Boletin Por Cuba (Año 7 Número 41)

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Boletín especial sobre el acontecer internacional relacionado con nuestro país.

no leída,
22 may 2009, 10:35:2322/5/09
a por...@listas.cult.cu
  Por Cuba con emisiones periódicas le lleva la información del acontecer internacional relacionado con nuestro país y las batallas que libra por su pueblo y su soberanía; contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4044  
Año 7 Número 41 | Fecha 2009-05-22
TITULARES
Opinión
CUBA, LA OEA Y LA REVOLUCIÓN LATINOAMERICANA por Jorge Gómez Barata
LA REVOLUCIÓN ES UN DERECHO DE CUBA por Manuel E. Yepe
BARACK OBAMA ANTE UN DESAFÍO SIN PRECEDENTE (FINAL) por Aurelio Alonso
SABER BAJARSE DE LA NUBE por Virtin
OTRA AMENAZA CUBANA por Angel Guerra Cabrera
Opinión
CUBA, LA OEA Y LA REVOLUCIÓN LATINOAMERICANA
por Jorge Gómez Barata
Nadie recuerda cuando en Cuba la OEA se multiplicó por cero. No conozco a ningún cubano a quien el asunto le interese y jamás en los debates y análisis políticos se le toma en cuenta. Para los cubanos la OEA no es cosa que se extrañe sino algo inexistente. Los mayores, que recuerdan las infamias de una de las organizaciones más desprestigiadas del mundo, apoyan las posiciones de Fidel y Raúl que la castigan con los peores epítetos y reiteran categóricamente que Cuba no retornará jamás a semejante círculo.
 
No obstante, en América Latina actúan fuerzas políticas avanzadas que insisten en que la OEA debe levantar las sanciones que injustamente y como parte de una conspiración norteamericana impuso a la Isla en 1962. Entonces más de la mitad de los latinoamericanos de hoy no habían nacido, varios de los gobernantes de turno fueron luego repudiados por sus pueblos, de otros nadie se acuerda y los presidentes que hoy toman las decisiones en América Latina y el Caribe eran lactantes.

Aquellos hechos tuvieron lugar en un escenario histórico excepcional: a tres años del triunfo de la Revolución Cubana, que conmovió  los cimientos de la dominación oligárquica e imperialista en la región y cuando la Guerra Fría debutaba en el continente, menos de un año después de la aventura norteamericana de bahía de Cochinos y ocho meses antes de la Crisis de los Misiles.
 
Más lejano, insólito y anacrónico parece el pretexto invocado para la expulsión de Cuba, al considerar el marxismo incompatible con el llamado “Sistema Interamericano”. De haber asumido ese credo, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill no hubieran reconocido a la Unión Soviética, ni se hubieran aliado con Stalin en la lucha antifascista, la República Popular China no hubiera sido admitida en la ONU y ningún partido marxista habría sido legal en occidente.
 
Si bien los cambios ocurridos  en la arena internacional a partir de la desaparición de la Unión Soviética y el tránsito al mundo unipolar no han favorecido el multilateralismo y las instituciones que operan a nivel mundial como la ONU y su Consejo de Seguridad, la OMC y otras han involucionado y sus funciones son usurpadas por instancias como el G8, el G20, la OTAN, la UE, el Foro de Davos y otras, en América Latina se manifiesta una situación diferente.

Tal vez porque trescientos años de colonialismo, dos siglos de dominación oligárquica y cuatro décadas de neoliberalismo retrasaron la evolución del sistema político y las instituciones latinoamericanas, las vanguardias de hoy, junto a las tareas del momento, cumplen cometidos asociados al desarrollo económico y social y la institucionalidad que correspondieron a otras fuerzas y otras épocas.

Esa compleja y peculiar dialéctica explica los cambios políticos y los procesos políticos en marcha que trabajan eficazmente por el restablecimiento de la soberanía nacional y el rescate de los recursos naturales de sus respectivos países, producen una cohesión regional que favorece la colaboración multilateral y la integración, no sólo económica sino también política. Fruto de ese proceso es la posición que demanda el fin del bloqueo a Cuba y la anulación de las sanciones aplicadas en 1962.

Por una paradoja política, al emerger como única superpotencia mundial, Estados Unidos no reforzó su influencia ni sus esquemas de dominación en América Latina, sino que ocurrió todo lo contrario y, no como un hecho aislado, sino como parte de su confrontación con el imperialismo y las oligarquías nativas, las fuerzas políticas avanzadas asumen la tarea de doblegar a la OEA a la que exigen una reparación de su conducta pasada hacia Cuba.

No se libra ahora una batalla de las muchas que Cuba libró en solitario, sino que se trata de un esfuerzo latinoamericano y de una reivindicación continental de clara orientación anti imperialista. No estamos en presencia de una maniobra utilitaria que beneficie a Cuba ni a los países que la auspician o influya en la evolución de los procesos políticos del continente, sino de un acto de justicia histórica y de una rectificación.

En su esencia más profunda anular las sanciones a Cuba, que no ha cambiado su sistema ni su filosofía política, es una autocrítica que entraña una victoria latinoamericana sobre una infamia promovida por Estados Unidos.

Más temprano que tarde el imperio y su ministerio de colonias se verán obligados a rectificar. Cuba no regresará a la OEA como han declarado sus gobernantes, pero Latinoamérica habrá propinado una derrota de dimensiones históricas a la dominación imperialista en la región. 
Fuente: Argenpress
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LA REVOLUCIÓN ES UN DERECHO DE CUBA
por Manuel E. Yepe
“La Administración del Presidente estadounidense Barack Obama debía trabajar por lograr la reincorporación de Cuba a organismos internacionales tales como el Fondo Monetario Internacional”, manifestó Paulo Nogueira Batista, un funcionario de dicho Fondo que representa a Brasil y a un grupo de otros 8 países latinoamericanos en el FMI, durante una conferencia sobre turismo mundial que tuvo lugar a mediados de mayo en la ciudad brasileña de Florianópolis.

El llamado no es algo excepcional. De hecho, se incorpora a los muchos que, tanto en Estados Unidos como en otras naciones, se formulan constantemente contra un bloqueo económico que ha sido condenado, casi unánimemente,  por la comunidad mundial en la Asamblea General de las Naciones Unidas, año tras año.

Son denuncias que forman parte de las críticas más generales a la política de Estados Unidos contra Cuba que ahora están brotando en muchos escenarios, como es el caso de los pronunciamientos a favor de la restitución a Cuba sus derechos de pertenecer  a  la Organización de Estados Americanos que proliferaron en ocasión de la Conferencia Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, pese a que es sabido que la nación caribeña rechazaría tal reinserción.

Es tangible la incongruencia que existe entre el significado de las promesas de cambios que propiciaron al nuevo presidente de los Estados Unidos su elección. Para las masas de votantes significan muchas reivindicaciones sociales enajenadas no obstante la opulencia del país, en tanto que, para las élites que detentan el poder verdadero son las correcciones imprescindibles para evitar el derrumbe de un orden imperial gravemente amenazado.

Pero la impunidad con que la superpotencia se ha  permitido mantener el evidente crimen de lesa humanidad del bloqueo a la pequeña isla vecina durante medio siglo, pone de relieve lo inicuo y absurdo de ese orden mundial a que se halla sometido el planeta y, así mismo, prueba que éste no se limita a los factores económicos sino que ha marcado profundamente la orientación política de mucha gente y grupos sociales.

Es evidente que hoy, en Estados Unidos, son muchos y muy fuertes los intereses que se movilizan contra el bloqueo económico de Cuba, la prohibición de los viajes de estadounidenses a Cuba y la ausencia de relaciones oficiales con la isla antillana.

Pero también es irrebatible que aún la mayoría de quienes abogan por el retorno a la normalidad de los vínculos diplomáticos, económicos, culturales y de todo tipo entre los dos países, se ven obligados por las huellas de cincuenta años de malintencionadas campañas de difamación, a acudir a la justificación de esta posición rectificadora con el argumento de que la revolución cubana no ha podido ser derrotada con las mañas agresivas hasta ahora utilizadas y es preciso adoptar otras más sutiles.

Son minoría aún en Estados Unidos, a mi juicio, aquellos que, al abogar o respaldar un cambio en la política de Estados Unidos respecto a Cuba, parten del argumento de que la revolución es un derecho inalienable que tienen los pueblos de todas las naciones del mundo y que los cubanos se han visto obligados a ejercer tal facultad siempre obstaculizados por una injustificable hostilidad de la potencia militar y económica mayor del mundo, su vecino más próximo.

Por eso, no sorprende encontrar ahora a furibundos defensores de las políticas más terroristas de EEUU contra Cuba abogando en contra del bloqueo. Incluso entre cubanos residentes en los Estados Unidos que han hecho de la agresividad contra Cuba su medio de subsistencia aprovechando los abundantes recursos financieros que Washington ha destinado al propósito de derrotar a la revolución cubana, se encuentran hoy nuevos propagadores de la idea del cambio de los métodos agresivos por los de la penetración, sin variar  los objetivos.

Es obvio que esta idea de intentar la derrota de la revolución cubana desde adentro no es privativa de la nueva corriente política estadounidense y de los contrarrevolucionarios cubanos que sirven a Washington. Nadie ignora que los gobiernos de casi todas las naciones del Norte, que durante muchos años han aconsejado a los de la superpotencia líder del capitalismo mundial que levante el bloqueo a Cuba, temen tanto el ejemplo de Cuba como el de EEUU.

Pero la revolución cubana, cuyo pueblo y sus líderes han dado muestras de decisión y capacidad para librar las batallas más complejas por afirmar su identidad y los derechos populares, no sería verdadera si rehuyera el enfrentamiento ideológico como terreno de lucha para su reafirmación.

La propaganda contra la revolución pagada por Estados Unidos acuñó como consigna la de que Cuba se aprovechaba del bloqueo para justificar sus errores o deficiencias, mientras impúdicamente se trataba de aislar, hambrear y desalentar los bríos de los cubanos por llevar adelante un hermoso proyecto revolucionario al que el pueblo no ha renunciado ni renunciará jamás hasta verlo convertido en realidad.
Fuente: Moncada, Grupo de Lectores en el Mundo
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BARACK OBAMA ANTE UN DESAFÍO SIN PRECEDENTE (FINAL)
por Aurelio Alonso
El cambio en Cuba

"Cambio en Cuba" se vuelve una frase de connotaciones sumamente diferenciadas y sumamente parcializadas. Pienso que abusaría de mis lectores si volviera a expresar aquí mis apreciaciones sobre la institucionalidad política cubana, sobre la configuración de su economía, inevitablemente abigarrada y caótica después de medio siglo de bloqueo. Y sobre el significado del peso del mismo, la más versátil y cruel medida de este género, prodigio de un despiadado ingenio de dominación, diseñado y desarrollado para eliminar por asfixia a un régimen social aplastando las condiciones de vida de su pueblo, para pasarle la cuenta a los líderes por haber mantenido la soberanía y la justicia a costa de todo. "Todo" ha significado, a veces, no poder evitar el incremento del nivel de austeridad en que se tiene que vivir por no estar dispuestos a doblegarse.

Si existe un sistema socioeconómico en la América Latina exento de la posibilidad de ser calificado de inmovilismo es el cubano. Los cincuenta años transcurridos, bajo la hostilidad sostenida de los Estados Unidos, han llevado al país a navegar con esfuerzos azarosos por mantener el rumbo dentro de un esquema independiente de justicia social, equidad, y solidaridad internacional, que el proyecto cubano se había propuesto desde sus inicios; historia expuesta hasta la saciedad por economistas, politólogos, sociólogos e historiadores cubanos, y también por hombres y mujeres de letras, e incluso por muchos otros profesionales, en estudios críticos, muchos de ellos en debate franco desde la academia, desde proyectos e iniciativas de desarrollo, desde publicaciones, con las posiciones oficialistas.

Pero la oposición, externa e interna, cubana y no cubana, puede llegar a ser tan maniquea como el oficialismo. Para sus lecturas también existe una única mirada: y según esa mirada, en Cuba domina el inmovilismo, porque ningún cambio que no esté encaminado a sumarse al carril del mercado capitalista, y a la democracia concebida dentro de los cánones liberales, a los espejismos del consumo sin límites y la lógica de "tener más", a la ética del automóvil, les entusiasma. Es una lectura, y es lamentablemente la más difundida.

No sólo fuera de Cuba, también afecta a parte de la población de la Isla porque no se vive en una cápsula. Además, es cierto que fuera de la asistencia de salud, la educación, el empleo asegurado, y otros beneficios sociales, la cápsula habría podido dar muy poco.

Esta lectura rechaza, ignora, oculta la mirada crítica proveniente de la academia cubana, a menos que esta cruce la frontera de las propuestas. Porque se puede afirmar que en la esfera del diagnóstico de la realidad cubana puede darse incluso un nivel de razonamiento crítico en los adversarios que coincida con las críticas posibles desde la visión favorable al sistema. La discrepancia salta inconfundible, sin embargo, en las propuestas de respuesta a la realidad criticada.

De modo que lo que se suele llamar el fenómeno de  "la sucesión" en Cuba supone el final de la conducción de Fidel, marcada fuertemente por la legitimidad carismática, a la conducción de Raúl, que es posible prever que combinará un proceso de fortalecimiento de la responsabilidad institucional, y un énfasis más acentuado en la revisión de patrones de disciplina social. La continuidad se refiere a los principios del sistema, y no al estilo de dirección. Como afirma Boaventura de Sousa Santos, "Ningún líder carismático tiene un sucesor carismático. La transición solo puede ocurrir en la medida en que el sistema reemplaza al carisma".

Esta transición va a suponer en Cuba una sucesión, todavía difícil de prefigurar en tiempo y profundidad, de reformas dentro del proceso revolucionario. En torno a la transición cubana prefiero también remitir al lector a una fuente relativamente reciente y polémica, en la cual participan trece estudiosos cubanos. Pero no creo que los giros transicionales que se produzcan en el entorno cubano contengan trazos que puedan satisfacer las aspiraciones de que los cubanos acepten un sistema afín, de conjunto, a los gustos liberales en la política y en la economía. Lo cual no significa que en la agenda no pueda estar (debe estar, a mi juicio) una diversificación de la estructura económica que contribuya a incentivar las dinámicas de crecimiento sin volver a introducir esquemas de explotación del trabajo y de acumulación capitalista. Y del mismo modo, un carril de avance en la participación democrática que podría recuperar virtudes del esquema liberal, pero de ningún modo volver al mismo.

El lector puede objetar de nuevo mi argumentación, en tanto no me sitúo en un discurso de apertura cubana hacia Washington sino de apertura de Washington hacia Cuba. Volveré a tener que darle la razón, pero no veo otra salida porque Cuba fue sacada del sistema mundial por los Estados Unidos (presuntamente excluida, y esa es otra arista válida de la historia de Cuba en el último medio siglo: la historia de los avatares de una exclusión imperfecta).

Cuando alguien me preguntaba recientemente, en un panel, cuál era el modelo de desarrollo económico cubano, me puso de golpe ante la dura evidencia de que no tenía la posibilidad de responderle con pocas palabras. El bloqueo impidió a la economía cubana articular un modelo económico coherente en la primera década de poder revolucionario. La forzó así para acogerse al modelo soviético hasta que este se desmoronó, y se extremó desde entonces en impedir que pudiera rebasar metas cortoplacistas de subsistencia.

De las cinco décadas que ha cumplido el proyecto social nacido de la revolución, las dos últimas reflejan las políticas de supervivencia a las cuales el país se vio forzado por la desconexión y caída de su economía. En mi opinión hoy se hace prácticamente imposible definir un modelo de desarrollo cubano, si es que alguien puede demostrar que este existe. Para nosotros no se trata, sin embargo, de un fracaso, sino una tarea pendiente.

Para concluir ahora este panorama coyuntural me voy a colocar en los episodios del escenario más inmediato.

Primer reportaje de una apertura dudosa

Se ha recordado en estos días que el presidente Obama, cuando se hallaba en campaña para el Senado de los Estados Unidos en 2004, aseveró que la política aplicada durante cincuenta años hacia Cuba no había arrojado los resultados que se esperaban y había que cambiarla. Tan remota es su alusión a esta necesidad de cambio que cualquier ingenuo pensaría que no podría estar fuera de su visión presente. Sería un error, pues para él, es tan remota como para ni recordarla a derechas como una toma de posición ante el problema, como insinuó en la conferencia de prensa ofrecida en Puerto España el 19 de abril pasado. Allí se hizo claro que ya no se inclina en el mismo ángulo. "El pueblo cubano no es libre" afirmó, y dijo que esa era su lodestone, su North Star. Para seguir con suavizantes tales como "No vamos a cambiar de política de un día para otro".

En definitiva, que el primer episodio cubano del profeta del cambio llegado al trono del imperio comporta también la primera decepción. En el fondo no nos deja mucha diferencia de sus antecesores más recientes: siempre la política del condicionamiento: te colocas como te decimos que tienes que colocarte y verás como te comenzamos a tratar de otro modo.

Horas antes de su llegada a Puerto España, el presidente Obama hizo pública la decisión de levantar las últimas restricciones que había adoptado su antecesor sobre los viajes de los ciudadanos de origen cubano al extranjero, y sobre las remesas familiares. También abrió una perspectiva de conversación para acuerdos en telecomunicaciones. En declaraciones posteriores, incluida la cumbre, comenzó ya a reclamar el "gesto" gubernamental de Cuba en reciprocidad:

Hay algunas cosas que el Gobierno cubano pudiera hacer. Ellos podrían liberar presos políticos, podrían reducir el recargo a las remesas, en correspondencia a las políticas que hemos aplicado de permitir a las familias de cubano-americanos enviar remesas, porque resulta que Cuba impone un enorme recargo, ellos le sacan una enorme ganancia. Esto sería un ejemplo de cooperación donde ambos gobiernos estarían trabajando para ayudar a la familia cubana y elevar el nivel de vida en Cuba.

El propio Fidel Castro, que ha confesado seguir con mucha atención todos los pasos de Obama y que no ha regateado reconocimientos a las muestras de inteligencia que el nuevo presidente suele dar, pero que tampoco se ha tragado críticas donde cree que las debe hacer, ha comentado al respecto:

Todos los países cobran determinadas cifras por las transferencias de divisas. Si son dólares con más razón debemos hacerlo porque es la moneda del Estado que nos bloquea. No todos los cubanos tienen familiares en el exterior que envíen remesas. Redistribuir una parte relativamente pequeña en beneficio de los más necesitados de alimentos, medicamentos y otros bienes es absolutamente justo.

Hacer lo que todo sistema social está en necesidad y facultades de hacer representa para el régimen cubano una reprobación especial. Quien puede recibir remesas disfruta del privilegio de ponerse por encima, a veces muy por encima, del nivel de consumo de la población que no cuenta con esa posibilidad, que es la mayoría. Lo normal es que los dispositivos de amparo de un Estado responsable aseguren que una parte de ese ingreso tenga un destino social.

No es aquí que quisiera centrar, sin embargo, mi observación, sino en otro aspecto del problema. Con la decisión de flexibilizar viajes familiares y remesas, que sin duda debemos recibir con espíritu positivo, el presidente Obama da respuesta a una demanda de la comunidad cubano-estadounidense, lacerada por un gesto de fanatismo de su antecesor que, viciado por no dejar paso por dar contra su vecino cubano, no tuvo en cuenta que esta decisión podía contribuir a enajenarle el voto de la Florida para el candidato republicano en la elección presidencial. Obama le retribuye a La Florida lo que Bush le quitó. Y, ¿por qué no?, también da una muestra liminar de desprejuicio hacia Cuba.

O, mejor dicho, la hubiera dado de no apostrofarla con condicionamientos posteriores. Con la espera del "gesto" de la parte cubana. Del "gesto" que han buscado en vano todos sus antecesores.

Tendrán lugar cambios en Cuba, pienso yo, más de los que hasta ahora se han dado. Probablemente algunos en correspondencia con el cambio de escenario latinoamericano y con la consolidación de la Alianza Bolivariana para las Américas como sistema de integración, y el funcionamiento del Sucre como patrón de cambio para la región. Pero de ningún modo se van a hacer mirando a lo que reclaman desde Washington, sino al beneficio e intereses de los pueblos de esta región. Tampoco habrá que atribuirlos, en lo fundamental, a diferencias entre el estilo de Fidel y el estilo de Raúl, sino a las determinaciones que provea el escenario de cambio regional.

La espera del gesto desde el imperio recuerda la metáfora del monstruo engendrado en el traspatio del rey para aplastar a los súbditos que se rebelan. Así es el bloqueo: Eisenhower lo inició con la supresión de la cuota azucarera y el suministro de petróleo, Kennedy proveyó el tronco definitorio con el embargo de mercancías, Jonhson añadió tentáculos o garras con la extensión del embargo a medicinas y alimentos, y posteriormente con el ingenio de la ley de ajuste cubano; y así se sumaron matices hasta que después de desintegrada la economía soviética y las de su periferia, un presidente malicioso aprobó la Ley Torricelli que imponía la cuarentena a los cargueros que hubieran atracado en puertos cubanos, y otro, con fama de simpático, que lo siguió, aprobó la Ley Helms-Burton para sancionar a todo empresario de terceros países que se vinculara a Cuba y no sé cuantas cosas más. Esta legislación pasaba al Congreso la competencia de legislar las modificaciones al cuerpo jurídico sustantivo levantado contra Cuba.

Sería motivo de risa, de no ser trágico, escuchar siempre que el tema cubano no es una prioridad en la política de los Estados Unidos, sin que esto se corresponda con una explicación para que se le asigne prioridad a los esfuerzos por aplastar la soberanía de un país tan insignificante. Como si el reclamo de normalización fuese un gesto de vanidad de los gobernantes cubanos. "Cinismo" es la palabra que define esa afirmación que tan a menudo se escucha.

Tantas atrocidades habían sido legisladas, que a George W. Bush debe haberle costado mucho ingeniar nuevas garras para el monstruo y acabó haciéndole crecer las uñas, para que sus zarpazos fuesen más intensos. Al final llega Barack Obama, que promete el cambio y da el paso al frente con Cuba: le lima las uñas al monstruo, corrigiendo así el último exceso de Bush Jr. A cambio, el presidente enseguida exige un cambio: ni más ni menos todo lo que exigieron sus antecesores, aunque el monstruo sigue ahí.

Es posible que el presidente Obama pensara que este paso iba a satisfacer a los estadistas latinoamericanos que participaron en la cumbre de Puerto España, pero al parecer nadie se engañó con el alcance de su decisión. El reclamo por el levantamiento del bloqueo a Cuba se convirtió allí en un elemento central. Y al parecer la actuación de Obama decepcionó a muchos de los presentes. Y de los ausentes que buscaban ver un verdadero cambio en las proyecciones hacia nuestra América. No sólo por su laxitud ante el tema del bloqueo a Cuba sino también, y principalmente, por carecer de propuestas para la periferia inmediata de los Estados Unidos con vistas a afrontar los efectos de la crisis en marcha, que ya han comenzado a sentirse.

Comentario final

Considero que este es el escenario en el cual nos desenvolvemos. No hay motivos para dejar de ver en Barack Obama un presidente con las luces que han faltado a sus antecesores inmediatos; quizás el de mayor talla política desde John F. Kennedy. Tal vez en esta ocasión el lastre de las proyecciones de la Organización de Estados Americanos engarrotó sus posibilidades de un despliegue más espontáneo por parte de Obama. La falsedad sobre el consenso del documento, la ausencia de los temas de preocupación central de los gobernantes de la región en el mismo, la excesiva insistencia en la legitimación de la Organización de Estados Americanos (OEA) como institución, cuando el desacuerdo hacia de sus posturas y hacia el compromiso que la presencia de los Estados Unidos implica, obliga a buscar otra asociación. Los caminos de Obama no se han revelado aún, me inclino a creer.

Además, solo podrá cambiar la política de los Estados Unidos hacia Cuba un presidente capaz de cambiar la política hacia su propio pueblo, hacia las clases más necesitadas, hacia los desamparados, hacia las víctimas de los eventos climáticos, de los desalojos, hacia los desempleados, los abandonados por la falta de asistencia médica. Hacer frente, en una palabra, a los males creados por el sistema dentro del mapa de La Unión, para contar con la comprensión de la responsabilidad de contribuir a aliviar los males que La Unión ha contribuido a crear en el mundo. La culminación de un cambio exitoso exige que su mirada bascule, de los reclamos orientados al rescate de las altas finanzas, a los de dar seguridad a la población e iniciar la transformación de las coordenadas del liderazgo norteamericano.

¿Será capaz Obama? ¿Lo comprenderá? ¿Se percatará de la oportunidad perdida si no se decide a asumirla?
Fuente: La Ventana
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SABER BAJARSE DE LA NUBE
por Virtin
Todavía se desconoce qué organismo internacional le dio a Estados Unidos la potestad de erigirse en juez para evaluar los derechos humanos en el mundo, la trata de blancas, el narcotráfico y el terrorismo. No existe documento histórico ni contemporáneo que nos esclarezca este punto tan primordial para comprender la convivencia pacífica entre los estados. ¿Quién diablos le dio a Estados Unidos el desagradable hábito de considerarse únicos dueños de la verdad ?

No queda otro camino que suponer que ellos mismos se consideran libres de todo pecado y que los perversos son los demás. Creo que entre 1979 y 1982 nació estas certificaciones que el dúo Reagan y Haig impulsaron entre sus serviles amigos de los gobiernos dictatoriales de esa época para atacar con fuerza a Cuba, Granada y Nicaragua.

Allí la mafia cubanoamericana jugó un papel importante en su labor conjunta con la CIA, en realizar negocios de narcotráfico para impulsar el terrorismo contra cualquier intento liberador de nuestros pueblos. Es en esa sucia tarea que se destacan Posada Carriles, Orlando Bosch, Leonel Macias, Santiago Álvarez y Roberto Ferrer entre otros. Carlos Alberto Montaner, el pseudoperiodista terrorista prófugo, recibe también grandes responsabilidades en esta cofradía del terror y la CIA lo incorpora a sus filas.

¿Como podemos concebir que un Estado Terrorista como el de Estados Unidos, que prueba sus bombas atómicas con seres humanos en Hiroshima y Nagasaki, que ensayó las bombas de NAPALM en Vietnam con el pueblo vietnamita, que lanzó bombas bacteriológicas contra el gobierno y pueblo de Cuba, que invade por encima de la autoridad de las Naciones Unidas a países como Irak y Afganistán utilizando el temible fósforo blanco entre sus habitantes, que apoya a Israel en el genocidio contra el pueblo palestino y que también usó esas armas químicas contra niños, mujeres y ancianos, se auto constituyan en jueces de lo que es bueno y malo para el mundo?

Que esta realidad todavía no se haya podido cambiar no es solamente responsabilidad de los sucesivos gobiernos de Estados Unidos; aquí hay una gran responsabilidad de organismos internacionales como la ONU, la OEA, de gobiernos de países de todo el mundo que permiten las injusticias de un mundo unipolar, que no tienen la dignidad de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, que le dicen en su cara sus verdades al Imperio y que es necesario democratizar las Naciones Unidas y basar las relaciones internacionales en el respeto a la soberanía, independencia y autodeterminación de los pueblos.

Las expectativas que había sobre un cambio con Obama se diluyen más rápido de lo que se pensaba. Lo que cada día nos queda más claro es que en Estados Unidos cambian las administraciones pero continúa la política guerrerista y armamentista del Imperio.

Bajar a Estados Unidos de esa nube no es fácil, pero nada es imposible si existe unidad, unidad, unidad, de todos los pueblos del mundo. Nuestro Continente es un territorio en donde han nacido libertadores de pueblos como Bolívar, San Martín, Sucre, Martí y muchos más. Los anglosajones y europeos sólo han parido conquistadores como Carlomagno, Napoleón y otros. Pero los pueblos europeos y anglosajones, golpeados por la crisis del libre mercado, sumidos en la falta de trabajo y oportunidades, se están rebelando contra las políticas neoliberales que algunos "suicidas políticos" como Uribe, Alan García y Calderón tratan de defender frente a una realidad que los supera.

Cuba y los países del Alba han señalado ante la inclusión de Cuba en la lista de los países que protegen a los terroristas, que EE UU no tiene autoridad moral porque ellos son los primeros en defender a delincuentes internacionales como Posada Carriles y otros.

Cuba es el país que desde 1959 ha sido víctima permanente de actos terroristas desde territorio norteamericano. Estados Unidos no puede decir lo mismo, porque Cuba jamás realizó actos terroristas.

Cuba ha sido víctima del bloqueo genocida de Estados Unidos, víctima del terrorismo económico, víctima de la permanente difamación mediática internacional de las multinacionales de la información, o mejor dicho, de la desinformación.

En esa infame desertificación también tratan de enlodar a países como Argentina, Venezuela, Brasil, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros que están señalando un nuevo camino para nuestros pueblos.

Dice ese informe, que ni los propios gringos se lo creen, que Cuba da refugio a narcoterroristas de la FARC y ELN y a miembros de la ETA. ¿Por que Estados Unidos antes de acusar a Cuba no pregunta a los gobiernos de Colombia y España si no han sido ellos los que solicitaron que en su territorio se llevaran a cabo reuniones en búsqueda de la paz y en el caso español que 14 miembros de la ETA se quedaran en territorio cubano?

El terrorismo contra Cuba existirá mientras exista el bloqueo genocida que cobra vidas en el pueblo cubano, que divide familias. En documentos desclasificados del gobierno norteamericano hay una frase que sintetiza la crueldad del bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba contra la voluntad de la arrolladora mayoría de los países de las Naciones Unidas. "Hay que rendir por hambre al pueblo cubano para que se subleve contra el gobierno revolucionario".

Se equivocaron los norteamericanos al subestimar la conciencia política del pueblo cubano que no solamente impidió que la hambruna anunciada llegara a Cuba, que se desarrolló enfrentando todas las adversidades y apoya con ahínco el gobierno socialista de la Invicta Revolución Cubana.

La doble moral caracteriza la política exterior norteamericana. Para ellos hay terroristas buenos y terroristas malos. Terroristas como Posada y Bosh que pusieron una bomba en un avión en pleno vuelo de Cubana de Aviación en 1976, matando a 73 personas son terroristas buenos para los intereses norteamericanos. 5 jóvenes cubanos que eran antiterroristas porque alertaban a su pueblo cómo desde Miami se realizaban actos terroristas contra Cuba, hoy llevan mas de 10 años en cárceles norteamericanos porque para ellos estos son terroristas malos.

En un artículo anterior señalaba que Obama seguía atado a los intereses de las multinacionales del saqueo y de la guerra. Hay otros que dicen que Obama está atrapado por el pasado, por la historia y que por tal motivo nada cambiará.

Sobre Irak todavía los soldados norteamericanos siguen allí. Matando y saqueando las riquezas de un país al que violaron su soberanía. Sobre las torturas parece que Obama no cree conveniente que el mundo conozca los vejámenes cometidos y los culpables de los mismos. Guantánamo, que es parte del territorio cubano, sigue ocupado ilegalmente por Estados Unidos. La CIA sigue su ofensiva con sus nuevas marionetas USAID y NED en todos los países de nuestro continente. En Bolivia, Venezuela, Argentina, Ecuador y Nicaragua están muy activos en sus planes desestabilizadores. En Colombia todo lo contrario, luchan por perpetuar el gobierno más delincuente de toda su historia. Si el Derecho Penal Internacional se aplicara a gobiernos en el poder, la mayoría de sus dirigentes, con el presidente Uribe a la cabeza, estarían presos por delitos de violación de los derechos humanos, de corrupción, de cohecho, de entregar los recursos naturales que pertenecen al pueblo de Colombia a la voracidad del capital extranjero unido a la de la nueva clase emergente corrupta y asesina.

En un gesto inamistoso hacia sus países vecinos, Colombia suplica a través de su Ministro Santos, que la Base Militar de Manta, Ecuador, que antes estaba en Panamá con su tenebrosa Escuela de las Américas en donde se formaban los asesinos con uniforme de nuestro continente, se instale en Colombia, en donde pareciera que todo se vende, incluida soberanía con dignidad y todo.

Llegó el momento de sacudirnos, de pellizcarnos, de pensar en el futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos. De pensar en el mañana posible que soñaron nuestros héroes.

Nada cambiará si no cambiamos. No importa si Obama es un Bush disfrazado de Obama o viceversa: de lo que se trata es de que empiecen a cambiar ellos, de que empiecen a reconocer que los países son independientes y soberanos. Que nadie le dio el derecho de juzgar a las demás naciones e incluirlas en listas de las que ellos se excluyen.

Obama, hay que saber bajarse de esa nube. No es fácil. Es tan difícil pero tan posible, como lo fue la lucha de sus ancestros por terminar con la esclavitud y la discriminación racial.
Fuente: Cuba Coraje
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OTRA AMENAZA CUBANA
por Angel Guerra Cabrera
En 2008 el Sydney Morning Herald daba cuenta de la "preocupación" de los gobiernos de Estados Unidos y Australia por la presencia de personal de salud cubano en el sur de Asia y el Pacífico, una "amenaza, decía, a la seguridad regional". Es curioso que la potencia hegemónica mundial, embarcada en dos guerras coloniales en Asia, y su principal aliado en el Pacífico sur, se preocupen por un ejercicio de impecable solidaridad humanitaria de un pequeño país de poco más de 11 millones de habitantes, sometido, además, a la perenne hostilidad y la asfixia económica por la primera. A diferencia de las tropas y bases militares de Washington, los trabajadores de la salud cubanos están presentes para salvar vidas donde su concurso ha sido solicitado por los gobiernos nacionales, casi siempre en parajes remotos donde nunca ha ido un médico, sea porque la nación anfitriona carece del personal o porque este rehúsa trabajar en aquellos.

La cooperación internacional de Cuba en salud no es nueva. Forma parte de la tradición solidaria de la Revolución, iniciada en ese campo desde el año 1960 con la presencia de una brigada médica que atendió a las víctimas del terremoto ocurrido a la sazón en Chile y continuada con el envío de otra a la Argelia recién liberada del colonialismo. Entonces la isla perdió la mitad de su personal médico, estimulado a emigrar a Estados Unidos, pero hoy cuenta con catorce veces más galenos y paramédicos y la proporción más favorable en el mundo de doctores por habitante.

Únicamente así podía haber creado y consolidado su sistema de salud gratuita y universal sin precedente, contribución señera a la dignidad de los cubanos al propiciarles el disfrute de este derecho humano fundamental del que está privado gran parte del género humano. De una facultad de medicina que existía al triunfo revolucionario, Cuba cuenta actualmente con 22 universidades de medicina a lo largo de su geografía y además, con la Escuela Latinoamericana de Medicina, donde estudian más de 10 000 jóvenes de 28 países, incluidos caribeños, africanos, árabes, asiáticos y estadunidenses pobres.

Más de 80 naciones reciben colaboración médica cubana y 14 se benefician del Programa de Atención Médica Integral para América Latina, el Caribe, África y Asia, surgido a iniciativa de Fidel Castro cuando a raíz del devastador paso del huracán Mitch fueron enviados varios contingentes de médicos cubanos a países de Centroamérica. Participan de este programa, entre otros, Haití, Belice, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Bolivia, Laos y Timor Leste.

El caso de Haití es emblemático puesto que el precursor de la independencia y la liberación de los esclavos en América Latina es hoy es una de las naciones más empobrecidos del planeta, sometida a constantes intervenciones militares, precio que le han hecho pagar los grandes poderes por su osadía.

Allí la atención médica del 75 por ciento de la población recae en la brigada cubana, que además de lo asistencial enfatiza en la educación para la salud de las comunidades y la medicina preventiva. Como en todos los países donde sirven, los médicos cubanos se abstienen de intervenir en la política local pero coordinan su actividad con los distintos niveles de gobierno, organizaciones populares, barriales e iglesias. Cuba y Venezuela construyen tres Centros de Diagnóstico Integral en otros tantos departamentos (provincias) de Haití, llegarán en el futuro a diez; uno por cada departamento del país, en los que médicos cubanos y haitianos recién graduados en Cuba prestarán servicios gratuitos de cirugía, cardiología, terapia intensiva, ginecología, laboratorio clínico, radiografía y ultrasonido. Haití sólo cuenta con 2000 médicos, concentrados casi todos en la capital y predominantemente privados, por lo que sus servicios no están al alcance de la gran mayoría de sus ciudadanos. Este solo dato permite calibrar lo que representa el aporte de los alrededor de 500 cooperantes cubanos de salud y sus colegas haitianos formados en Cuba.

Pero en países como Belice la mitad del personal de salud activo es cubano y en Guatemala, Honduras y Nicaragua su cobertura alcanza a varios millones de personas.

Cuba propuso en la ONU un programa para erradicar el sida en África. Recaería totalmente en personal de la isla con un fondo financiero para medicamentos y equipos aportado por los países ricos. Todavía se espera su respuesta.
Fuente: La Jornada
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Cubarte, 2008.

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