultura como sociedad son las
Buenas Acciones -la otra es la pura diversión-. Tal y como se explica en
Pensad en Flebas, un sentimiento mezcla de mesianismo y culpabilidad por el
bienestar del que goza, impulsa a la Cultura a tutelar civilizaciones
inferiores, lo que constituye una interesante extrapolación de una neurosis
muy típica de la sociedad occidental actual. Mediante Contacto -y
Circunstancias Especiales, los servicios secretos, la agencia encargada de
estos asuntos-, se ejerce una influencia discreta y, en principio, benéfica
sobre las sociedades «atrasadas» de la galaxia conocida. Influencia que,
como va descubriendo el lector, también tiene mucho de control social
galáctico que incluye técnicas de eficacia contrastada tales como la
manipulación, las mentiras, el chantaje y, si hace falta, el asesinato de
masas. De ahí la afirmación del propio Banks acerca de que los conflictos en
la serie de La Cultura son de tipo ético más que meras crisis de
supervivencia.

Así que sobre este esplendoroso escenario galáctico se desarrollan las
historias de La Cultura, donde, a pesar de todo, tienen más importancia las
cosas que les ocurren a las personas que los acontecimientos a escala
cósmica. Porque Banks tiene muy claro que las grandes historias las
protagonizan esas mismas personas, aunque sobrepasen los cuatrocientos años
de edad o tengan forma de maletín y floten en el aire. De esto se trata en
la serie de La Cultura, de personas. Y de los libros, que trataremos a
continuación.

Joe

unread,
Jun 21, 2007, 4:56:08 PM6/21/07
to
On Thu, 21 Jun 2007 18:21:12 +0200, "Albert Font"
<afont[QUITA_ESTO]@tinet.fut.es> wrote:

>www.ccyberdark.net/index.php?option=com_content&task=view&id=121&Itemid=9
>


Amén.


Saludos,
Joe
desde news.motzarella.org

Message has been deleted

Jean Mallart

unread,
Jun 23, 2007, 6:11:18 AM6/23/07
to
Joe escribió:

> On Thu, 21 Jun 2007 18:21:12 +0200, "Albert Font"
> <afont[QUITA_ESTO]@tinet.fut.es> wrote:
>
>> www.ccyberdark.net/index.php?option=com_content&task=view&id=121&Itemid=9
>
> Amén.

Yo también coincido en casi todo lo dicho en el artículo, hasta las
apreciaciones sobre "Excesión". Al principio es durilla, pero cuando te
metes en la intriga política entre las Naves ya no puedes salir y gana
mucho en la relectura. Cada vez la aprecio más, yendo del suspenso (4)
en el primer intento (fallido) al 6 (tras terminarlo la primera vez) y
luego al 7 en la relectura.

En lo que no suelo coincidir es en la valoración de "El uso de las
armas", frecuentemente sobrevalorada. Se da demasiado bombo a su
compleja estructura. Si te impresionan las piruetas formales, pues vale.
Pero después de leer cosas como "Rayuela", "Doktor Faustus" o "La
saga/fuga de J.B.", como que no. Por las soluciones formales de la
novela, le sumaría un punto (o dos si fueran realmente espectaculares),
pero hay gente que se pasa y la califican de POMM sólo por eso.

Yo prefiero mil veces "Pensad en Flebas", que con su sencilla estructura
episódica es la antítesis narrativa de "El uso de las armas", pero
ofrece a cambio una riqueza expresiva, una viveza y una variedad de las
que "El uso de las armas" está bastante menos provisto.

Y conste que "El uso de las armas" me gusta. Los incondicionales podrán
pensar que la minusvaloro, pero no tienen motivo para suponer que me
parece mala. Escribo este párrafo a modo de "disclaimer", que uno ya va
aprendiendo cómo se las gastan algunos "fans". :-))

Saludos.

JM

Jean Mallart

unread,
Jun 23, 2007, 6:12:08 AM6/23/07
to
cardiyo escribió:

>
> Gracias Albert, esta ignorante protoplasmoide no conocía a Banks :-
> O .
> A por él.

!!!

Vas a flipar. Empieza con "Pensad en Flebas". ¡POMM! Con tu gusto por
Vance la disfrutarás más que "El jugador", que te recomiendo a
continuación. El resto es ya para "iniciados"; no me atrevo a
recomendarlas a todo el mundo.

Saludos.

JM

cardiyo

unread,
Jun 23, 2007, 3:06:44 PM6/23/07
to

Pues más gracias, Jean se agradece el consejo .
Es importante conocer a un autor por su ¿ mejor? o más suculenta
obra. Además depende de los gustos de cada uno y como ya me
conoces....
Yo me enamoré de Vance con " Los príncipes demonio" y de China
Miéville con "La estación de la calle Perdido". Si hubiera conocido a
Vance por Lyonesse, pues.... y a China por El azogue, repues....
Pues eso, pues.
Saludos
cardiyo

Joe

unread,
Jun 24, 2007, 4:31:52 AM6/24/07
to
On Sat, 23 Jun 2007 12:06:44 -0700, cardiyo <car...@hotmail.com>
wrote:


Ep!!! No me toques a China, ¿eh? (aunque reconozco que su punto fuerte
no son los relatos, ni las novelas cortas).

Saludos,
Joe
desde news.motzarella.org

Menti

unread,
Jun 24, 2007, 7:14:59 AM6/24/07
to
Joe escribió:

>>Yo me enamoré de Vance con " Los príncipes demonio" y de China
>>Miéville con "La estación de la calle Perdido". Si hubiera conocido a
>>Vance por Lyonesse, pues.... y a China por El azogue, repues....
>>Pues eso, pues.
>>Saludos
>>cardiyo
>
>
>
> Ep!!! No me toques a China, ¿eh? (aunque reconozco que su punto fuerte
> no son los relatos, ni las novelas cortas).

¿Y las novelas donde nunca sobran menos de cien páginas? Los cuentos son
un truño, pero El azogue me parece lo mejor que ha hecho hasta ahora...

Menti

cardiyo

unread,
Jun 24, 2007, 3:36:50 PM6/24/07
to

> ¿Y las novelas donde nunca sobran menos de cien páginas?

Eso mismo pienso yo de La cicatriz. Cuando la terminé de leer, le
dije a un amigo al que le he aconsejado a China que para mí le sobran
unas 150 páginas ( y entre ellas 8.765. 964 veces la palabra
taumaturgia y sus derivados). Lo siento Joe :-(
En cambio con la Estación no me pasó. Me la bebí y la estoy releyendo
y paladeando, que entre lo rápido que leo y lo densa que es, no me
enteré de nada.
Veremos cuando me meta con " El consejo de hierro" a ver si le sobra
le falta o es redonda.

Un saludo

cardiyo

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