Conversaciones
Con
Sri Ramana
Maharshi
(Volumen
I)
19 de enero de 1935
Había llegado a Madrás; como
huésped de la Casa de Gobierno, el señor Douglas Ainslie (Sr. Grant Duff), un aristocrático caballero inglés, de 70
años de edad, sobrino
de un ex-gobernador de Madrás,
escritor y poeta, agregado de la Delegación Británica en Atenas, París y La Haya. Vino a ver al Maharshi, con una carta de
presentación de Paul Brunton. Al día
siguiente, volvió y permaneció poco menos de una hora en la sala. Esos dos días, prácticamente no hubo intercambio de
palabras, sólo la mirada encontró a la
mirada. Sus hábitos son abstemios; permanece sin alimento de ningún tipo hasta
la una de la tarde y entonces, almuerza.
Se dice que toma café y galletas por la noche, y que se retira sin más alimento. Se ha mantenido soltero, camina unos
kilómetros a diario con el estómago vacío,
habla poco y es muy agraciado en sus movimientos. Su voz es baja y suave; y sus palabras, parecen venir del corazón. Tiene
amigos, entre los cuales podrían contarse
al extinto Sir John Woodroffe, Sir Sarvepalli Radhakrishnan y al señor Thomas,
profesor de sánscrito en la Universidad de
Oxford. Expresó un deseo de escuchar
los Vedas. El lunes llegó una carta de Riga; y las preguntas
contenidas en ella coincidían con las preguntas que el visitante europeo había
formulado sobre la existencia de las almas
de los difuntos, y sobre cómo servirlas mejor. Se le leyó la respuesta enviada a Riga. En su presencia, se
repitieron cantos de La Verdad Revelada; del Maharshi, y los Vedas. Él consideró magníficas
las recitaciones. Volvió la tarde siguiente; y para asombro de los demás, la noche
anterior tuvo una experiencia que repitió
al Maharshi. Fue que había visto algo; como una luz eléctrica dentro
de Sí Mismo en el centro
del corazón, en el lado derecho. Además, agregó que había visto al Sol brillando por dentro. El Maharshi sonrió
un poco; y entonces hizo que se le leyera una traducción del Atmavidya (El Conocimiento del
Sí mismo), donde está el diCcho críptico de
que la realización consiste en llegar al Atman (El Sí
Mismo), que es la expansión de la
consciencia (Chidvyoman). Para distinguirla de la mente, que es la
expansión de chittavyoman. Esta
explicación llamó la atención del visitante. Al hablar de éste, el
Maharshi observó después: "Piensen en un anciano de setenta años que no eligió vivir apaciblemente en su propia
casa, con los ingresos que había ganado.
Cuan intenso ha sido su fervor que ha dejado su país natal, se ha atrevido a
emprender un viaje por mar de nueve mil
kilómetros; y ha afrontado las penalidades de largos viajes por tren en un país extraño, ignorante de la lengua,
sufriendo las vicisitudes de una vida
solitaria, sometiéndose a las inclemencias de un clima tórrido, en ambientes
que no le son familiares ni acostumbrados.
Podía haber sido feliz en su propia casa.
Es su anhelo por la paz interna, lo que le ha traído aquí"
¡Es exactamente así! Las
gentes dicen que la intensidad de su fervor se revela por sus experiencias de iluminación; aquí, dentro de los
cuatro días consecutivos a su llegada. En
lo que concierne a la pregunta sobre las almas de los difuntos, mientras un
hombre se identifique con su cuerpo
grosero; el pensamiento materializado como manifestaciones groseras, debe ser real para él. Debido a la
imaginación de que su cuerpo ha sido originado de otro ser físico, el otro existe tan verdaderamente como
su propio cuerpo. Habiendo existido aquí
una vez, ciertamente sobrevive a la muerte, debido a que la descendencia
está aún aquí y siente que ha nacido de
ese otro. Bajo estas circunstancias; el otro mundo es verdadero y las almas de los difuntos se benefician de
las plegarias que se ofrecen, por ellos.
Por otra parte, considerado de una manera diferente; la Única Realidad
es el Sí Mismo de quien
ha brotado el ego que contiene dentro de Sí Mismo las
semillas de las predisposiciones
adquiridas, en nacimientos anteriores. El Sí Mismo ilumina
el ego, las predisposiciones y también los
sentidos groseros; de modo que las predisposiciones aparecen a los sentidos como si se hubieran materializado como el
universo, y devienen perceptibles para el
ego, el reflejo del Sí Mismo. El ego se identifica con
el cuerpo; y así pierde la visión del
Sí Mismo, y el resultado de esta inadvertencia es la
oscura ignorancia y la miseria de la vida
presente. El hecho de que el ego surja del Sí Mismo; y que lo olvide, es el nacimiento. Así pues, puede
decirse que el nacimiento del individuo ha
matado a la madre. El deseo presente de recuperar a la propia madre es; en
realidad, el deseo de recuperar al
Sí Mismo, que es lo mismo que realizarse a uno mismo,
o la muerte del ego. Esto es entregarse a
la madre, para que ella viva eternamente. El
Maharshi leyó entonces: de la versión tamil del Yoga Vasistha, la
historia de Dirga Tapasi, que tenía dos hijos: Punya y Papa. Después de la
muerte de los padres, el menor se lamentaba de la pérdida, mientras el mayor le
consolaba como sigue: «¿Por qué lamentas la pérdida de nuestros padres? Yo te
diré dónde están; están sólo dentro de nosotros mismos, y son nosotros mismos.
Pues la corriente de la vida ha pasado a través de innumerables
encarnaciones, nacimientos y muertes, placeres y dolores, etc.; de la
misma manera que la corriente de agua de
un río fluye sobre rocas, hoyos, arenas, elevaciones y depresiones en su curso. Y sin embargo, la corriente no es
afectada por ello; así también, los
placeres y dolores, los nacimientos y las muertes, son como ondulaciones
en la superficie de esa apariencia de agua
en el espejismo del ego. La única realidad es el Sí Mismo, desde donde aparece el ego que corre
a través de los pensamientos que se
manifiestan como el Universo, y en el que aparecen y desaparecen las madres y
los padres, los amigos y los parientes.
Ellos no son nada sino manifestaciones del Sí Mismo,
por lo que los padres de uno no están
fuera del Sí Mismo. Así pues, no hay ninguna razón para lamentarse. Apréndelo, realízalo, y sé
feliz».