Gica, Joel, Shaudin, Marc...:
Creo sentirme aludido cuando habláis del "basco, navarrés" que
participa en los debates.
La verdad es que estoy abrumado, me habéis puesto entre todos el
listón muy, pero que muy, alto. Responder con un cierto éxito,
mediante un debate de este tipo, a las expectativas que se pueden
suponer al plantear cuestiones tan cruciales, es muy difícil. Hablando
personalmente es mucho más sencillo y puede acarrear menos problemas y
malentendidos de todo índole.
Voy a comenzar por el asunto de la "solidaridad". Creo que
efectivamente, a nivel "social" en general, los vascos son un pueblo
solidario, sobre todo con los perseguidos y desfavorecidos del mundo.
Antes fueron misioneros, luego cooperantes en ONGs etc. Pero en
idéntico sentido creo que también lo han sido y son los catalanes.
Pero ni unos ni otros parece que nos damos cuenta que si seguimos como
estamos, nuestra "solidaridad" con los desfavorecidos, perseguidos y
demás, es "española", es capitalizada básicamente por España. No
defiendo que la solidaridad bien ejercida deba exigir reconocimiento
ya que se supone que es gratuita, no digo eso. Digo que los españoles,
sobre todo, se apuntan todos los tantos de nuestra solidaridad. A mi
me gusta ser solidario, pero con nombres y apellidos y no que otros se
cuelguen las medallas. Hoy en nuestro Planeta para lograr eso se
necesita un Estado propio. Además, de esa forma, podremos decidir
cuáles son las necesidades más urgentes desde nuestra perspectiva
geoestratégica y no desde la de España o Francia.
Por eso creo que la primera labor para manifestar nuestra solidaridad
real y efectiva con todos los pueblos y sociedades de la Tierra tiene
como primera etapa lograr nuestra propia liberación. Es decir, tener
carnet de identidad propio, tener nombres y apellidos como he dicho
antes. Y ante esta, en mi opinión, acuciante necesidad es donde se
hunde toda la parafernalia "solidaria". En los paises catalanes tenéis
bastante claro que no existe a nivel de los partidos políticos, pero
eso tampoco existe en Euskal Herria. Los ataques feroces que la
llamada Izquierda Abertzale dedica al PNV por sus "arreglos" con el
PsoE, son tan fuertes como los que éstos les dedican por su "no
desvinculación" de ETA, aunque ellos, a su vez, también tienen sus
componendas con los mismos. Pero el problema hay que plantearlo, en mi
opinión, en otras coordenadas.
Tanto catalanes como vascos del sur vivimos sometidos a un sistema
político fruto de la llamada "transición" en la que las llamadas
"fuerzas políticas", catalanas y vascas, aceptaron el principio de la
"soberanía del pueblo español", en el cual obviamente nos incluyen (a
la fuerza, con violencia, histórica y actual) y en el que somos
minoría y nunca dejaremos de serlo mientras las cosas no cambien. La
famosa y sacralizada "constitución" española es un texto, todo lo
legal que se quiera, con la legitimidad que se haya otorgado desde
nuestras respectivas naciones en unos votos sometidos también el mismo
principio de "soberanía nacional española". Pero esa constitución
"formal" se soporta sobre una constitución "real", que está marcada y
definida por unas estructuras sociales y de poder que no cambiaron un
ápice tras la muerte del general Franco. La España eterna ("Luz de
Trento y martillo de herejes", según don Marcelino Menéndez y Pelayo),
la España de "charanga y pandereta (creo que Antonio Machado) etc.
sigue incólume: Ejército, Iglesia católica, oligarquía. Su
nacionalismo de siglos sigue intacto. Conquistó Canarias, Granada,
Navarra, las américas, Los Paises Catalanes y edificó un imperio sobre
el que se ha construido la España moderna, la de la "revolución
burguesa" que hicieron los tecnócratas del Opus Dei (Ullastres, López
Rodó etc.) en los años sesenta del pasado siglo... bajo Franco.
Todo eso ha determinado unas relaciones de poder que son las que nos
han traido a donde estamos. No podemos seguir basando nuestra
estrategia política en un sistema corrupto, antidemocrático, sin
darnos cuenta de que es así. Pienso que nos es necesaria a todos una
importante catarsis. Una vez que nuestras respectivas sociedades
perciban ésto con más claridad, los partidos políticos, los actuales u
otros nuevos, tendrán que actuar de otra manera. Y además, con el
objetivo claro del logro de la estatalidad propia.
He mencionado antes el concepto "violencia". La raiz de la estructura
actual del Estado español (y francés) es la violencia. Conquistas,
oucpaciones y expolios. En ese sentido hay que ser muy cuidadoso
cuando se tratan temas tan delicados y con tantas connotaciones como
el de los atentados. En este sentido podéis leer en mi blog el
artículo sobre "La actualidad política de Navarra" (http://
nabarra.blogspot.com/2008/08/actualidad-poltica-navarra.html)
No hay que ser hipócritas, ya que tanto la historia como la presente
realidad mundial está plagada de violencia. En el fondo, la política
está basada sobre ella. Sobre todo la internacional, y nuestros
contenciosos con España y Francia lo son. Otra cuestión, que no llega
a nivel de "violencia estratégica", son los atentados. El dolor que
producen, la desvertebración social a la que colaboran, la utilización
que los medios de propaganda españoles (y franceses) hacen de los
mismos y, sobre todo, la nula influencia positiva que tienen, en favor
de la causa vasca, sobre las decisiones de ambos estados, hacen ver a
las claras su negatividad. Además, ambos estados, desvían esa
capacidad "solidaria" que antes se reclamaba para los habitantes de
Vasconia, hacia una vía derrotada de antemano, asumen su costo y lo
utilizan propagandísticamente a su favor.
Las guerras carlistas produjeron mucho dolor y sufrimiento en nuestro
siglo XIX. Muchos muertos y exiliados. Sus causas, como es el
denominado "sistema foral vasco" atacado desde las instancias
políticas hispanas, siguen en gran parte vivas, al menos en el lado de
Navarra. Pero hubo amnistías y las personas volvieron a sus casas de
los exilios. Aunque el problema básico sigue; y ahí estamos.
Y, ¡mucho ojo!, en Vasconia se encarcela con una gran alegría. Que se
lo pregunten si no a los procesados en el desgraciadamente famoso
macroprocesos18/98, de los que conozco personalmente a varios y que
nada tienen que ver con lo que dice Marc, los casos Egunkaria, Egin
etc. Recordemos aquéllo de que "cuando vinieron a por mí, ya no
quedaba nadie".
La VIOLENCIA, así, de verdad, con mayúsculas, es la que ha ejercido y
ejercen "nuestros" estados ocupantes. La violencia que tendríamos que
ser capaces de enfrentar, opino que debería basarse en nuestra
capacidad de movilización social, para ejercer la presión suficiente
como para forzarles a una negociación real. Los procesos de diálogo y
negociación no se producen por la "buena voluntad" de las partes,
sobre todo cuando sus intereses son claramente contrapuestos (España
vs Catalunya o Navarra), se realizan cuando la violencia social exige
que el mantenimiento de un "estatu quo" vivible requiera de "diálogo y
negociación".
Sé que me dejo cantidad de cosas en el "tintero digital", pero pueden
ir saliendo con el método socrático.
Estoy a disposición de todos los participantes de este
interesantísimo, complejo y delicado debate,
Luis María Martínez Garate
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